Manifiestan historiadoras la obra humana del muralista Diego Rivera

El muralista mexicano
Diego Rivera.  
Foto: Internet

Ciudad de México, 9 de Marzo de 2006.- El ferviente interés del muralista mexicano Diego Rivera por el tema indígena estaba lejos de ser algo fortuito, manifestaron las historiadoras de arte Magdalena Zavala e Itzel Rodríguez, durante la conferencia "Vida y obra de Diego Rivera", que dictaron en el marco del "III Festival de Coyoacán 2006".

La titular del Museo Mural Diego Rivera y Frida Kahlo, Magdalena Zavala, hizo un análisis de la etapa retratista del arista guanajuatense.

En torno a esta faceta Guadalupe Rivera Marín, hija de Diego, expresó que la verdadera vocación de su padre era el muralismo.

Apuntó que debido a la necesidad de supervivencia, más que artística Diego Rivera se dedicó a realizar retrato "y los hacía espléndidos cuando la persona le simpatizaba, pero también hacía unos horrendos", no obstante, dejó en claro que en un trazo describía la personalidad de quien pintaba.

Rivera Marín expresó que el interés de Diego Rivera por el tema de lo indígena nació desde su infancia, toda vez que debido a problemas familiares fue enviado con su nana a Xichu de los indios, una intrincada población de Guanajuato, colindante con la región huasteca.

"Fue ahí -dijo su hija- donde aprendió que lo indígena era calor, alimento, amabilidad, belleza y trópico".

La académica también apuntó que las vivencias de la infancia de su padre fueron determinantes para su carácter y sus intereses artísticos.

 "Cuando tenía 7 años fue catalogado de hereje en Guanajuato, lo que más adelante lo motivó a ser omunista", precisó.

Asimismo comentó que Rivera vivió de niño también "la problemática de los mineros, de ahí que más adelante se interesara tanto por el obrero y se hiciera amigo de los trabajadores".

Consciente de que debido a la burguesía, su familia fue expulsada de Guanajuato y obligada a radicar en la Ciudad de México, "en una vecindad de quinto patio", en sus diferentes lienzos el artista se burló de esta clase adinerada y pudiente, de la que formó parte de niño.

"En Guanajuato -apuntó Rivera Marín- la familia tenía una muy buena posición y en la capital sufrieron penurias, que transformaron el carácter y la visión de Diego en torno a la vida, misma que después fue plasmada en sus lienzos y murales".

Respecto a su etapa como muralista, Itzel Rodríguez hizo énfasis en el tema indígena, que fue un denominador común en las distintas obras que Rivera hizo en los edificios públicos, tanto en México como en el extranjero.

"Mi padre quería que su arte fuera para el pueblo", agregó Rivera Marín, a lo que Rodríguez comentó el hecho de que Diego tuviera a su cargo los murales de Palacio Nacional y de la Secretaría de Educación Pública, donde, en ambos casos, hace una alegoría al tema de lo indígena.

La especialista precisó que de las ideas emanadas de la Revolución en torno al llamado "problema indígena", Diego fue contundente en su pintura y plasmó trazo a trazo las ideas utópicas del Estado Mexicano en torno a que los indígenas tenían, "o que ser agricultores o artesanos".

Expresó que gracias a la obra artística de Diego Rivera, el tema indígena adquirió respeto y carácter de universal en el extranjero.

 "A Diego le preocupaba enaltecer la verdadera visión del indígena y mostrarlo como un gran valor espiritual del que México era su único dueño.

El Festival de Coyoacán 2006, que se lleva a cabo en dicha Delegación del 3 al 12 de marzo, está dedicado a la figura de Diego Rivera, quien vivió allí, y a la defensa del agua. (Notimex)

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