La nueva polarización peruana

La nueva polarización peruana

Isaac Bigio
Analista internacional

El 9 de Abril la primera ronda de las presidenciales peruanas ha acabado con un resultado que casi ninguna encuestadora predijo. Lo más probable es que este país deberá votar entre el nacionalista pro-Chávez Ollanta Humala y el socialdemócrata Alan García. ¿Cómo se ha dado este resultado y qué puede pasar?

Hasta antes que en Noviembre 2005 Honduras iniciase un año electoral en el que Canadá y 14 de las 19 democracias representativas latinoamericanas tendrían elecciones, el Perú parecía que se encaminaba a tener que decidir, al igual que Honduras, entre dos candidaturas que estuvieran del centro a la derecha. Durante el grueso del 2005 la media y las encuestadoras habían colocado como dentro de sus favoritos al Frente de Centro de Valentín Paniagua (expresidente 2001), a la Alianza por el Futuro del encarcelado Alberto Fujimori (expresidente 1990-2001) y, sobre todo, a la Unión Nacional de la socialcristiana Lourdes Flores.

Sin embargo, la evolución de la coyuntura internacional fue influyendo sobre Perú. A medida que la figura de Evo Morales se agigantaba antes de las elecciones bolivianas del 16 de diciembre, en las zonas peruanas andinas y aledañas a Bolivia fue creciendo la necesidad de buscar un candidato que levantase políticas similares basadas en el libre cultivo de la coca, nacionalizaciones, reivindicaciones indígenas y anti-imperialismo. En la medida que la izquierda y los sindicatos peruanos están debilitados, dicho vacío político fue capitalizado por un ex comandante que se hizo conocido por hacer un fallido golpe contra Fujimori a fines del 2000.

Ollanta Humala, quien recién debutada en política e improvisaba un nuevo partido y programa, empezó a ser la figura que un sector popular sediento de nuevas alternativas nacionalistas deseaba.

En la medida que Humala hacía girar el péndulo político hacia la izquierda y que muchos electores iban clamando una nueva salida contra el ‘neo-liberalismo’ que viene rigiendo al país desde 1990, Alan García (expresidente en 1985-90) empezó a recuperarse. El también se sentía favorecido por las recientes victorias de sus compañeros socialdemócratas en las presidenciales de Chile (diciembre y enero) y Costa Rica (febrero) y por la recuperación del brasilero Lula quien apunta a ser re-electo.

Al final el Perú ha tenido una suerte de triple empate encabezado por el nacionalista Humala y seguido por el socialdemócrata García quien por poco margen ha descalificado a la centro-derecha socialcristiana Flores. Este triplete es algo que no se había visto aún en las nueve elecciones americanas que se desarrollaron en las nueve últimas quincenas. El Perú no siguió una definición tipo Bolivia (entre derecha e izquierda) o tipo Chile (entre centroizquierda y centroderecha), sino que ha optado por una ruta similar a la del último país hispano en haber proclamado un nuevo presidente: Costa Rica.

Tanto Alan García como el tico Oscar Arias fueron los presidentes socialdemócratas y hayistas que gobernaron a sus países hasta 1990 y que buscan mantener reformadamente el actual sistema y el TLC frente a la arremetida de una nueva figura nacionalista crítica al TLC (como lo fue el civilista democratizante Otón Solís y lo es Ollanta Humala).

Si bien García habría quedado a seis o siete puntos debajo de Humala, él ansía poder doblegarlo en la segunda vuelta. Mientras él es un político curtido y un gran comunicador, Humala no tiene mayor experiencia política u oratoria. Mientras el APRA  el partido más estructurado del país, Humala recién ha improvisado un heterogéneo partido que hasta hace unas semanas no ofrecía un plan de gobierno. Mientras Humala se ha enfrentado a todos los partidos tradicionales, García cree que podría ganar el apoyo de éstos mostrándose como un ‘responsable’ capaz de detener al ‘aventurerismo’ pro-chavista.

Humala, por su parte, es un fenómeno que podría seguir creciendo pues expresa a un electorado sediento de nuevas alternativas.

La democracia peruana tiene una característica desde que en 1978 ésta empezó a restablecer cuando la junta militar de Morales Bermúdez convocó a una constituyente. En tres oportunidades han surgido casi de la nada figuras populares aluvionales que han trastocado el escenario político.

En 1978-80 Hugo Blanco se convirtió en el primer sindicalista, marxista y exguerrillero en congregar multitudes. En ninguna otra parte un trotskista logró convertirse en una de las dos o tres principales figuras electorales de su nación. El apareció como producto de una ola de huelgas contra la dictadura militar y en medio de una coyuntura internacional en la cual los EEUU venían de sufrir su peor derrota (Vietnam 1975) y estaban por sufrir otros reveses (Irán y Nicaragua en 1979). Él expresaba un crecimiento de la izquierda ‘revolucionaria’. 

En 1990 el desconocido Alberto Fujimori acabó electo presidente. Él apareció en otro momento de fuerte cambio internacional. Esta vez EEUU se encontraba en su momento histórico más álgido. En 1989 logró hacer desplomar a la cortina de hierro y en 1991 haría desmoronar a la Unión Soviética y derrotaría al panarabista Hussein. En esta coyuntura América Latina iba desmantelando el viejo proteccionismo para dar paso al consenso ‘neo-liberal’ de Washington. Fujimori primero expresó a los sectores que temían el peor ‘shock’ monetarista y ganó con los votos apristas e izquierdistas, para luego convertirse en el hombre fuerte que impondría el neo-liberalismo y aplastaría brutalmente a la subversión maoísta y castrista.

Esta vez la coyuntura internacional viene dando otro giro. La guerra iraquí ha desacreditado a EEUU y ha encarecido el precio del petróleo. Esto ha permitido que Chávez se radicalice y potencie, y también ha alentado un giro hacia la izquierda y hacia cuestionar al neo-liberalismo en Sudamérica.

Como en Perú todos los grandes partidos venían aceptando el Tratado de Libre Comercio y la izquierda se encuentra muy empequeñecida y desorientada (pues apoyó inicialmente a Fujimori y Toledo), el enorme vacío generado es llenado por Humala.

Humala se parece a Blanco en que reivindica a los indios, la coca y el anti-imperialismo, aunque rechaza su socialismo y sindicalismo ‘clasista’. Humala se siente orgulloso de haber liderado una base ‘anti-terrorista’ (pese a que la izquierda le acusa de haber allí violado derechos humanos) y al igual que Fujimori, ofrece gobernar con autoridad y apoyo militar, aunque le cuestiona su ‘neo-liberalismo’.

Humala intencionalmente tiene un mensaje difuso. Por una parte dice admirar al nacionalismo de Chávez y se reclama indianista pro-coca como Morales, pero por otra se niega a atacar a EEUU (prefiere centrar su nacionalismo contra Chile) y no quiere proclamarse socialista o izquierdista.

Mientras Morales se ha curtido en huelgas y bloqueos, Humala nunca ha participado en nada de eso. Si Morales ganó colocando como su compañero de fórmula a un ex guerrillero y buscando coquetear con el izquierdismo de protestas populares, Humala ni si quiera dice que liberará a su hermano Antauro preso (por liderar un cuartelazo en Andahuaylas en enero 2005) y escoge como su vicepresidente a un abogado (al que la izquierda rechaza pues le acusa de haber estado con Fujimori).

Ollanta le dice a la derecha que en su partido hay sitio para ellos y para los empresarios que sean nacionalistas, y a los apristas les dice que él reivindica a su fundador Haya de la Torre. Al igual que el tico Ortiz también busca ‘moderarse’ y acercarse al centro, aunque a diferencia suyo de Humala, Ortiz zanjó con Chávez y Morales y con cualquier revanchismo con sus vecinos.

Mientras Morales y Solís tienen partidos estructurados que han ido creciendo en cada elección y se han ido depurando y dotando de bases laborales,  Ollanta, pese a carecer de ello, quiere ganar en su primera lid electoral.

Un fenómeno interesante es el alto número de votos blancos y nulos (dos millones), algo antes nunca visto en Perú y que refleja un desencanto de sectores populares ante todos los candidatos. Según algunas encuestadoras el abstencionismo podría crecer y algunas fuerzas la fomentarían para demostrar su protesta ante el sistema. Para tratar de captar a esos electores anti-sistema es posible que tanto Humala como García radicalicen sus mensajes.

Tanto García como Humala combinarán tácticas designadas a atraer votantes de derecha y de izquierda. El APRA combina aparecer como una fuerza madura capaz de captar a los sectores conservadores que le ven como el menos malo ante un ‘violentista’ y nuevo dictador izquierdozo tipo Velazco, pero también se enorgullece de ser la ‘izquierda democrática’ y plantea reestablecer las 8 horas y el respeto a fueros laborales, eliminando los ‘servis’.

Humala le pide a la izquierda que vote con él contra la ‘derecha’ (con lo que busca que esta se disuelva y anule tras él) pero al mismo tiempo busca convencer al centro y a la derecha que él podría estabilizar al país ante la emergencia de una posible explosión social.

Sea cual sea el ganador algo es cierto el nuevo presidente deberá aplicar medidas sociales a fin de amenguar la polarización social dando un giro al monetarismo. Es de esperar un posible gobierno de coalición. Si el APRA gana podría co-gobernar con sectores a su derecha, aunque también hacer un pacto con Humala.

La figura de Ollanta despierta en algunos sectores el error de creer que él podría seguir un camino tipo-Cuba o tipo-Bolivia. Mas, en el humalismo no hay sindicatos o sectores que provengan de la izquierda dura. Tanto Ollanta como el eje de su movimiento son ex militares, empresarios y profesionales que prometen que no estatizarán ninguna empresa, sino que buscarán una mayor intervención del capital privado y estatal peruanos en áreas estratégicas.

Ollanta no ha querido ganar siguiendo la estrategia de Morales y Chávez polarizando al país entre él y la partidocracia tradicional. Mas bien, él trata de demostrar que no es un extremista. Si bien muchos creen que de llegar al poder él podría seguir la ruta venezolana lo cierto es que él también podría ‘moderarse’ como el ecuatoriano Lucio Gutiérrez, quien también fue ex militar golpista que llegó al poder con un discurso pro-Chávez y acabó aceptando la dolarización económica.

Dado que solo controla un tercio del congreso Humala debería buscar pactos (incluso con el APRA) a menos que luego decida seguir una versión ‘anti-imperialista’ de Fujimori y acabar gobernando apoyándose en las FFAA y el apoyo de organizaciones populares tipo Venezuela.

(*) Isaac Bigio ha enseñado política latinoamericana en la London School of Economics y es uno de los columnistas latinoamericanos más citados. Desde Septiembre no ve a su raptado hijo mayor José Bigio.  

Redacción Azteca 21

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