Ortiz, ¿credibilidad por bancos?
Por la espiral
Claudia Luna Palencia
-Ortiz, ¿credibilidad por bancos?
-De vendedor a planificador
-Estratega privatizador
¿Zigzagueos, madurez o remordimiento de conciencia? Resulta radical la postura de Guillermo Ortiz Martínez en torno al desempeño de las instituciones extranjeras que compraron bancos mexicanos, hasta dominar el sistema de pagos, y al papel del capital nacional dueño de empresas proveedoras de servicios como Telmex que pasó, de monopolio público, a privado.
No hace mucho el actual gobernador del Banco de México fue artífice esencial, pieza clave, en todo el proceso de reducción del sector público por la vía de la privatización, desincorporación, fusión y liquidación de empresas; la antesala de la vorágine foránea.
Algunas remembranzas: en 1982 existían 1 mil 155 entidades paraestatales, la mayoría eran empresas (822), otras eran fideicomisos (231) y el resto organismos descentralizados (102). En manos del gobierno operaban varias empresas del sector primario de la producción y, sin justificación alguna, entre los activos públicos figuraban propiedades como cines, fábricas de casimires y hasta centros nocturnos.
El gobierno en su afán paternalista llegó a un exceso con la posesión de tantas empresas, un lastre para las finanzas públicas, pero muy acorde con la creación de canonjías, puestos de privilegio para compadres, amigos y familiares. El circulo de la corrupción.
Cuando en la administración del presidente Miguel de la Madrid surgió la decisión de reducir el aparato paraestatal para hacer más eficientes las finanzas, a recomendación de los organismos acreedores internacionales, el camino emprendido a favor de la privatización en el país no contó con que vicios de origen en los procesos traerían la creación de grupos de privilegio empresarial, “apapachados” por el propio gobierno.
Caímos en dilemas que la propia Comisión Federal de Competencia, arbitro del mercado, no resuelve a favor de los consumidores en aspectos tales como las comisiones impuestas por el oligopolio de la banca extranjera en el país; o la controversia de monopolio, calificada de “dominancia”, por parte de Telmex.
Los consumidores pagamos servicios muy caros y no siempre eficientes resultado de una mala política privatizadora, que no previó, de antemano, colusiones entre los grupos empresariales en precios, calidades y servicios.
En particular, para los grupos financieros, sobre todo los bancos, el sendero condujo del capital privado nacional a la ruta del capital foráneo en la fase del rescate bancario.
Desde un principio fue un trato muy especial para la privatización bancaria. Aunque en 1990 en la Secretaría de Hacienda, por conducto de su titular Pedro Aspe Armella, surgió la Unidad de Desincorporación de Entidades Paraestatales Públicas a cargo de Jacques Rogozinski, Aspe encomendó a Guillermo Ortiz Martínez organizar el Comité de Desincorporación Bancaria, el núcleo desde donde se prenegoció la venta de bancos con los grupos empresariales a incluir.
| En el libro “México, un paso difícil a la modernidad” el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, en la página 437, refiere que el equipo de Ortiz Martínez fue “el responsable de la privatización en la banca”.
El grupo de élite neoliberal aglutinado en el comité bajo la guía del subsecretario de Hacienda Ortiz Martínez contó con: Carlos Ruiz Sacristán, Víctor Miguel Fernández, Jacques Rogozinski, Miguel Mancera Aguayo, Guillermo Prieto Fortín y Óscar Espinosa Villarreal.
Ellos fueron los encargados de tomar las decisiones de privatizar los bancos. En 13 meses vendieron las 18 instituciones financieras por las que el gobierno de Salinas de Gortari recibió 13 mil millones de dólares, que fueron supuestamente destinados a pagar parte de deuda interna.
A COLACIÓN
Ortiz Martínez participó en la privatización con el gobierno de Salinas. Luego en el siguiente sexenio, con el presidente Ernesto Zedillo, tras los 29 días de Jaime Serra Puche al frente de Hacienda y del “error de diciembre”, Ortiz Martínez asumió la titularidad de la dependencia. No dejaría el cargo hasta que Zedillo lo nombraría gobernador del Banco de México.
Al frente de Hacienda, su tarea fue la de rescatar a la banca quebrada y abrir las compuertas al capital extranjero como nuevo comprador de las instituciones de crédito. Fueron meses de una tarea delicada y terminal: la de rescatar con cargo al erario, intervenir instituciones y prepararlas para su reventa.
Muchos de los grandes secretos de la privatización, rescate y extranjerización del sistema financiero en México forman parte de las memorias de Ortiz Martínez quien se ha salvado de varios intentos de juicio político, además con una imagen muy protegida.
Con el paso del tiempo es irónico que Ortiz Martínez busque afanosamente deslindarse de los errores de la privatización bancaria salinista, lo intentó años después como secretario de Hacienda, reconociendo que “hubo fallas” entre las cuales “la participación de gente deshonesta”.
Ahora reniega de los vicios de la extranjerización de la banca por no ser competitiva, cobrar tarifas y comisiones muy superiores a las que las propias instituciones foráneas aplican en sus países de origen.
GALIMATIAS
Ortiz Martínez es un profesionista inteligente que ha sabido protegerse del banquillo de los acusados al que debió ser llamado por diputados y senadores desde hace mucho. Nos quedamos con las ganas del deslinde de responsabilidades en el salvamente bancario, en el robo del Fobaproa, y el entreguismo posterior.
En la actualidad, desde la posición de gobernador del Banco de México, reelecto además por un segundo periodo por el presidente Vicente Fox (hasta el año 2009) Ortiz Martínez lanza dardos críticos buscando alejarse del pasado, obtener credibilidad nacional e internacional como hombre pragmático y a favor de la independencia de la política monetaria lejos del control gubernamental.
Sin embargo, no se salva de las inconsistencias de la mano de su propia concepción personal del mundo económico y la del ejercicio de los cargos públicos que ha desempeñado desde analista del Banco de México, hasta el corazón mismo de Hacienda, de vuelta a la cabeza del banco central.
Afortunadamente tenemos memoria histórica para recordarle a Ortiz Martínez que hoy se queja de lo que él mismo ayudó a construir, apostándole al olvido, a la amnesia, por su participación en uno de los capítulos más negros y dolorosos para los mexicanos porque nos quitaron la posibilidad de mejorar en nuestro ingreso per cápita. No hay que perder la retentiva.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com