El pintor y escultor mexicano Pedro Coronel, mezcló raíces prehispánicas con vanguardias europeas

 Pedro Coronel nació en
la ciudad de
Zacatecas en 1923
Foto: Internet

México, D.F.; 22 de mayo de 2006.-Máximo exponente del expresionismo pictórico y creador de un lenguaje propio que mezcla raíces prehispánicas con vanguardias europeas, el pintor y escultor mexicano Pedro Coronel, quien es recordado por obras como "Poética lunar", "Venus mexica" y "El regreso de Quetzalcoátl", murió el 23 de mayo de 1985, en esta capital.

Coronel, quien nació el 25 de marzo de 1923 en Zacatecas, cursó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", bajo la tutela de Juan Cruz, Francisco Zúñiga y Santos Balmori, entre otros.

De acuerdo con sus biógrafos, fue un entusiasta coleccionista de arte precolombino, primitivo, oriental, grecorromano y medieval, así como de arte gráfico, y perteneció a la generación de artistas que vivieron la consumación del renacimiento con la pintura mural.

En 1947 viajó a París, Francia, donde frecuentó los talleres del pintor Marcel Breuer y del escultor Constantin Brancusi, con los que entabló amistad y se convirtieron en su principal influencia pictórica.

La obra de Coronel está inspirada en los grandes bloques del arte prehispánico y primitivo y se ubica en el expresionismo, tratado con formas simplificadas con un tratamiento único de las coloraciones combinadas, entre los tonos brillantes y opacos, lo que da una imagen de vejez o desgaste a la pintura en sí.

Realizó su primera exposición individual en 1954, y años después exhibió su obra en Francia, Italia, Japón, Estados Unidos y Brasil. Pedro Coronel ha sido considerado un innovador del arte mexicano porque su obra manifiesta, entre otras cosas, una violencia semejante al portento mítico del arte antiguo mexicano y muestra un mundo lleno de hostilidad y lucha, pero al mismo tiempo lleno de sensualidad y erotismo.

Entre sus obras destacan "Toro mugiendo a la luna", "Los hombres huecos", "El sol es una flor", "Habitante de amaneceres", "Bodas solares", "Camino de soles" y "Poética lunar", en las que deja entrever la grandeza del universo comparado con la levedad y pequeñez del ser humano y su destino.

Algunos autores han coincidido en dividir la carrera de Coronel en las siguientes etapas: naturalista, estructuralista, lírica, cromática y la recuperación de la pintura nativa.

En 1959 fue galardonado en el Salón Nacional de Pintura, con su obra "La lucha", y un año después recibió el Premio de Pintura y Grabado de la Bienal Interamericana.

Durante la década de los 60 fijó su residencia en México, la cual alternó con una serie de viajes por Europa, Asia y Estados Unidos, logrando la plenitud en su actividad artística.

Participó junto con Mathías Goeritz, Rufino Tamayo y Pedro Fiedeberg, en la decoración del Hotel Camino Real de la Ciudad de México.

Su producción artística se puede dividir en dos etapas, en la primera predomina el arte figurativo y se caracteriza por crear, mediante planos lisos yuxtapuestos, imágenes ideales, donde convergen la realidad y la fantasía.

Mientras que en la segunda etapa, el pintor alcanza su madurez pictórica, pues encuentra su propio estilo, en el que se libera de la figura para pasar a la forma, construida por el color, la luminosidad y el brillo.

Su plástica tiene influencia prehispánica apoyada en imágenes semi abstractas en las que deja entrever elementos del pasado mexicano, tal es el caso de la obra "El regreso de Quetzalcoátl". Sin embargo, en el ámbito de la escultura mantuvo su estilo formalista.

La obra de Coronel se caracteriza por mantener como constantes los colores rojo y amarillo, los cuales reflejan melancolía, pasión y soledad; con frecuencia aborda temas que desnudan la intimidad del ser humano, mostrando sus miedos más profundos, como la angustia, el dolor y la muerte.

No obstante, su trabajo artístico también hace referencia a cuestiones sublimes como el amor, la sensualidad, el erotismo y el sentido de la vida, tal es el caso de "Venus mexica" (1949), "La niña de la morena" (1940) y "La dama de las frutas" (1949).

Otras de sus obras son "Cabeza de mujer" (1955), "Epitalamio" (1956), "Naturaleza muerta" (1956) y "Erotismo" (1958), "La niña de los besos" (1959), "La amante dormida" (1961), "El sonámbulo de oro" (1963) y "Piedra de soledad" (1964).

"Año uno luna" (1969), "La mujer caracol" (1970), "México" (1975), "Cráneo" (1981), "Floración nocturna" (1982) y "Venus de Vaudreuil" (1984), entre otras obras que han sido expuestas en México, París, Tokio, Osaka, Estados Unidos de Norteamérica, Italia, Brasil y Bélgica.

Entre los reconocimiento que Coronel obtuvo por su prolífica trayectoria destacan el Premio Nacional de Pintura en 1984 y el José Clemente Orozco de la I Bienal Interamericana de México en 1959.

En 1971 apareció el libro "Pedro Coronel, Pintor y Escultor" escrito por Justino Fernández y publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). (Notimex)

Leave a Reply