El debate del 25 ¿de altura?

Por la espiral

Claudia Luna Palencia

-El debate del 25 ¿de altura?
-Enviar propuestas claras
-La política social. Enfoques

 Los tiempos se cumplen: llegó la fecha del primer debate entre los candidatos a la Presidencia. Mañana martes 25 de abril, 4 de 5 aspirantes a gobernar el país, tienen el reto de convencer a la gente para que salga a votar a las urnas el próximo 2 de julio.
 Nuevamente la penetración mediática jugando un rol fundamental en las campañas, para beneplácito de los costosísimos asesores de imagen, personalidad y oratoria que a estas alturas tendrán rodeados de estrategias exitosas a los candidatos. Todo sea por remontar en las  encuestas.
 Lo cierto es que son 120 minutos que, por primera vez, permitirán a los contendientes demostrar que pueden elevar el tono del debate y el sustento de las propuestas después de la baja calidad en el contenido de la campaña, el predominio de las descalificaciones mutuas, la utilización de los espacios para responder a agresiones verbales más que para proponer y explicar el cómo.
 A estas alturas, el afectado es el elector que ha debido conformarse con escuchar un pobre contenido en la plataforma y el eje de las políticas que deberían marcar una clara diferencia entre uno y otro candidato.
 Resulta que los candidatos asisten a las plazas cívicas, a lo largo y ancho de la geografía patria, para decir exactamente lo mismo: “Voy a dar empleo”. “Reduciré la pobreza”. “Combatiré la inseguridad”. “Tendremos crecimiento”. “Habrá oportunidades para todos”.
 Por esa razón, este primer debate es sustancial para normar criterios en la intención del voto. Sería un franco desperdicio que 4 de los 5 candidatos presentes en la polémica de mañana martes, recurriesen a la misma táctica del presidente Vicente Fox, incluso la de ellos mismos a lo largo de la campaña, de atacar al candidato ausente Andrés Manuel López Obrador, de la alianza Por el Bien de Todos.
A COLACIÓN
 Una forma de capitalizar el debate es darle a la ciudadanía las respuestas concisas con mecanismos concretos para la consecución de los objetivos, primordialmente en el manejo de los temas económicos.
Las interrogantes entre la ciudadanía circundan en la definición de la política de empleo, el electorado quiere saber con cuál postura se identifican los candidatos para lograr las fuentes de trabajo prometidas: A) Más inversión extranjera directa porque habrá más privatizaciones. B) Una política fiscal de incentivos para que la iniciativa privada expanda su nómina. C) Que crezca el  sector público. El gobierno creará los puestos laborales que la gente no encuentra  en el sector privado.
Cuando tengamos propuestas, con respuestas, el electorado podrá valorar cuál es el menor costo de oportunidad que pagará por  las políticas del próximo sexenio.
Otro punto: el de la energía demanda precisión  acerca del papel del Estado y la explotación de los recursos energéticos, para ello hay que aclarar si: A) Seguirán los Contratos de Servicios Múltiples. B) Se avanzará en un esquema mixto, 50% sector público, 50% iniciativa privada –nacional y extranjera. C) Se cancelarán los Contratos de Servicios Múltiples y mediante la empresa pública se asegurará todo el proceso energético.
Más dudas que no pueden quedarse en limbo: la deuda externa y las reservas internacionales. ¿Se cancelará la deuda externa el próximo sexenio? Abordar el punto es importantísimo máxime cuando Guillermo Ortiz Martínez, gobernador del Banco de México, ha hecho diversos pronunciamientos en forma muy positiva. Entonces, un candidato que manifieste su compromiso por  cancelar este negro capítulo del bolsillo de los mexicanos y de varias generaciones, lleva un mensaje implícito: “No más políticas financiadas con deuda externa”.
Otras aclaraciones: el salario, las prestaciones y la reforma laboral en el rol de la competitividad  Hasta el momento, ninguno de los candidatos ha clarificado cómo le vamos a hacer en México para recuperar la competitividad en el terreno internacional, en el mercado de las exportaciones, sin tener que recurrir a una mayor devaluación del salario y perder más prestaciones.
GALIMATÍAS
 El gran asunto de la visión de la economía para los candidatos, y de su viabilidad de 2006 a 2012, estriba en el papel que debe jugar la política social como amortiguador de la pobreza.
 Recientemente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) puntualizó que  4 de cada 10 personas en la región viven en situación de pobreza.
 En el documento: “La protección social de cara al futuro: acceso, financiamiento y solidaridad”, el organismo examina las iniciativas más recientes en programas sociales en la región, con énfasis en dos modalidades de intervención de amplia cobertura en los últimos años: 1) Los programas de emergencia vinculados al empleo, orientados a aliviar los efectos devastadores de las crisis económicas o desastres naturales. 2) Los programas de transferencias condicionadas, los cuales combinan el alivio de la pobreza en el corto plazo (mediante transferencias) con objetivos de largo plazo a través del desarrollo simultáneo de distintos componentes del capital humano de las personas (educación, salud, alimentación).
La CEPAL subraya la importancia de crear una institucionalidad social que proporcione  continuidad a las iniciativas evitando su reemplazo constante y permitiendo su consolidación.
De la política social, todos los candidatos prometen becas, subsidios, ayudas, hay reclamos de que  unos copian las propuestas de los otros, en principio todos quieren votos, ya después, en caso de ganar, resolverán cumplir en el terreno de lo social.
 La palabra subsidio tiene una naturaleza entendible. Nada más que hoy en día un subsidio  no es igual a un subsidio de hace 15 años, ha venido pasando por un proceso de metamorfosis, de ser una dádiva dispersa, manipulable, ociosa, disfuncional, discriminatoria, excluyente de los focos más necesitados y utilizada de herramienta político-electoral; en la actualidad, avanza en programas sociales de transferencias monetarias condicionadas que, aunque salen del erario, son más funcionales, incluyentes de los grupos necesitados y obligan a cumplir compromisos a los grupos que los reciben con la finalidad de que ese subsidio en verdad cumpla su naturaleza.
 Los candidatos cuando prometen estas ayudas deben aclarar si su propuesta social es un subsidio como el de hace 15 años, o el de las transferencias monetarias condicionadas.  Eso permitirá entender qué tan cerca o qué tan lejos estamos del populismo.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Redacción Azteca 21

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