Manuel Acuña, uno de los autores más románticos e importantes del siglo XIX en México

Manuel Acuña, poeta
creador de “Nocturno
a Rosario”,
Foto: Internet

Ciudad de México, 27 de Agosto de 2006.- Creador de los famosos versos de “Nocturno a Rosario”, el poeta Manuel Acuña, quien destacó por su sensibilidad y eficacia en el terreno de las letras, colocándose así como uno de los autores más románticos e importantes del siglo 19 en México, nació el 27 de agosto de 1849 en esta ciudad.

Acuña conjugó en su trabajo los elementos sociales románticos y su formación positivista, que le valió ser reconocido a nivel nacional como uno de los autores más prometedores del país.

Formado en una época donde la sociedad mexicana estaba dominada por intelectuales filosófico-positivistas, Acuña, quien más tarde se incorporó a ese círculo, inició sus estudios en el Colegio Josefino, de Saltillo.

Hijo de Francisco Acuña y Refugio Narro, el bardo, que con “Nocturno a Rosario” ha traspasado fronteras y es considerado uno de los máximos representantes literarios de México, se trasladó al Distrito Federal en 1865, con el propósito de estudiar Medicina, carrera que se vio desplazada por la poesía.

Ingresó en calidad de interno en el Colegio de San Ildefonso, donde estudió Matemáticas, Filosofía, Latín y Francés, posteriormente se inició en el camino de la Medicina, sin embargo, siempre fue un amante de la Literatura, ya que en su época había calidad en la plumas de los autores mexicanos.

Como un joven enamoradizo y un tanto distante de los gustos de sus compañeros, Acuña vivió en un salón de la Facultad de Medicina, alejado de las fiestas y comprometido con sus estudios, pues, aunque no fue un alumno constante, siempre fue una persona destacada en la escuela.

Comenzó a reunirse con los escritores jóvenes como Juan de Dios Peza, Manuel M. Flores, Agustín F. Cuenca, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Juan B. Garza, Miguel Portilla y Vicente Morales, por mencionar algunos, y quizá en una de esas afortunadas reuniones se interesó por el terreno de las letras.

Fue en 1868 cuando se inició en la carrera literaria y pronto se dio a conocer con una elegía a la muerte de su amigo Eduardo Alzúa, trabajo que traspasó sus expectativas y que lo motivó a seguir con su escritura, ya que desde temprana edad se notaba la calidad y la sensibilidad en sus poemas.

En ese mismo año, Acuña, impulsado por el renacimiento cultural y ya colocado dentro del ambiente poético, fundó junto con Agustín F. Cuenca y Gerardo Silva, la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, desde donde pudo publicar sus primeros versos y por el cual se consolidó como un autor prometedor.

Sus trabajos fueron dados a conocer en la revista “El Anáhuac” y en el folleto del periódico “La Iberia”, publicación que puede considerarse uno de los espacios donde Acuña creció como escritor, ya que colaboró con 11 poemas y un artículo de prosa que le valieron el reconocimiento nacional.

Ya para 1871 con sus poemas “El Pasado” y su obra cumbre “Nocturno a Rosario”, inspirado por Rosario de la Peña, el amor de su vida, Acuña fue colocado por los críticos literarios como un joven autor que aún con la competencia de los buenos escritores de su época, supo consolidarse como una exelente propuesta.

Rosario de la Peña, mujer que despertó la inspiración de varios literatos como el cubano José Martí, fue un personaje que tuvo influencia en la vida y obra de Acuña y tuvo mucho que ver con la prematura muerte del poeta.

La obra poética de Acuña se compone por poemas amorosos y satíricos donde supo conjugar la emoción con las temáticas, lo que interesó a los lectores y sobre todo a sus colegas, ya que demostró su calidad como escritor.

Su inmenso y desenfrenado amor por Rosario de la Peña llevaron al suicidio al poeta.

El autor de “Ante un Cadáver” cortó su vida el 6 de diciembre de 1873, fue velado por sus amigos de la Escuela de Medicina y sus colegas del campo de las letras cuatro días después de su muerte.

Luego que sus restos fueron enterrados en el Cementerio del Campo Florido y posteriormente trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres, además de que fueron honrados en la Biblioteca Nacional, se decidió traerlos a Saltillo, en un panteón, donde el escultor Jesús E. Contreras había trabajado con un grupo de artistas en torno a la memoria del difunto poeta. (Notimex)

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