Clamor de un mar, en “Azul sin rostro”, de José Antonio Parga

El disco de este cantautor trovero está
colmado de sonoridades y poesía
Foto: Azteca 21

Por Darío S. González M.
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 12 de julio de 2006. Es curioso que la mayor parte de las canciones de José Antonio Parga coincidan en aludir al mar, él que viene de un estado no sólo sin playas sino, incluso, en gran parte desértico: San Luis Potosí.

No sólo la letra de las canciones, todo el diseño artístico del álbum y el mismo título claman por esa presencia del líquido vital, desde una gota hasta su colosal expresión, el mar. Así se aprecia, por ejemplo, en la portada donde aparece un autorretrato azul del autor, que bien podría ser cielo, pero también océano; o bien en el automóvil abierto y varado a la orilla de la carretera que aparece en el cuadernillo y que, sin esforzarnos, puede fungir como barco que nos invita a su abordaje.

El recorrido al que nos convida este cantautor trovero está colmado de sonoridades y poesía, siguiendo el legado de Cal y Canto, agrupación surgida a finales de los años ochenta a la cual perteneció junto con sus hermanos Darío y Julio y uno de cuyos objetivos fue el de introducir al género de la trova tradicional elementos electroacústicos y letras de la poesía contemporánea.

Guitarras, batería, violines, violas, cellos y percusiones son instrumentos recurrentes que acompañan las once piezas del álbum y que, sin embargo, no son los únicos en producir la melodía lograda al final de cada canción, ya que también la palabra desempeña una función rítmica, tal cual sucede en la poesía contemporánea (y la de todos los tiempos).

Si bien no son herméticas ni complejas, las letras de las canciones escritas por José Antonio Parga en “Azul sin rostro” evidencian el trabajo artístico e ingenioso del cantautor. Frases como “brisa sin destino”, “di conmigo al dar contigo”, “a miedo y medio”, “de ahí aprendí”, “cuentas y cuentas cuentos por saldar” y “ansia de reír hasta la saciedad”, sin dejar de mencionar la que da nombre al título del álbum, entre otras, quedan revoloteando en la mente de quien las escucha y hacen ver que el autor invirtió sabiduría, trabajo y tiempo en construirlas e insertarlas en acertados estribillos.

Aunado a las ingeniosas frases propias, J.A. Parga no desaprovecha la oportunidad de hacer alusiones a literatos reconocidos como Jaime Sabines y Julio Cortázar en sus canciones, pero no sólo eso, “Azul sin rostro” está compuesta por una paráfrasis del “Poema Blues”, tomado del libro “El otoño recorre las islas”, del poeta tabasqueño José Carlos Becerra (1937-1970).

Por si fuera poco, la penúltima pista del álbum está constituida por fragmentos del soneto “Gavota”, del célebre poeta zacatecano Ramón López Velarde (1888-1921), y viene a ser uno más de los tantos poemas musicalizados que, loablemente, nuestro cantautor difunde retomando la más variada legión de poetas hispanoamericanos desde los primeros tiempos de Cal y Canto.

La temática amorosa, ya inicial o terminal, es decir, la alegría de amar y la tristeza por dejar de hacerlo; la soledad, y la nostalgia, todos son temas reiterativos a lo largo de las once composiciones que presenta este álbum, los cuales quizá contrasten un poco con el erotismo un tanto velardiano de “Al filo del pecado” donde, sin más, José Antonio sentencia: “Al filo del pecado he crecido/ y del arrepentimiento/ nunca supe nada/ el cuerpo es débil/ como la llama del cirio/ y aún tras la sotana se corre peligro/ de convertir hábito en faldas/ de que arda el cuerpo/ justo a las espaldas/ de un cristo que afligido/ todo calla y lo disuelve/ con dos o tres plegarias.”

El título de la canción coincide con el que Cal y Canto bautizó a su primer disco, de modo que se entiende la aparición de la pieza en el álbum “Azul sin rostro”, así como su postura social y decidido anticlericalismo: “Parece que nada ha cambiado/ el señorío de los templos/ los curas acaudalados/ ni los niños harapientos/ parece que y sin miedo a blasfemar/ cualquiera puede comprar/ algún pedazo del cielo/ alguno del ministerio/ a una silla en catedral/ y sin más echarse la cruz al cuello.”

Trova fresca, pulida, poética y sonora es la propuesta que José Antonio Parga nos ofrece en “Azul sin rostro”, editado en 2005 por CONACULTA y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Gobierno de San Luis Potosí. Con él, podrá disfrutar de música interesante y estará apoyando a proyectos tan valiosos como éste, para que sigan existiendo y continúen siendo alternativa para quienes deseamos disfrutar de expresiones inteligentes y creativas, alejadas de la sordidez y vaciedad a que tienden las canciones comerciales de moda.

Comentarios a esta nota: Reportero Azteca21

Leave a Reply