CEPAL y microcréditos

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-CEPAL y microcréditos
-Estudios de caso en A.L.
-Análisis del FONDESO

De forma más frecuente surgen en América Latina  nuevos esquemas para financiar proyectos que contribuyan a que cada día más gente tenga las posibilidades reales de salir de la pobreza de manera permanente.
 Nos enfrentamos a toda una revolución en la política social del gobierno y en los programas de financiamiento de la banca de segundo piso en cuestión del impulso a la empresa de cualquier tamaño, fundamentalmente micro y pequeña, aunque determinadas líneas llegan a abarcar a los talleres artesanales.
 En la medida en que el gobierno cuenta con menos facilidades para los programas sociales y de financiamiento porque la prioridad es el equilibrio macroeconómico con el menor déficit posible en las finanzas, la reorientación obliga a aprovechar al máximo la escasez de recursos.
 Me parece muy significativo dejar atrás los viejos vicios de dar subsidios a cambio de una serie de condicionamientos (político-electorales). La pobreza subsidiada con recursos directos a la oferta, rara vez encontró una salida a la miseria. Los subsidios a la oferta crearon una serie de daños en el sector primario de la producción, más evidentes ante la apertura del TLCAN.
 Lo mismo ha sucedido con los subsidios a la demanda, son contados los  éxitos.
 Por ello el subsidio como paliativo a la pobreza debe quedarse en el pasado, y más bien avanzar en las llamadas transferencias monetarias condicionadas.
 Los nuevos programas de transferencias condicionadas que se han implementado durante los últimos años en América Latina se basan en la  premisa de que una de las razones fundamentales de la reproducción intergeneracional de la pobreza es la falta de inversión en capital humano en los ámbitos de educación, salud y nutrición, déficit que resulta de la interacción entre los problemas de acceso de los pobres a los dispositivos institucionales de gestión de riesgos y las estrategias ineficaces de enfrentamiento utilizadas por los segmentos más vulnerables.
En consecuencia, estos programas buscan, mediante el condicionamiento de las transferencias, generar los incentivos necesarios para mantener e incrementar la inversión en capital humano en los individuos y familias pobres
A COLACIÓN
 Los programas de microfinanciamiento del gobierno igualmente son modificados para permitir que más gente desatendida por la banca comercial pueda  aplicar por un crédito en algún  esquema gubernamental.
 La banca social, junto con otro apéndice del microfinanciamiento, apuntan a convertirse en pilares relevantes de millones de familias receptoras de remesas, tanto en México como en otros países de América Latina, y son un grupo a los que hay que encausar para que aprovechen los dólares que reciben para construir un camino de soporte empresarial que les permita salir definitivamente de la pobreza.
 En un reciente estudio denominado: “Políticas municipales de microcrédtio. Un instrumento para la dinamización de los sistemas productivos locales. Estudios de caso en América Latina”, los autores Paula Foschiatto, Giovanni Stampo y Celso Garrido, destacaron que uno de los principales obstáculos para el desarrollo de la micro y pequeña empresa es la escasa posibilidad de acceder a un financiamiento que se adecue a las necesidades propias de este sector.
En un contexto de este tipo, el microcrédito puede beneficiar a los agentes económicos mediante la oferta de servicios microfinancieros específicos, a los cuales, en algunas ocasiones, se da también la posibilidad de asociar otros tipos de servicios.
Los investigadores de la CEPAL argumentan que por estas razones resulta muy importante poner de relieve el hecho de que el microcrédito no es una actividad simplemente bancaria, sino que tiene un elevado potencial como herramienta de desarrollo económico y social.
En el cuerpo del análisis se examinan los estudios realizados en Argentina, Brasil y México. En  particular en: 1) El Centro de Apoyo a la Microempresa (CAM), en Buenos Aires. 2) El Blusol, en Blumenau. Brasil. 3) El  Fondo de Desarrollo Social (FONDESO), en la Ciudad de México.
SERPIENTES Y ESCALERAS
 Para la CEPAL, la propuesta del FONDESO constituye una experiencia novedosa como modalidad institucional para el combate contra la pobreza y la exclusión de las actividades económicas a nivel local de vastos sectores de la población, tanto por su oferta de financiamiento con fondos públicos retornables provistos directamente por las instituciones públicas, como por su propósito de brindar estos apoyos financieros con una visión integral de las necesidades que tienen las personas y las empresas para poder llevar adelante su actividad económica, en una perspectiva de desarrollo económico local.
En el año 2002, el gobierno del Distrito Federal creó el FONDESO como un fideicomiso público descentralizado, que opera dentro del marco institucional y estratégico de la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDECO)
El FONDESO debe actuar como el brazo financiero de la SEDECO bajo el concepto de banca social, con el objetivo de contribuir a frenar el deterioro y la exclusión que han generado las condiciones mencionadas. La actividad del FONDESO se inscribe dentro de un conjunto de planes estratégicos que configuran el Programa Integrado Territorial de Desarrollo Social de la SEDECO, entre los que se encuentran los esquemas de microcrédito para el autoempleo.
Desde una perspectiva estratégica, el fondo está diseñado para  asegurar su sostenibilidad financiera básica, con independencia del presupuesto público, cuando termine el actual gobierno en el año 2006.
Está previsto que su estructura de financiamiento evolucione desde un predominio inicial de los fondos presupuestarios públicos hacia un funcionamiento basado en los fondos obtenidos de la rotación y recuperación de los créditos, que se constituyen en patrimonio del fideicomiso.
Bajo este esquema, hasta el 2004 el fondo había asignado más de 110 mil créditos, que beneficiaron a 500 mil personas.  La mayoría absoluta de estos préstamos corresponde a microcréditos para el autoempleo.
Por otra parte, se otorgaron algo más de 2 mil 500 créditos a través de los programas destinados a la pequeña y mediana empresa, y a fondos de garantía, cifra que parece poco relevante comparada con un universo de más de 350 mil  micro y pequeñas empresas registradas en el Distrito Federal.
Es interesante que la CEPAL destaque casos de éxito que bien podrían servir de ejemplo para ser impulsados en otras áreas de México, en microregiones, y dentro de la esfera municipal.

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