Recordando a Anthony Quinn, un mexicano universal que sigue inspirando a muchos

Anthony Quinn murió
a los 86 años de edad
Foto: Internet

Los Angeles, EU; 2 de Junio de 2006.- Anthony Quinn falleció hace cinco años pero la huella de este mexicano internacional sigue más presente que nunca en el cine, en los museos y entre aquellos a los que inspiró con su trabajo.

Su muerte, ocurrida el 3 de junio de 2001 en Boston a los 86 años como consecuencia de un fallo respiratorio, privó a Hollywood de una de sus mayores estrellas y, por ello, su recuerdo sigue vivo.

Ya sea el candidato al Oscar como mejor secundario por "Brokeback Mountain", el estadounidense Jake Gyllenhaal, o el aspirante al de mejor actor por "The Godfather III", el cubano Andy García, todos siguen mencionando a Quinn como uno de los grandes al que quieren emular con su trabajo.

"Anthony fue un verdadero regalo para nosotros y para millones de personas", asegura en el mismo sentido el hispano Edward James Olmos.

Para el libanés Keanu Reeves, Quinn fue "una lección magistral" y para la española Aitana Sánchez Gijón "un pedazo de humanidad, divertido y pícaro". Ambos trabajaron con él en "A Walk in the Clouds" (1995).

Para los que no tuvieron la suerte de conocer en persona a este actor natural de Chihuahua (México), hijo de padre de origen irlandés y madre azteca, Quinn fue un mexicano universal que abrió a Hollywood la puerta del universo.

No hubo nacionalidad que se le resistiera: fue beduino en "Lawrence of Arabia", trotamundos de "La Strada", patriarca italiano en "A Walk in the Clouds", cura español en "Valentina" o esquimal en "The Savage Innocents".

También hubo rusos, indios, asiáticos e hispanos en la carrera de un actor que interpretó más de un centenar de papeles en seis décadas de una filmografía que el británico Alfred Molina define como "el antídoto al estereotipo".

Pero sobre todo Quinn sigue siendo recordado por su trabajo como el mexicano Eufemio Zapata, hermano del famoso revolucionario en "Viva Zapata!" (1952) y como el eterno optimista griego de "Zorba, The Greek" (1964).

Su interpretación de Zorba fue tan espléndida que, aunque resulte irónico, este gran mexicano en tamaño y fama, sigue siendo recordado incluso en su pueblo con una estatua en la que continúa bailando la danza de Zorba.

Y es que, como le gustaba repetir, durante toda su carrera Anthony Quinn se sintió Zorba, enamorado de la pasión por la vida que tenía el personaje de la obra de Nikos Kazantzakis. Además de una larga carrera artística la pasión de Quinn también dejó una larga lista de hijos.

Se casó en tres ocasiones pero tiene 13 hijos reconocidos con cinco mujeres diferentes. Quinn también dejó otro tipo de legado en los dos Oscar que recibió a lo largo de su carrera, ambos como mejor actor secundario por "Viva Zapata!" y "Lust for Life" (1956) donde interpretó al pintor Paul Gaugin.

Premios que pudo añadir a sus dos candidaturas al Oscar como mejor actor por "Wild is the Wind" (1957) y por supuesto por "Zorba, the Greek".

Su otra huella es cosa de museo, que cuelga se paredes importantes, como la casa del actual gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, uno de los mayores admiradores de la obra plástica de Quinn.

"La mayor inversión que uno puede hacer en arte es en Anthony Quinn", aconsejó el héroe del cine ahora metido político antes de la muerte de este artista.

Prolífico escultor y pintor, como en todo en su vida, Quinn expresó su pasión a borbotones en sus cuadros y esculturas.

Antes de su muerte, el actor John Guielgud recordó que "Tony Q." como le llamaba, acabó unas 70 esculturas en los ocho meses de rodaje que pasaron en Italia con "Lion of the Desert" (1981).

Esta es sólo una muestra de la energía que derrochó durante su vida este ciudadano del mundo que, aunque vivió en Grecia, Francia, España e Irán, se nacionalizó estadounidense pero llevó siempre en su corazón a su México natal. (Agencias)

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