El eros como piel de un mal en “Edecán urbana”, de Patricia Monge

La escritora observa relajadamente su obra
Foto: Darío S. González M. Azteca21

Por Darío S. González M.
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 21 de julio de 2006. Por paradójico que parezca, las ciudades, grandes concentradoras de individuos, son también testigos de historias donde el motor principal es la soledad, y en las que cada sujeto busca el modo de reconciliarla tras quedar rendido en su vano intento de extirparla.

El personaje femenino de la novela “Edecán urbana” lucha con tenacidad contra su soledad, escribiendo, sí, pero también, y principalmente, a través del sexo; es decir, sustituyendo el hartazgo, la tristeza, la desolación y el sentimiento de vacío a través del gusto por seducir, el deleite de la lujuria y la satisfacción de su lascivia. Sin embargo, este mal (no hace mucho bautizado como el mal del siglo XXI) es persistente.

Engañosamente, la historia se oculta bajo el disfraz del erotismo provocando con esto la atención del lector, no obstante, a cada vuelta de hoja se hace más patente el grito de odio de la protagonista hacia los modos convencionales de vida de nuestra sociedad mexicana contemporánea y urbana, cada vez más homologada con las sociedades de otras urbes.

La temperamental edecán deambula por bares, cabarés y restoranes de la ciudad de México ya como cliente, ya como empleada, despotricando contra la gente asidua a esos lugares y pone el dedo en la llaga de algunos asuntos ocultos y hasta tabúes que, sin embargo, son frecuentes en toda sociedad: infidelidad, promiscuidad, esnobismo, homosexualismo velado y machismo, entre otros aspectos que son narrados con estilo desinhibido, descarnado, muy a tono con el estilo general de la obra.

Vapuleada por viejos fracasos, la protagonista afinca su afán por sobrevivir una vida sin otro rumbo que el de evitar la monotonía, consciente de sus heridas y de su rebeldía ante los cánones sociales: “Sin soñar con un príncipe azul una vive más tranquila, es como estar exorcizada de un mal femenino”.

Lo más que puede hacer este singular personaje es ocultar la monotonía porque la realidad siempre impera, así sucede con la protagonista al final de la obra, tal como suele suceder en la vida real; no en vano, a mitad de la historia, nuestra edecán sentencia: “Al final del túnel tengo razón: lo único de lo que no podemos escapar es de nuestra Realidad, que nos persigue y aprieta. No podemos escapar, eso es cierto, pero… ¿qué tal burlarla? Meterla en nuestra vida, en nuestra realidad. Alterarla; cogerla como a una puta, pagarle por eso; pintarla; amarla, podemos odiarla y seguir amándola; podemos esfumarnos en un viaje alucinante de químicos y ella estará expectante de tu regreso; podemos pisotearla; pero nunca eludirla”.

“Edecán urbana”, primera obra de Eva (Patricia) Monge, editada por Kapelmex, rebosa de pasión, humor negro, soledad y rebeldía, todo ello envuelto en un lienzo de erotismo, narrado en una prosa directa, desparpajada y ágil, rematada con un final sorpresivo, si bien un tanto abrupto. Podrá engañar a lectores apresurados en la primera lectura, pero tarde o temprano podrán acercarse al verdadero tema medular.

Posiblemente la lectura sea de más agrado para cierto tipo de mujeres modernas, y algunos hombres conservadores llegarán a aborrecerla. Sin embargo, la invitación a leerla queda abierta para quienes gustan de historias que salgan de lo convencional sin por ello dejar de abordar temas de actualidad que quizá hasta nosotros mismos podamos reflejarnos un poco con la personalidad urbana de la protagonista que, acaso por esta razón, carece de nombre.

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