Augusto Blanca, madurez de la trova

El trovador Augusto Blanca
en la portada de
su nuevo disco
 Foto: Azteca 21

Por Darío S. González M.
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 21 de junio de 2006. Las dos palabras que dan nombre al álbum de Augusto Blanca son simbólicas para identificar al género del cual el mismo intérprete y compositor fue cofundador (a la par de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Sara González y Pedro Luis Ferrer, entre otros): la nueva trova cubana.

La luna siempre ha sido uno de los temas de mayor predilección en el mundo de los poetas y artistas, su presencia hace evidente la llegada de la noche, tiempo en que los bohemios se dan a la tarea de darle sentido a su existencia divirtiéndose con cantos y jolgorios. Es justo aquí cuando la presencia de los trovadores se hace necesaria.

“Un trovador es un poeta con guitarra”, dijo cierta vez Silvio Rodríguez, y Augusto Blanca (además del propio Silvio, claro) es fiel prueba de ello; poeta que, además, se convierte en un cronista que lo mismo le canta a un vagabundo que a la moderna Penélope quien, sentada en un parque, sueña con el regreso de su amor de adolescente.

Cronista y además autocrítico que, después de haber escrito más de mil canciones, se atreve a admitir (aunque sólo un poco) que ha envejecido, como lo expresa en la obra que tiene el mismo nombre de este álbum: “…la luna trovera/ que anda suelta, deprimida,/ tal vez porque empieza marzo/ y los vientos de cuaresma/ presagian nuevas espinas;/ quizás porque hoy un poco,/ hoy un poco… he envejecido”.

A pesar de esa relativa vejez, paradójicamente la nueva trova cubana sigue manteniéndose como género apreciado por un público que si bien no aumenta, tampoco disminuye en forma alarmante y por el cual Augusto, con todo y su anunciado envejecimiento, sigue ganando premios como el otorgado a “Luna trovera” en la novena edición de la Feria Internacional del Disco, Cubadisco 2005, celebrado en La Habana en mayo de ese mismo año.

“Luna Trovera”, entre sus dieciocho temas, se precia de incluir voces de otros trovadores importantes, como Vicente Feliú, Sara González, Lázaro García, Corina Mestre y Patricio Anabalón; y en el cuadernillo que presenta la letra de las canciones, los dibujos de nuestro trovador nacido en Banes, provincia situada al oriente de Cuba.

Además de las voces, las canciones del álbum han sido acompañadas con los instrumentos propios del son cubano, tanto tradicional como moderno; es notoria la presencia de la trompeta de Eduardo Rodríguez, de César Bacaró en el bajo y de Maykel Elizarde en el tres, así como la del grupo Bahisón en las percusiones.

Pese al tono melancólico y un tanto trágico de la última parte, Augusto Blanca mantiene siempre presente una premisa fundamental en todos sus temas: el canto como catarsis, como medio de expresión para sobrellevar las pesadumbres cotidianas, por eso justamente en la canción que lleva el mismo título del álbum incluye al final un fragmento del tradicional “Cielito Lindo”, y a la mitad del cuadernillo, lo reitera: “quiero que cantes… no llores…”.

Poesía trovadoresca acompañada de son cubano, destacadas voces e instrumentistas son las características principales de “Luna trovera”, con temas que nos incitan a desahogar nuestras penas o festejar nuestras emociones al modo de los trovadores: cantando. Aunque el álbum apareció en Cuba desde 2002, en México, este disco de Augusto Blanca es difundido el presente año por Ediciones Pentagrama. Súmese, con él, a la propuesta trovadoresca de cantar en vez de llorar.

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