“Carambola” recrea el ambiente de los billares de la ciudad de México

Cartel de una cinta
que retrata una
 actividad muy popular
Foto: Internet

Por Carlos Coronel
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 17 de abril de 2006. “Carambola” (México, 2005) es un homenaje con mirada nostálgica al ambiente de los billares en la Ciudad de México que, tras muchos años de ser considerados cuevas de malvivientes, actualmente son aceptados como sitios de diversión clasemedieros donde los amigos se encuentran, beben, aman y hacen como que juegan mientras se drogan.

El director Kurt Hollander muestra con acierto la expropiación “de los de arriba” al poner de moda sobre el paño verde, el pool -que es la onda-, sobre la carambola -una mera cosa de rucos. “El vago” (Daniel Martínez), “El chimuelo” (Roberto Cobo) y “El mexicano” (Jesús Ochoa) –apodos que apelan a ese mundo antiguo del billar como algo más que un simple juego- se niegan a aceptar esos cambios y como héroes románticos idean un torneo de carambola de fantasía para salvar las finanzas del local.

A estos personajes de ficción se suman la actriz Jesusa Rodríguez, el ex diputado federal Marco Rascón y el luchador social Superbarrio, interpretándose a sí mismos para evocar la conjura propia que escapaba de estos galpones. De hecho, el ex diputado perredista cuenta cómo en su época de militante comunista planearon asaltos bajo el clásico lamparón de las mesas verdes, agregando el delito de tipo político a la lista de crímenes salidos de los billares; el enmascarado, por su parte, revela que a falta de cabinas telefónicas cerradas en el Distrito Federal era fácil ubicar un local donde jugaran carambola, entrar inadvertido, enfundarse en su traje y salir hacia alguna marcha.

Como también “El vago” contrata a “El perro” para que filme en el local un documental sobre los orígenes y reglas del juego, Hollander aprovecha para depositar de vez en cuando su mirada en esa otra cámara pequeña, caprichosa y traviesa, que crea una mayor intimidad y realismo a la trama, ofreciendo dentro de esa ficción breves acercamientos al documental y hasta al video porno.

Si no fuera porque a “El perro” sólo le interesan los "bisnes", el desmadre y su novia “La pájara” (Laura Hidalgo), uno acabaría identificándolo como alter ego del propio realizador. Pero no hay duda: “El perro” pertenece a esa clase culpable que ha hecho de los billares, discotecas de ligue y tiendotas de menudeo; de manera que al final recibe su escarmiento.

La simpatía de Hollander está con aquella vieja guardia, cada vez menos comprendida, cada vez más olvidada, de los que prefieren las tres bolas y la banda, que cumplen sus apuestas puntualmente y respetan a los campeones de casta.

La aparición especial de Gabriel Fernández, cinco veces campeón de carambola en la vida real, refuerza este orgullo. Por eso, Hollander no puede resistirse y al final transforma a “La pájara” en novia de “El vago”, el hombre que todavía cree en esa vieja escuela de la calle y el billar, quien consigue salvar su negocio y además quedarse con la novia del gandalla.

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