El mexicano Luis “Chapulín” Díaz y su coequipero Scott Pruett, ganan de punta a punta el Grand Am

Después de una larga espera, por fin gana un
mexicano en el ‘Autódromo Hermanos Rodríguez’
 Foto: Internet

Ciudad de México.- 4 de Marzo de 2006.- El milenio se prestó para acabar con las maldiciones. Así fue con algunos equipos de beisbol, que parecía que nunca serían campeones, y el sábado tocó al mexicano Luis Miguel Díaz olvidarse de los malos presagios y subir a lo más alto del podio.

El "Chapulín" Díaz tenía encima una maldición, casi una salación, que no le permitía ganar a la hora buena. Cuando parecía tener todo para imponerse, siempre surgía algo que arruinaba sus planes, como si estuviera negado al éxito.

Y para México era mucho peor. Desde 1968, cuando Moisés Solana se impuso en una carrera de la United States Road Racing Championship (USRRC), ningún piloto nacional se había llevado la bandera a cuadros en el circuito capitalino.

Pero esta tarde fue diferente, incluso memorable. El estadounidense Scott Pruett, encargado de conducir la primera parte de la prueba en el auto 01 del Ganassi Racing, comenzó la espectacular exhibición saliendo de la posición de privilegio.

Pruett ofreció una cátedra. Nunca cedió espacio, por el contrario, no dejó de apretar y aumentar la ventaja que después de la vuelta 15 ya era considerable. Jamás se tocó el corazón para rebasar a los rezagados y menos dio espacio para equivocaciones.

El veterano estadounidense entregó el auto a Luis en la vuelta 45, de las supuestamente 90 pactadas, que al final fueron 100, y el capitalino, ansioso y necesitado de una victoria que ratificara su potencial, no hizo más que continuar con la labor de su coequipero.

Al igual que Pruett, el "Chapulín" fue una computadora en la pista de cuatro kilómetros, de esas que nunca se equivocan ni necesitan resetearse, y tradujo esa superioridad poniendo las llantas donde debe de ser.

Aunque la competencia estaba pactada a 90 vueltas o 2:45 horas, se extendió a 100 giros, así que el capitalino vio reducida su ventaja, que usualmente fue de 10 segundos, y estuvo obligado a defenderse de los últimos embates de sus enemigos.

Lo más peligroso en ese momento era, sin duda, cometer algún error o, peor aún, tener algún problema con el consumo de combustible, ya que finalmente la competencia se alargó, como esos eternos minutos de compensación en el futbol, 10 vueltas que lucían innecesarias.

Pero el "Chapulín" asumió el reto con heroísmo. En ningún momento se arrugó, fue valiente y resolvió el trámite con estoicismo ante una afición que se dio cita tímidamente en el graderío, pero que se fue sumamente contenta con el resultado.

Cuando por fin ondeó la bandera blanca, Luis no se dedicó a cuidar la ventaja sobre el auto 76 de Colin Braun y Jorg Brgsmeister, sino que aumentó el trecho y se llevó la de cuadros con una soberbia exhibición en la casa de los Rodríguez.

Pruett y Díaz completaron las 100 vueltas, todas lideradas, al trazado de cuatro kilómetros en 2:39:00:679 horas en un Lexus-Riley, seguidos por Braun y Bergmeister en un Ford-Riley, mientras Mile Borkowski y Paul Tracy, en Lexus-Riley, se llevaron la tercera plaza.

El también mexicano Adrián Fernández no tuvo una buena tarde en el circuito capitalino, ya que su coequipero Mario Haberfeld, que inició la competencia, tuvo un incidente tempranero que le valió un paso por pits como penalización.

El auto 12 del Fernández Racing, que largó en la cuarta plaza, se ubicó en el séptimo puesto, a poco más de 15 segundos de los ganadores.

La curva peraltada fue toda una pesadilla que provocó algunos impactos espectaculares. El más considerable fue donde se encontraron Chris Bingham y J.C. Framce, quien inició un pleito que resultó en un intenso e inusitado intercambio de golpes.

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