El posible nuevo 11-S y sus consecuencias en la política global

Por: Isaac Bigio

A casi 5 años del 11-S, la policía británica anunció haber desbaratado un complot que quizás hubiese sido más sangriento que el que estremeció a Nueva York y Washington DC en el 2001. En este articulo examinaremos que pasó, cuáles hubieran sido las consecuencias sobre sí este se hubiera materializado y en qué dirección van Londres y Washington.

El plan habría consistido en hacer explotar 12 aviones que hubiesen salido de los aeropuertos de Heathrow (Londres) y Manchester en dirección a 5 ciudades de EEUU (Nueva York, Washington DC, Boston, Los Angeles y San Francisco). Según el diario ‘The Independent’ se pretendía explosionar 4 aviones sincronizadamente cada hora. Esto implicaría volar cada hora y durante 3 horas consecutivas la misma cantidad de aviones que se destruyeron el 11-S.

Algunos especulan que esos aviones hubiesen explotados contra ciudades, aunque hacer ello hubiese implicado tener en cada avión un mínimo de cuatro personas y tener armas que les permitiesen querer tomar el commando. De otro lado, no es lo mismo hacer ello en EEUU apenas sale un vuelo (como pasó en el 2001) que esperar al menos 8 horas de vuelo transatlántico.

Al parecer la idea de los complotadores era la de tener pocas personas en cada avión y pasar totalmente desapercibidos sin ningún objeto cortante o que pareciese un arma y con líquidos o equipos portátiles electrónicos. Su objetivo había sido volar las aernoves en pleno océano haciendo que los portadores de bombas puedan dispersarse por más vuelos y que luego, al hundirse en el mar, no se supieran bien las causas de las explosiones.

El método a emplearse era usar explosivos líquidos escondidos en botellas que serían detonados por I-Pod, celulares o laptops. Para contrarestar ello, en muchos aeropuertos se han prohibido a los pasajeros llevar a los aviones maletines de mano, perfumes, gaseosas, pastas dentales y aparatos electónicos. El único líquido que se permite llevar es leche para bebés contenidos en biberones a condición que previamente estos sean degustados.

El hecho que por primera vez Londres comunicase una alerta máxima generó un caos en los principales aeropuertos británicos. Más de un millar de vuelos fueron cancelados (más de 610 en Heathrow, de 135 en Gatwick, de 90 en Stanford y de 80 en Escocia, 47 en Manchester y otros más en otros lugares). Algunas fuentes hablan hasta de 400,000 pasajeros afectados.

Para Michael Chestoff, secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, el complot era muy sofisticado y estaba en la “fase final”.  Paul Stephenson a nombre de la policía británica sostuvo que éste pudo haber logrado “un asesinato masivo en una escala inimaginable”.

El empleo de explosives líquidos ya ha querido ser utilizado en anteriores secuestros de aviones. Según declaró ante la BBC Clifford Jones de la Universidad de Aberdeen éstos no son difíciles de ensamblar y basta que éstos logren una explosion no grande como para derribar un avión: “un exceso de la sobrepresión del 1% puede romper ventanas y una sobrepresión del 10% puede herir o matar gente y causar daños estructurales” y “una sobrepresión del 2% puede romper sus lunas y del 10% puede romper al avión haciendo que la gente muera antes de caer al suelo”.

Mientras el 11-S fue realizado por suicidas extranjeros que llegaron a EEUU (sobre todo de nacionalidad saudita), todos los 24 arrestados como sospechosos son musulmanes locales: británicos varones que en su mayoría nacieron alrededor de 1980 o después de esa fecha y que son de origen pakistaní.

Los arrestos han sido hechos fundamentalmente en el este de Londres y luego en High Wycombe, en Buckinghamshire, y Birmingham. Los nombres de 19 de ellos han sido revelados en conección al hecho que sus cuentas han sido congeladas. Algunas versiones sostienen que unos 5 sospechosos más habrían escapado, aunque otros afirman que han caído todos. En la noche del 10 un clérigo declaraba al programa de TV ‘Newsnight’ que él dudaba que alguno de los arrestados, que él conocía, fuese un terrorista y albergaba la posibilidad que pudiese ser otra detención errónea (igual a la que se produjo dos meses atrás en Forest Gate).

Repeticiones
 
El año pasado, todos los suicidas en el cuádruple atentado de Londres 7-7 fueron locales. Esto implicaba un giro con respecto a lo acontecido antes en EEUU 11-S-2001 y Madrid 11-M-2004, donde los perpetradores eran gente foránea. La gravedad de ello implica que Al Qaeda ha logrado calar en sectores radicalizados de la juventud musulmana de un país europeo (como es Inglaterra) creando allí una base social y redes de simpatizantes.

Algo que llama la atención es que los mayores golpes de Al Qaeda parecen ya haber sido anunciados pues se tratan de re-ediciones de complots previamente desarticulados. La destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York se dió en el 2001, ocho años después que Ramzi Yousef fracasó en hacerlo. El volar 12 aviones comerciales con explosivos líquidos es algo que hace 11 años ese mismo conspirador planeó queriendo detonarlos con un reloj de mano, pero que no pudo consumar. Este se llamó el plan ‘Bojinka’ (expresión bosnia que implica gran explosión) y fracasó en Filipinas. Hoy  Ramzi Yousef está preso en EEUU, y Al Qaeda decidió revivir ambos planes pero añadiendo el nuevo ingrediente de prepararlos con suicidas que se inmolacen en dichos actos. 

Posiblemente el macro-atentado debía coincidir aproximadamente con el quinto aniversario del 11-S. Esta vez se habría buscado castigar no solo a una sino a las dos potencias principales que ocupan Afganistán e Iraq.

Si este atentado se hubiese realizado el Reino Unido hubiese sufrido el atentado terrorista más sangriento de su historia y el número de muertos pudiese sido similar o mayor a de los 2,700 que fallecieron el 11-S e incluso más.

¿Cuáles hubieran sido las consecuencias?
 
Después del macro-atentado del 11-S George W Bush, quien era un presidente impopular y que recién había llegado al poder tras haber quedado segundo en el voto directo, se agiganta y se transforma en el presidente más popular que haya tenido la megapotencia en muchas décadas. EEUU recibe la solidaridad del grueso de naciones y se gesta la guerra afgana en torno a la mayor coalición bélica que se haya conocido.

Un atentado sangriento puede empujar a la opinion pública hacia pedir una ‘venganza’ y una nueva guerra hasta ‘extirpar al terrorismo’, tal como pasó tras el 11-S en EEUU o viene pasando en Israel desde que el 12 de Julio Hizbola hizo un operativo dentro de dicho país.

También puede generar un efecto opuesto tal como pasó tras el 11-M-2004 en España. Media semana antes de las elecciones generales españolas Aznar quiso aprovechar las matanzas en los trenes madrileños para echarle la culpa a su archienemigo ETA y aparecer como el único capaz de aplastar a dicho ‘terrorismo’. El hecho que se demostrase que el gobierno mintió y que el atentado fue hecho por Al Qaeda, llevó a muchos españoles a decir que la culpa del atentado era la del gobierno por haber enviado tropas a Iraq pese a que la gran mayoría de los españoles estaban en contra de ello.

El atentado del 7-Julio-2005 en Londres (donde murieron 52 personas al detonarse 4 medios masivos de comunicación urbana) no empujó a la opinion pública en ninguno de esos extremos, sin embargo, no detuvo la cada vez más creciente tendencia de la opinion pública a cuestionar el apoyo de Londres a EEUU en Iraq (y ahora en Líbano). Es posible que si el macro-atentado de Agosto 2006 en Londres se hubiese llevado a cabo, Blair hubiese sido minado al igual que Aznar.

El frustrado atentado se hubiese dado en una coyuntura muy especial. Por un lado hay una creciente oposición popular a la guerra libanesa y, por otro, Blair pasa por su momento de menor credibilidad y apoyo.
 

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