Nos dice adiós el “gentleman” de la literarura: Salvador Elizondo

Salvador Elizondo pasó
del sueño a la muerte.
Foto: Internet

México, 31 de Marzo 2006.-Con elegancia, como siempre se caracterizaron sus escritos, Salvador Elizondo pasó del sueño a la muerte.

"Se fue contento", dijo su esposa, la fotógrafa Paulina Lavista, entre otras cosas porque alcanzó a ponerle título al libro que próximamente publicará el Fondo de Cultura Económica (FCE): Pasado anterior, en el que el propio escritor reunió unos 300 artículos publicados en el suplemento cultural Sábado, del unomásuno.

El autor de Farabeuf, una de las novelas fundamentales de la literatura mexicana, recibió ayer un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, a donde llegaron varios de sus amigos, alumnos y colegas, como Eduardo Lizalde, Carlos Monsiváis, Daniel Sada, Enrique Krauze, Guillermo Sheridan, José de la Colina, Pablo Soler Frost, Emmanuel Carballo, Margo Glantz, Ramón Xirau, Julieta Campos, entre muchos otros que acompañaron a sus hijos Mariana, Pía y Pablo.

Paulina Lavista indicó que Salvador Elizondo dejó 86 soberbios diarios en los que manifestó su espíritu, inquietudes y dibujos.

"Escribió en ellos hasta el 27 de marzo, día al que describió como triste y lluvioso. Vivimos juntos durante 38 años y no hubiera cambiado por nada la aventura de estar con él." La viuda del escritor lamentó que a Elizondo se le hubiera marginado y en los últimos años de su vida permaneciera como un escritor ´empolvado´.

"Yo creo que no tuvo en vida el reconocimiento que merecía. Le faltó el Premio de Literatura Juan Rulfo, fue un gran error no habérselo otorgado porque Rulfo era un admirador de su obra.

Tampoco fue reconocido con el honoris causa de ninguna institución académica, ni la Universidad Nacional Autónoma de México lo nombró profesor emérito, de manera que sí hubo lagunas en algunas instituciones."

Anunció que por decisión del propio Elizondo, sus diarios no se podrán hacer públicos sino hasta dentro de 25 años y quedarán bajo resguardo del Colegio Nacional, institución de la que formaba parte desde 1981.

"Tenía varios cuadernos: uno en su cama, en el que hacía la literatura de sus experiencias o lo que se le ocurría. Estos cuadernos iban acompañados de dibujos, fotos o recortes de prensa, todo lo que a él le interesaba.

Tenía otro cuaderno en el jardín, en donde hacía sus apreciaciones cotidianas y ahí describió paso a paso su enfermedad porque sabía mucho de medicina, había leído todo el tratado del doctor Farabeuf y sabía perfectamente lo que le habían hecho, dibujaba su enfermedad y lo tomó con gran elegancia porque nunca se quejó", explicó Lavista.

Tras una estancia de dos horas en una agencia funeraria del sur de la ciudad, el cuerpo de Elizondo fue llevado al Palacio de Bellas Artes, donde escritores como Emmanuel Carballo lo describieron como uno de los más brillantes de la generación de los años 30 del siglo XX, de la cual forman parte creadores como Juan García Ponce, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, entre otros.

"Pero la prosa de Elizondo es la más perfecta, es el mejor estilista de su generación, de los grandes escritores mexicanos de los últimos años.

Deja una serie de viudas literarias, que son los escritores que lo seguían y los lectores que lo tenían como ídolo de ese culto magnífico", expresó Carballo.

Para el escritor Daniel Sada, alumno de Elizondo, el autor de El Grafógrafo (1972) representa una de las renovaciones definitivas de la literatura mexicana.

"Es como extirpar una raíz muy profunda en la cultura mexicana, un escritor para escritores".

Guillermo Sheridan recordó cómo fue su primer acercamiento a la escritura de Salvador Elizondo.

"Cuando yo tenía 15 años de edad, en una circunstancia muy curiosa porque pasaba mis vacaciones en el rancho de la familia Madero, en Coahuila, empezaba a leer literatura en español y me llevé la novela Farabeuf de Salvador porque me gustaba el diseño de la serie El volador, de Joaquín Mortiz. No entendí nada. Sin embargo, la dosis de intriga y misterio provocó en mí ser un leal seguidor de la escritura de Elizondo y, eventualmente, el depositario de una amistad noble y elegante."

Consuelo Sáizar, directora del FCE, adelantó que en la editorial ya están trabajando para publicar las obras reunidas de Salvador Elizondo, una colección en la que básicamente se ha publicado el trabajo de la generación de los 30, y en la que Elizondo quería ser incluido.

Para su gran amigo, Eduardo Lizalde, fue el más brillante, ingenioso y sorprendente de su generación.

"No creo que haya un escritor tan singular de la generación de Elizondo, en ningún país de lengua española, quitando por supuesto a los grandes maestros como Borges."

El escritor Carlos Monsiváis destacó la inteligencia y excentricidad del Premio Xavier Villaurrutia 1965.

"Salvador nunca decía lo que uno esperaba, era un provocador. Todos los amigos de Salvador fuimos coleccionistas de sus provocaciones." (Agencias)

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