Empleo desalentador

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-Empleo desalentador
-OIT: jóvenes más afectados
-Analiza Bumeran mercado

En México, de acuerdo con cifras preliminares del INEGI, la tasa de desocupación (TD) en 2005 resultó  de 3.58% de la Población Económicamente Activa (PEA). Para cualquier persona que no conozca la realidad del país, la lectura de la tasa de desocupación le significaría creer que México tiene un escenario mucho más boyante en el tema del empleo que el conglomerado de la Unión Europea y que el propio Estados Unidos.
 A febrero pasado, la tasa de desocupación se ubicó en 3.60% respecto de la PEA, el INEGI difundió que “fue un porcentaje inferior al registrado en el mismo mes de un año antes de 3.81 por ciento”.
 Para la administración que encabeza el presidente Vicente Fox persiste  la generación de empleo producto de los buenos resultados macroeconómicos. Del otro lado de la moneda, hay un grueso de demandantes, primordialmente jóvenes, que se encuentran atrapados por las redes de un mercado laboral cuyas condiciones son desalentadoras para cimentar un futuro acertado.
 El mercado laboral padece un desequilibro producto de un exceso en la demanda por un trabajo,  el INEGI contabiliza estas peticiones a partir de los 14 años de edad, es la nueva contribución a las estadísticas nacionales mediante la tasa de desocupación.
Hace tres años,  la Tasa de Desempleo Abierto (TDA) consideraba objeto de inclusión a los   12 años de edad, hoy esos niños adolescentes que están solicitando un empleo, o bien que ya lo encontraron y trabajan en él, son fantasmas para nuestras estadísticas.
La cuestión es que adolescentes jóvenes de 12 años que no son contados o los de 14 años que sí lo son, la juventud en general acepta condiciones contractuales desfavorables, con la esperanza de encontrar algún día un trabajo mejor.
 El meollo del asunto es que hay jóvenes que se quedan 5 o 6 años y la  consecuencia es un deterioro constante en su inmediata situación laboral, dado que han desperdiciado tiempo para acumular puntos de cotización en el IMSS; para una vivienda en el INFONAVIT; para el ahorro para el retiro en una Afore; por el derecho al aguinaldo,  la prima vacacional; y en su caso, el reparto de utilidades.
A COLACIÓN
 La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que el  número de personas desempleadas en el mundo registró un nuevo aumento en 2005.
A pesar del crecimiento de 4.3% del PIB en 2005, sólo 14.5 millones de los más de 500 millones de trabajadores del mundo en condiciones de pobreza extrema lograron superar la línea de la pobreza de 1 dólar al día por persona.
La OIT puntualiza  que casi la mitad de los desempleados son jóvenes entre 15 y 24 años, con una probabilidad 3 veces mayor que los adultos de encontrarse sin trabajo. Esta cifra es problemática y amenazadora porque los jóvenes representan el  25% de la población en edad de trabajar.
Por regiones, el mayor incremento en el desempleo sucedió en  América Latina y el Caribe, donde el número de desempleados creció  en 1.3 millones aproximadamente y la tasa de desempleo subió de 0.3 puntos porcentuales entre 2004 y 2005 hasta 7.7 por ciento.
SERPIENTES Y ESCALERAS
 El crecimiento económico sin el impulso de una política de Estado y el cauce de orientación, no puede por generación espontánea derramar una serie de beneficios como la creación de puestos de trabajo.
 Es pertinente una política de Estado (económica, monetaria y fiscal) y  la participación de la iniciativa privada, una que por cierto no se le notan muchas ganas de fomentar una espiral positiva porque el principal costo dispuesto siempre al recorte es el del capital humano sobre todo en las grandes empresas.
 Es visible un choque de corrientes en el ámbito empresarial: las medianas y grandes empresas  ponen una serie de trabas para las nuevas contrataciones, constantemente están fusionando áreas, desapareciendo funciones, reubicando personal y despidiendo gente.
Por otro lado, en las micro y pequeñas empresas, sucede  lo contrario: éstas participan con el 60% de los empleos del país y el 40% del PIB. No obstante, tienen más dificultades fiscales para sobrevivir porque están menos protegidas y “apapachadas” por la Secretaría de Hacienda en el caso de una empresa mediana y grande. Es bastante ilógico, pero es real.
 Asimismo, otro aspecto más de esta avasallante realidad, es revelada por la más reciente investigación de Bumeran.com denominada “Retención de talentos”,  en la que participaron un total de 1 mil 300 postulantes y 200 empresas.
Los solicitantes encuestados se ubican en los  siguientes sectores: servicios 25%; telecomunicaciones 9%; consumo masivo 8%; energía 4%; siderurgia/metalurgia 2%; agroindustria 2%; tecnología 8%; automotriz 2%; laboratorios 2%;  y otras áreas 38 por ciento.
El 30% de las personas manifestó ser responsable de alguna de las diferentes áreas que componen la organización; en tanto que el 25% son jóvenes profesionales y  un 17% analistas.
 Durante la realización de la encuesta se tomaron diferentes giros de la industria arrojando que un 43% son empresas medianas y 30% son empresas grandes; el resto son micro y pequeñas.
En cuanto a los resultados,  Bumeran señala que la mayoría de los profesionistas tienen un periodo de 6 meses de permanencia dentro de las empresas, respuesta que sin duda inquieta a las corporaciones y que habla de la dificultad para la retención del personal.
Las consecuencias para el empleado son evidentes, ya lo dijimos párrafos arriba, cambiemos ahora la pregunta ¿Qué tan sano es una rotación acelerada de  personal para una empresa? No lo es en ningún aspecto, ni siquiera en el contable, se  está invirtiendo en administración, recursos gerenciales y capacitación. La empresa no brinda tiempo para retribuirse, ni para retribuir.
Dentro de todo, lo más dañino, es que la empresa no está invirtiendo en activos humanos, en crear liderazgos organizacionales, naturales y con inteligencia emocional, aptos para tomar los relevos necesarios tarde o temprano. Un empleado que llega a una empresa y que no “se pone la camiseta” porque él mismo está a disgusto con las condiciones, puede provocar más costos por ineficiencia que beneficios.
Nada echemos un vistazo hacia al interior de las sucursales bancarias. Hace 25 años los empleados bancarios presumían de buenos sueldos, salarios y prestaciones. Tenían empleos de largo plazo, certidumbre y eso hacia que tuvieran “la camiseta bien puesta”. Hoy, los propios bancos tienen costos negativos intrínsecos al cambio gerencial. No hay futuro seguro para ningún país, empresa o actividad,  en devaluar el capital humano.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

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