Nuestra bandera cumple 185 años de haber sido diseñada a petición del emperador Agustín de Iturbide

En 1821, Iturbide adoptó como
bandera la de las Tres Garantías,
 cuya confección encargó al sastre
 José Magdaleno Ocampo
 Foto: UdeG

Ciudad de México.- 22 de Febrero de 2006.- La Bandera Mexicana, uno de los símbolos patrios que, junto con el Escudo y el Himno Nacional, unen a los mexicanos, cumple este 24 de febrero 185 años de haber sido confeccionada por el sastre José Magdaleno Ocampo, a petición del emperador Agustín de Iturbide.

Muchos fueron los estandartes y las banderas que existieron en el país a lo largo de su historia; todas tuvieron variaciones, pero fue en 1821 cuando se ideó la que prevalece, con algunas modificaciones, hasta nuestros días.

Es justo a la que Iturbide llamó la Bandera de las Tres Garantías, que consta de tres colores distribuidos en forma vertical: el verde, que para Iturbide significaba la independencia; el blanco, la religión, y el rojo, la unión.

Con el tiempo se le ha dado al verde el símbolo de la esperanza del pueblo en el destino de su raza; al blanco, el de la pureza de los ideales de la población, y al rojo el de la sangre que derramaron los héroes por la patria.

La franja blanca contiene el Escudo Nacional, cuyo origen es el jeroglífico que usaron los aztecas para representar la fundación de Tenochtitlan.

El Escudo, al igual que la Bandera, ha sido modificado a través del tiempo; el actual está constituido por un águila mexicana, con la parte superior de las alas en actitud de combate.

Posada su garra izquierda sobre un nopal florecido que nace en una penca sobre un lago, sujeta con la garra derecha y con el pico a una serpiente curvada, de modo que armonice con el conjunto.

Varias pencas del nopal se ramifican a los lados, dos ramas, una de encino al frente del águila y otra de laurel al lado opuesto, forman entre ambas un semicírculo inferior que se unen por medio de un listón dividido en tres franjas.

El águila representa el paisaje de México y la serpiente, las potencialidades de la tierra.

Los historiadores identifican como antecedentes del lábaro patrio el estandarte de la Conquista (1519-1521), el colonial (1521-1810), el del cura Don Miguel Hidalgo (1810), la bandera del sacerdote José María Morelos (1813-1815), la del batallón activo de San Blas, la de Iguala (1821) y la de las Tres Garantías (1821-1822).

También figuran la del batallón de Infantería Imperial (1864-67), la del Imperio de Maximiliano (1865-67), la militar (1934-1976) y la actual Bandera Nacional.

Antes de la conquista, en México no existía una Bandera Nacional, sino un conjunto de ellas, porque el país no se concebía como nación única, sino como un conjunto de poblaciones, cada una con identidad, religión, costumbres y organización política propias.

Esas banderas (o estandartes) tenían símbolos del grupo al que pertenecían o el rango militar del que las portaba; estaban manufacturados con plumas de colores, adornos de oro y generalmente representaban la figura de un animal.

Muestra de ese tipo de estandarte era el usado como bandera azteca en tiempos de Moctezuma Xocoyotzin, que representaba un águila con un tigre entre las garras, bordado en un manto de plumas.

También se consideran como pertenecientes al grupo de estandartes de Estado los que tenían cada una de los camam-calpullis o barrios de México-Tenochtitlan, hechos de plumas de aves exóticas y que representaban figuras de animales como pájaros, lobos, garzas y otros.

En suma, muchos han sido los estandartes y banderas que hemos tenido los mexicanos a lo largo de la historia.

En la hechura de la actual bandera confluyeron lo indígena, la herencia religiosa hispánica y colonial, y la tradición liberal que propuso fundar estados autónomos y soberanos, de acuerdo con el historiador Enrique Florescano.

El especialista, maestro en Historia por El Colegio de México y doctorado en Francia, afirma en su libro "La Bandera Mexicana (breve historia de su formación y simbolismo) que, aun cuando parezca extraño, no se dispone de estudios que consideren históricamente los símbolos que se integraron a la Bandera Nacional.

Se ignora cómo éstos se combinaron y unieron a lo largo de más de cinco siglos, anota, aunque explica que los emblemas más antiguos chocaron y se fundieron con los símbolos políticos que introdujeron el pensamiento liberal y la Revolución Francesa para representar la novedad política de los estados nacionales.

De ese largo proceso de choque y fusión de símbolos de identidad, de acuerdo con el historiador, surgió la actual bandera mexicana, de ahí los vínculos entre el escudo indígena y los símbolos religiosos que en la época colonial construyeron nuevas identidades en la población diversa y heterogénea de la época.

Con algunas imágenes obtenidas de la rica iconografía de los archivos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, "La Bandera Mexicana", el especialista desarrolla como idea central que la raíz indígena además de resistir los embates sociales, políticos y culturales de la invasión española, sobrevivió y aún se impuso a la influencia y simbología europea.

Los mexicanos, dice Florescano, luego de tres siglos de dominio español, de imposición de símbolos extraños y de búsqueda de nuevas señales de identidad, al consumar la independencia en 1821 recuperaron la antigua insignia azteca y la impusieron como ícono de la bandera y del escudo nacionales.

"La explicación más plausible de esta decisión es que el emblema indígena era un símbolo antiguo, ornado por el prestigio inconmensurable de la duración, pues había probado que era capaz de resistir los efectos destructivos del paso del tiempo", aduce el autor.

El antiguo blasón indígena se había impuesto al embate de otros símbolos que en distintos momentos amenazaron con asumir la representación nacional, comenta.

"Ese emblema era, asimismo, un símbolo de la resistencia indígena que había enfrentado a la invasión española, y quizá por eso concentró en él las nociones de legitimidad y defensa del territorio autóctono.

Según Florescano, la independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789) aceleraron la formación de los emblemas nacionales, y al estamparse la antigua insignia de los mexicas en el blanco de la bandera tricolor, se conservó la individualidad de la representación nacional.

Para distinguir la insignia se acudió a la fuerza del emblema indígena, y esa decisión volvió a unir a la Nación proyectada hacia el futuro con sus raíces más antiguas.

El historiador hace ver que "ese recorrido por varios siglos de la historia mexicana muestra que en esas sociedades, los símbolos visuales fueron los transmisores más eficaces de mensajes políticos y culturales".

Así tras varias transformaciones en el Escudo, el 23 de diciembre de 1967 se emitió la Ley sobre las características de los símbolos nacionales, la cual se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 17 de agosto de 1968.

Años después, en 1985, la nueva Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno nacionales, y se confirmó el 24 de febrero como "Día de la Bandera, en recuerdo de la fecha de proclamación del Plan de Iguala, en 1821.

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