Secreto bancario, no todos son iguales

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-Secreto bancario, no todos son iguales
-Sirve a poderosos y golpeteos políticos
-Aplica en forma contraria con el Buró

En los últimos años el sistema financiero mexicano arrastra un desprestigio ganado a pulso con tantas historias negras del rescate bancario en el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, con varios empresarios y neobanqueros quienes, de una u otra forma, se libraron de las rejas.
A pesar de la aplicación de nuevas reglas prudenciales, criterios internacionales de supervisión bancaria y la contabilidad USGaap hay un demérito institucional por el tráfico irregular de la información que llevan a cabo las  autoridades supervisoras.
El secreto bancario está siendo usado como un instrumento para proteger al gran capital como un candado intraspasable, hermético, para los brazos de la justicia; y  al mismo tiempo es permeable al revelar datos confidenciales para  servir al golpeteo político, las pugnas partidistas y los cotos de poder.
El secreto bancario sirve a intereses perversos, a mercaderes de la información,  que utilizan a conveniencia una garantía individual a la que todos tenemos derecho por privacidad.
En los sexenios pasados, de poder priísta, las acusaciones y señalamientos fueron por corrupción, por tener funcionarios que se llenaron las manos de dinero; este sexenio, de poder panista, corrompió el uso de la información confidencial que únicamente puede ser solicitada a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y el Sistema de Administración Tributaria mediante orden judicial para una investigación en curso.
Ha sido un juego peligroso el de las filtraciones de datos, números, propiedades y recursos ocultos. ¿Por qué en vez de difundir, Hacienda o la Comisión Nacional Bancaria, actúan en su carácter de órganos encargados de supervisar los malos manejos y evasiones?   Es de llamar la atención.
El secreto bancario estipulado en  el Artículo 117 de la Ley de Instituciones de Crédito debe aplicarse  tal y como aparece en el apartado de la protección de los intereses del público, porque al no hacerlo, nos pone a todos en una situación endeble. Todavía más. O es qué, acaso a usted, amigo lector, le gustaría que sin mediar orden judicial, sin proceso qué investigar, alguien de Hacienda o de la Bancaria, filtrara gratuitamente o con fines de lucro sus datos financieros, por ejemplo a un medio de comunicación. ¿Y si esa información fuera vendida a un delincuente, a un secuestrador?
La corrupción de la información inicia desde adentro de las instituciones que la poseen, y a pesar de tener criterios modernos, el sistema financiero mexicano requiere de muchos candados internos para evitar que sus propios empleados utilicen mal los bancos de datos. Hay que aumentar las reglas de seguridad para Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria. Y de una vez implementar acciones en la CONSAR que prevengan un súper fraude futuro.
GALIMATÍAS
La investigadora Marcia Muñoz de Alba, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, analizó jurídicamente a organismos como el Buró de Crédito, para de su naturaleza concluir que: “Las sociedades de información crediticia establecen mecanismos legales de violación del secreto bancario, reflejando una vez más signos de ineficacia institucional y legislativa, ya que el derecho es utilizado para el establecimiento de normas de excepción por normas generales”.
Otra vez no todos somos iguales y el secreto bancario surge como ese comodín que se amolda al arbitrio de quien gobierna y de sus acompañantes. Del hermetismo para determinadas situaciones, en la otra cara de la moneda, en el sexenio del presidente Zedillo surgió el Buró de Crédito para administrar toda la información de las personas  que en México tienen un crédito de cualquier especie con la banca comercial o con una empresa.
En los primeros años de operación, los historiales se alimentaron sin el consentimiento de la gente, actualmente en cualquier contrato comercial o bancario, en las mini cláusulas aparece que el cliente acepta que su información crediticia pase al buró.
De todos modos es, como lo hemos dicho y refrendado constantemente en esta columna, una violación al secreto bancario, porque una empresa comercializa, vende mi información confidencial con fines de lucro a las empresas a las que acuda a pedir un crédito. Al conocer mi  historial entonces deciden si soy apta o no para poder pagar el endeudamiento solicitado.
A COLACIÓN
 ¿Qué opinan los candidatos del secreto bancario?
 Para Patricia Mercado, candidata de Alternativa Socialdemócrata y Campesina, si bien coincide en que debe revelarse la información del IPAB, ella no considera pertinente la desaparición del secreto bancario. Propone acotarlo  cuando las autoridades necesiten llegar hasta el fondo en la investigación de delitos como enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, entre otros. 
Felipe Calderón, candidato del  Partido Acción Nacional (PAN), recorre las plazas del país prometiendo eliminar el secreto bancario en el caso de cuentas bancarias de criminales. El político blanquiazul afirma que entregó datos confidenciales de sus cuentas bancarias al IFE.
Por su parte, Roberto Madrazo, candidato de la Alianza por México, refrenda el derecho a la privacidad que concede el secreto bancario, al realizar una denuncia de hechos con carácter de acción penal contra  Roberto Campa, del partido Nueva Alianza, y los funcionarios de Hacienda que resulten responsables, por la revelación de cuentas adscritas al secreto bancario que dio a conocer Campa en el primer debate televisado.
Por último, para Andrés Manuel López Obrador, candidato de la Alianza por el Bien de Todos, el secreto bancario es una buena medida en lo técnico que debe reajustarse.
En marzo de 2003, en las oficinas de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, le pregunté a López Obrador  del  secreto bancario a lo que él respondió: “Cuando está de por medio el interés general, el interés público, no debe ser un pretexto para ocultar la verdad”. 
En aquella entrevista  difundida en la Revista Vértigo, le cuestioné  entonces: ¿Debe seguir existiendo el secreto bancario? A lo que López Obrador respondió: “Con ciertos límites, con determinadas fronteras”.
El tema del secreto bancario es muy delicado. Es prudente  una definición acerca de su permanencia y de su flexibilidad para proveer de información de manera rápida y expedita a las autoridades pertinentes, sin poner trabas.  Deben evitarse las filtraciones dolosas, eliminar el uso de la información personal en el Buró de Crédito y  recuperar el prestigio institucional. Vamos siendo parejos.

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