Sentencia de capitalismo y democracia

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-Sentencia de capitalismo y democracia
-De los ideales, a la falta de contrapesos
-Izquierda y derecha súbditos neoliberales

 ¿Quién argumenta que la democracia per se resuelve todos los problemas incluyendo el de la mejora económica?
 México debe observar con peculiar atención los acontecimientos de Hungría y Tailandia, países que a pesar de la distancia geográfica, comparten los mismos ideales de democracia y libertad económica contagiados en casi todo el planeta.
 El vehículo de la democracia, perfectible en todo momento y lugar, deja insatisfechos a millones de seres humanos en el planeta por continuar excluidos económica y socialmente.
 No es para tomarlo a la ligera en el orden pretendido con equilibrios políticos y sociales: sin fiel en la balanza, la falta de respuestas creíbles y perdurables para la masa social y laboral brinda oportunidades de bandera política-ideológica a los propulsores del centralismo del poder, la mano dura o las ideas absolutistas. La vuelta de hoja en cualquier momento.
 Peligroso asunto que en los albores del siglo XXI no puedan embonar la democracia con la plenitud económica. Dañino que gobierno tras gobierno sigan sin cumplirse las promesas de menos pobres, doloroso también por el espectro de la corrupción presente en un Brasil democrático, una Italia democrática o un México igualmente democrático calificado en los peores lugares de corrupción.
 ¿Cómo le inyectamos a la gente la vena de la democracia, la credibilidad de su voto, de la participación? ¿Cómo convocamos a los jóvenes de 18 años primerizos en la vida cívica, soñadores por excelencia, idealistas universitarios a creer en la democracia porque tendrán trabajo y salario asegurado?
 El actual modo de producción como paradigma no proporciona una respuesta concreta a un mundo humano deseoso de vivir no sólo más, sino mejor, eliminando las dolorosas brechas entre ricos y pobres; los complejos de castas y promoviendo sociedades más igualitarias.
 El reloj social puede detenerse en cualquier momento, estamos muy tarde de llegar a tiempo al 2015 con la reducción de la pobreza mundial a la mitad,  un desafío imposible, dado el privilegio en el gasto militar mundial. El doble discurso de los países ricos.
 Como economista estoy convencida que la pobreza no requiere un “alivio” de carácter temporal,  para dar el salto de una generación a otra, el capitalismo tendría que convertirse de un modelo expulsor de la colectividad a favor de la individualidad, a una máquina de empleo favorecedora nuevamente de la colectividad por encima de la individualidad. Los economistas neoliberales podrían caer horrorizados ante tal circunstancia por todo lo que implicaría para las políticas monetarias formular instrumentos de respuesta y absorción de eventos derivados de una población con dinero circulante,  poder adquisitivo y actitud consumidora. El hecho de retomar otra vez los crecimientos con inflación sería condenable entonces argumentarían el menor costo de oportunidad, eligiendo entre la inflación o el desempleo. Muchos se decantarían a favor del desempleo como menor costo de oportunidad, aunque en realidad es éste el mayor costo en todos los sentidos.
Creo en defender el sentido humano de la ciencia,  sostengo que la única fuente de riqueza proviene del trabajo formal y bien remunerado (existen otras fuentes de riqueza como la posesión de los recursos de la producción, la especulación y la expropiación de la plusvalía producto del trabajo como diría Carlos Marx).
A COLACIÓN
 El capitalismo ha puesto en un embudo a la democracia por el descontento persistente, palpable en gobiernos de derecha, o de izquierda igualmente maniatada.  Y es que Lula da Silva en Brasil no ha podido virar la órbita del capitalismo neoliberal, ante el cual ha debido rendirse. Ni Michel Bachelet, la primera mujer socialista electa en Chile, logró aumentar el gasto en educación.
 Compás de espera que agota, para los gobiernos democráticos de izquierda y para los gobiernos democráticos de derecha, por encima de ambos, el capitalismo neoliberal impone condiciones, reglas casi siempre supranacionales, que maniatan ante el gran capital, y es allí donde ambos, izquierda y derecha, le fallan en las expectativas a sus gobernados.
 Desde México hasta la Patagonia  hay protestas sociales, no hay calma, ni paz social. Tampoco en Europa con Hungría padeciendo una conmoción política en tiempos de reforma para caminar en el  sueño europeo, sujetado claro está a un control irrestricto de la macroeconomía a reglas supranacionales.
 Igualmente hay turbulencia en Asia. Lo de Tailandia es un golpe de mazo para una nación casi recién parida a la democracia, en la que la corrupción no se detuvo, ni mucho menos el aumento de la pobreza. Ahora el pueblo ofrece flores a los militares golpistas. Precisamente la fuerza siempre al acecho.
 En este mundo de búsqueda de respuestas, con una socialdemocracia que no cuaja, y un capitalismo que sigue haciendo más pobres a los pobres, el futuro desdibuja una aventura titánica.
 El problema es que a los graves desequilibrios sociales se añaden la falta de cooperación y visión de los organismos internacionales rebasados por el ritmo de los acontecimientos globales y el devenir histórico.  Esa falta de actualidad la estamos pagando en los desequilibrios.
Al centralismo político y la plutocracia económica del socialismo lo sepultó el  rostro extendido de un modelo que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, aunque los gobiernos digan a sus gobernados que pueden elegir a sus representantes en las urnas, sin ver beneficios en el bolsillo.
 Para México, una democracia incipiente, un “muégano” de enormes retos, la crisis política de Hungría y Tailandia debe valorarse con enorme respeto y lección de aprendizaje.
 Felipe Calderón Hinojosa, presidente electo, tiene además del reto de la credibilidad electoral,  la impronta de cumplir múltiples promesas sociales de campaña.
 ¿Por qué el desencanto en tantos países? Por la ausencia de contrapesos reales en la práctica, el paradigma del capitalismo neoliberal avanza por encima de la colectividad imponiendo las ganancias del particular, y lo hace con gobiernos de izquierda y de derecha. No hay un fiel de la balanza.  Es más exacerbado en la escena internacional: los organismos apenas asoman algunas intenciones de actualizarse, empero el desfase arrastrado propicia un capitalismo sin límite, donde todos los  días son violentados los derechos de mineros,  estudiantes, trabajadores agrícolas, obreros,   inmigrantes…
 

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