El nuevo sexenio

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

El nuevo sexenio
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Gasto corriente

La planeación del presupuesto en México es un ejercicio difícil, consume varios meses de reuniones entre el equipo de la Secretaría de Hacienda encargado de esta tarea tan delicada,  para embonarla con los propósitos de gasto del presidente en turno y de su gabinete.
 A este enorme documento contable, de ingreso y gasto,  se dedica una sección  de la Secretaría de Hacienda que antes daba vida a toda una entidad pública como lo fue la Secretaría de Programación y Presupuesto, pero que dejó de existir para fusionarse con Hacienda en los tiempos del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
 Generalmente los encargados del presupuesto son un equipo de tecnólogos,  muchos de los profesionistas hacen carrera interna y observan pasar, desde sus puestos, a un presidente y  a otro.
 Digamos que  sus asientos no están politizados dado que su actividad requiere de conocimiento, destreza, cabeza fría para mantener el equilibrio en los números y cumplir con la tónica de un gasto austero más allá de cualquier preferencia partidista o de personalidad en el poder.
 El reto de los tecnólogos es proteger al presupuesto de cualquier intento de “meterle la mano a las cuentas” dados los  compromisos internacionales asumidos para mantener finanzas públicas sanas y un gasto del gobierno controlado bajo normas de astringencia y austeridad. 
 Del presupuesto se puede decir que su elaboración  es  árida,  con el tiempo los  técnicos han ganado experiencia, las reuniones comienzan desde febrero de cada nuevo año fiscal, y son siete meses de cuadrar números, correr modelos de crecimiento a partir de una matriz de ingreso-gasto, permitir que el gasto sea congruente con las metas económicas propuestas por el Gobierno Federal, considerar el entorno internacional y su comportamiento esperado.
 Ahora bien, la concentración de esta función en Hacienda podría cambiar en el próximo sexenio, aunque el equipo de Felipe Calderón, presidente electo, todavía lo estudia y analiza la conveniencia de  crear, al interior de Hacienda, un brazo codependiente o bien una entidad fuera de Hacienda, desconcentrada y con autonomía de gestión,  para el presupuesto.
 Actualmente estudian ambas directrices para crear el Instituto de Planeación Presupuestal, que desde mi perspectiva considero podría funcionar de forma más transparente como una entidad desconcentrada y con autonomía, de tal suerte, que elimine la  burocracia; sea más independiente al estilo del Banco de México; tenga su propia agenda de análisis del presupuesto; modernice los tiempos de entrega; una vez enviado el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) acercarse a proporcionar asesorías y orientación de manera didáctica a los legisladores que deberán aprobarlo, como máximo, al filo de las doce de la noche del 31 de diciembre.
 Creo que es pertinente dada la intensidad de los tiempos políticos del país en una democracia incipiente que busca cauces y que seguirá dando sorpresas,  lo más racional es despolitizar el presupuesto, los programas económicos y las metas de crecimiento. Es sano y todos ganamos al blindar a la esfera económica, mantenerla en un renglón aparte de la animosidad de la esfera política. Lo más peligroso es no hacerlo porque implica sostener  unidas dos estructuras que permanentemente pueden contagiarse.
 Por tanto, considero una buena idea el surgimiento del Instituto de Planeación Presupuestal.
A COLACIÓN
 El TLCAN logró modificar la balanza comercial  de México,  pasamos de depender de las exportaciones petroleras de buena parte de la década de los ochenta, a una diversificación de las exportaciones compitiendo en valor agregado mediante las manufacturas, la maquila y la industria automotriz.  La balanza comercial logró despetrolizarse reduciendo su vulnerabilidad ante los picos de alzas y bajas del precio del petróleo en el mercado internacional.
Empero, en materia de las finanzas públicas y desde luego del presupuesto, ha sido prácticamente imposible eliminar esta dependencia enfermiza hacia los vaivenes del petróleo. Por tanto, seguimos con una economía codependiente al ciclo internacional del insumo energético porque contamos con una base presupuestal igualmente petrolizada.
 Las lecciones de esta adicción las padecemos los mexicanos: en tiempos en que bajan los petroprecios aplican un recorte al presupuesto, sobre todo al gasto en áreas esenciales como educación, ciencia, investigación e infraestructura. Del otro lado, la bonanza nos alivia cuando sube el precio del petróleo con recursos extraordinarios, que por estar fuera del presupuesto demoran tiempo en ser canalizados y aprovechados en diversos programas federales, estatales o municipales. De cualquier forma en materia presupuestal hay una laguna.
GALIMATÌAS
 De surgir el Instituto de Planeación Presupuestal el reto fundamental es blindar al presupuesto de los vaivenes del precio del petróleo, tenemos que trabajar por despetrolizar el presupuesto y las finanzas públicas. No puede ser que cada año, la variable petrolera se estime bajo una “bola de cristal” y que los legisladores modifiquen el precio estimado del petróleo del cual parte todo el cuadro de ingreso y gasto del Gobierno Federal, a partir de sus criterios políticos más no económicos, en la gran mayoría con pleno desconocimiento del entorno internacional.
 Segundo punto, deberá continuarse con la reconducción presupuestal, hacer más expeditos los tiempos de entrega al Legislativo, contar con verdaderos puentes de enlace con los legisladores para explicarles el presupuesto propuesto, que no suene a imposición, sino a un verdadero cabildeo.
 Tercer punto, que el instituto garantice una  sana independencia de gestión que, pase lo que pase en el terreno de lo político, los mexicanos tendrán presupuesto. Aquí ganamos todos por la certidumbre que se daría de que el presupuesto si bien es una propuesta que emana del jefe del Ejecutivo y de la Secretaría de Hacienda, su elaboración depende de un cuerpo técnico independiente y capaz que puede hacer propuestas lógicas y entenderse con el Legislativo.
 Cuarto punto, uno muy importante, el instituto deberá tener la dedicación para pasar de presupuestos que privilegian el gasto corriente, mantener la burocracia, a gastos de inversión para dinamizar la rueca económica. El reto es lograr presupuestos acordes al siglo XXI de canalizar más dinero a inversión educativa, tecnológica, científica, de programas sustentables y de exploración de energías alternas. Es tiempo de cerrar el pasado y avanzar a un presupuesto moderno.
 

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