Recordando al ilustre abogado José Vasconcelos

 Recordando al ilustre abogado José Vasconcelos
Vasconcelos vio la
luz primera en Oaxaca
 Foto: Internet

Ciudad de México.- 28 de Febrero de 2006.- José Vasconcelos, considerado como una de las figuras con mayor influencia en la conformación del México moderno, llamado el Maestro de las Juventudes de América y quien también destacó como filósofo, abogado, escritor y político, nació el 28 de febrero de 1882.

La figura de Vasconcelos será recordada por su profunda influencia en el México moderno. Su participación en la vida política y cultural del país, coincide con momentos históricos fundamentales en la conformación de la identidad de los mexicanos.

Nació en Oaxaca, pero su infancia la vivió en el norte, al grado que sus estudios iniciales los realizó en Eagle Pass (Texas), ciudad fronteriza con Piedras Negras, Coahuila.

Debido al trabajo de su padre, la familia Vasconcelos vivió en diferentes ciudades como Piedras Negras, Campeche, Toluca y la capital mexicana, donde murió el el 30 de junio de 1959.

En la Ciudad de México fue donde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y después a la Escuela de Jurisprudencia, para concluir sus estudios como abogado.

La vida y obra de este ilustre mexicano se conforma principalmente, en cuatro grandes etapas como educador, político, escritor y filósofo.

Fue el fundador del Ateneo de la Juventud, institución que presidió (1909-1912), le cambió el nombre por el de Ateneo de México, y con ello el Maestro Vasconcelos inició su labor como educador.

Fue director de la Escuela Nacional Preparatoria, durante el gobierno del presidente Francisco I. Madero, a quien le brindó su apoyo, y con don Venustiano Carranza, a quien criticó severamente.

Iniciado el proceso revolucionario fundó junto con Gustavo y Francisco I. Madero, Filomeno Mata, Roque Estrada, Félix Palaviccini y Luis Cabrera, entre otros, el Centro Antirreeleccionista, en 1909, bajo el lema "Sufragio efectivo no reelección", expresión que se presume fue de su autoría y que sería pilar en la lucha contra el régimen de Porfirio Díaz.

Por aquella época editó al lado de Palaviccini el periódico El Antirreeleccionista y por diversos artículos ahí publicados fue perseguido, por lo que vivió exiliado en Nueva York, donde fungió como agente confidencial de Madero en Washington, hasta la caída del general Díaz.

Vasconcelos se convirtió en el intelectual del maderismo y lo defendió a través de la prensa. Con Carranza también trabajó como agente confidencial, esta vez ante gobiernos europeos, como el francés y el inglés.

Cuando Vasconcelos regresó al país, fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México, conocida entonces como Departamento Universitario y de Bellas Artes, el 9 de junio de 1920.

Durante su rectorado organizó un programa editorial que comprendía sobre todo la divulgación de los autores clásicos hacia amplias capas de la sociedad, adoptó el escudo actual de la Máxima Casa de Estudios, y es el autor del lema "Por mi Raza hablará mi Espirítu".

Se "significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima", explicó el Maestro Vasconcelos, al presentar su propuesta.

Con el presidente Alvaro Obregón fue secretario de Educación Pública, desde donde dio un fuerte impulso a la educación, en todos los órdenes.

En beneficio de los sectores populares organizó la primera campaña contra el analfabetismo de que se tiene memoria en México, implantó las misiones culturales y abrió bibliotecas.

En el ámbito de las artes apoyó a artistas destacados y fomentó la pintura mural mexicana a través de contratos con pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Roberto Montenegro. De este tiempo datan las decoraciones murales que hasta la fecha adornan algunos edificios públicos.

Organizó la Secretaría de Educación Pública en tres departamentos: Escolar, de Bellas Artes y de Bibliotecas y Archivos. Creó el primer sistema de bibliotecas, entre las cuales destacan la Populares, que debían llegar, según los objetivos de Vasconcelos, a los más apartados rincones del territorio mexicano.

Editó una serie de clásicos de la literatura universal, la revista El Maestro y el semanario La Antorcha, e invitó a trabajar en el país a los educadores Gabriela Mistral (Chile), Nobel de Literatura, y Pedro Henríquez Ureña (República Dominicana).

Creó la Orquesta Sinfónica Nacional e hizo surgir escuelas de pintura al aire libre; se empeñó por mostrar a un México más civilizado y culto, por esto y más es considerado como "El Arquitecto de la Educación Nacional".

Vasconcelos, hombre de convicciones, renunció en 1924 a la Secretaría de Educación, por estar en desacuerdo por la elección del general Plutarco Elías Calles como candidato a la Presidencia de México.

En ese mismo año, Vasconcelos fue candidato al gobierno del Estado de Oaxaca, perdió y se volvió a alejar del país.

Regresó en 1928 y en 1929 fue postulado candidato a la Presidencia de la República por el Partido Nacional Antireeleccionista.

Ganó la simpatía popular; sobresaliendo el apoyo estudiantil, sin embargo, el triunfo fue para el candidato oficial Pascual Ortiz Rubio.

Después de un nuevo y largo período de destierro regresó al país en 1940 y al siguiente año fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional. En este puesto Vasconcelos reorganizó y se esforzó por mantener la tarea de difusión de ese organismo.

Una de sus labores importantes fue el traslado de los materiales de la Hemeroteca Nacional a la ex iglesia de San Pedro y San Pablo, en esta metrópoli.

Vasconcelos fue un prolífico y agudo escritor, su obra más conocida es la crónica autobiográfica en cuatro volúmenes compuesta por Ulises Criollo (1935), La tormenta (1936), El desastre (1938) y El proconsulado (1939) y completada años más tarde con La flama (1959), cuyo penetrante estudio sociocultural del México moderno reflejó la paulatina evolución del autor hacia posiciones conservadoras.

Cultivó con maestría diversos géneros, desde el teatro y la narrativa -La sonata mágica (1933)- a la crónica literaria e histórica -Desde la conquista hasta la revolución (1943)-, y en sus últimos escritos filosóficos, Lógica orgánica (1945) y Todología (1952), depuró su visión del "monismo estético" como reflejo de la continua evolución de la energía cósmica hacia su transformación en belleza. (Notimex)

Redacción Azteca 21

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