El voto más caro de la historia

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-El voto más caro de la historia
-IFE, necesario depurar el padrón
-Latinobarómetro y el abstencionismo

Las elecciones federales del próximo dos de julio de 2006 serán el acontecimiento más caro de la  historia electoral en México.
Si realizamos algunas comparaciones con el costo de organizar las elecciones del dos de julio de 2000, encontramos que en aquel proceso, el Instituto Federal Electoral (IFE) gastó nueve mil millones de pesos, 853 millones de dólares, utilizando de referencia el tipo de cambio actual de 10.55 pesos por dólar que cotiza Banamex.
 Hace seis años,  cada sufragio en la  elección federal presentó un costo promedio para el erario de 79. 38 pesos. El costo unitario total del voto por persona implicó un gasto de 238.14 pesos sumadas las tres boletas: la de  presidente; senadores; y diputados. En total, 22.68 dólares por voto  emitido.
 La lista nominal  fue de  58 millones 782 mil 737 electores, de los que votaron 37 millones 601 mil 268 personas. Vicente Fox, candidato de la Alianza por el Cambio, obtuvo la victoria con 15 millones 989 mil 636 votos; el nivel de abstencionismo creció hasta el 36.03% como consecuencia de que 21 millones 181 mil 469 personas no acudieron a las urnas a sufragar.
Para las próximas elecciones del dos de julio de 2006, el presupuesto del IFE aumentó a 12 mil 920.7 millones de pesos,  es decir,  un mil 224 millones de dólares, un incremento del 43.5% respecto a lo que el organismo gastó hace seis años.
A la fecha el padrón es todavía una incógnita. Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE, ha mencionado distintas cantidades en los medios de comunicación: una primera de poco más de 73 millones de ciudadanos electores (un 10% superior al padrón de 2003) con una lista nominal de 71.5 millones de personas; otra segunda, al 30 de enero pasado, con un padrón de 71.9 millones de electores, y una  lista nominal estimada de  69.5 millones de personas.
Para llevar a cabo el análisis del costo esperado en el voto unitario debemos mencionar que la Corporación Latinobarómetro, una ONG chilena, elabora el Índice de Democracia que para México menciona las probabilidades de un aumento en el abstencionismo, de entre el 45 al 50%, en las elecciones federales de este año.
Si partimos de la proyección del abstencionismo del 45% de la lista nominal, implicaría entonces, el sufragio de 39 millones de personas con una lista nominal de 71.5 millones de personas. Con la lista nominal de 69.5 millones de personas, bajo el supuesto del abstencionismo del 45%, sufragarían 38 millones de personas.
El costo esperado unitario  total por elector sería, en el primer caso, de 31.38 dólares; y para el segundo, de 32.21 dólares.
A COLACIÓN
 La “fiesta” cívica del dos de julio será efectivamente la de mayor derroche en nuestra historia, y la más costosa para nuestro bolsillo, porque además de organizar el convite interno, se organizará por vez primera el voto de los mexicanos que viven en el extranjero mediante un carísimo voto postal.
 Para el rubro del voto de los mexicanos en el extranjero, el IFE tiene destinado cien millones de dólares, que divididos entre los 53  mil 426 mexicanos que dio a conocer la Secretaría de Relaciones Exteriores como cifra definitiva de inscritos (antes del 15 de enero para votar desde el extranjero) tenemos que, en efecto, el voto postal unitario representa una inversión jamás realizada por el gobierno de México para beneficio per cápita.
 Hagamos cuentas: es un  voto postal unitario de mil 871.74 dólares, es decir, 19 mil 653.27 pesos, de los que 90 pesos de cada voto postal serán cobrados por Sepomex; el resto nutrirán la  enorme burocracia del IFE.
 De por si tales cantidades son insultantes, algunos legisladores como Juan José García Ochoa, diputado federal por el PRD, señalan (y no sé de dónde están sacando los cálculos) que el costo unitario del voto postal será superior a los 130 mil pesos.
Para un país en donde más de la mitad de la población padece por una serie de carencias, con un sistema de salud detenido con alfileres y con muchas comunidades rurales con escuelas que son aulas-camión, debería ser un delito gastar tanto dinero del erario en la ronda multimillonaria en la que se ha convertido el proceso electoral. Hasta la democracia es un jugoso negocio.
En términos pecuniarios es demasiado dinero para los partidos políticos, los candidatos, las precampañas, las campañas; el esquema de funcionamiento del IFE que debería modernizarse con mayor  tecnología en el sufragio, reduciendo la  burocracia  y permitiendo un ahorro en papel, tinta y casillas implementos que  nos cuestan  más caros que a un elector en Gran Bretaña.
Los mexicanos debemos actuar en función de tener una democracia más transparente, menos costosa, más representativa y legitimada, con tales niveles de abstencionismo es únicamente mediante la segunda vuelta electoral como se pueden construir gobiernos de mayorías, y no de minorías, como ha venido sucediendo; y sucederá.
SERPIENTES Y ESCALERAS
 En lo que a números se refiere, el IFE tiene que responder a la ciudadanía por unas elecciones limpias. Además de asegurar que cada voto postal llegará al destino adecuado, el organismo tiene que evitar lo acontecido en elecciones pasadas donde las personas fallecidas siguen apareciendo como electores.
 Es de primera necesidad establecer un mecanismo donde los ministerios públicos notifiquen inmediatamente al IFE en el caso de personas fallecidas mayores de 18 años. Conozco al menos cinco casos de amigos cercanos que el año pasado perdieron a seres queridos y éstos siguen apareciendo en el IFE dados de alta con su credencial vigente para votar.
 Hace unas semanas, en el periódico LA CRISIS que dirige el periodista Carlos Ramírez, apareció una estupenda nota de  Óscar Gilberto Valdez, denunciando precisamente diversas anomalías en el Distrito Federal, con un padrón alterado que arrastra a más de un millón de electores fantasmas, “entre los que destacan 75 mil fallecidos; 80 mil ciudadanos duplicados y más de 300 mil con domicilios no localizables, lo que permitiría que el PRD infle el número de  votos a favor de los candidatos de su partido”.
 Esta misma situación se repite a nivel nacional. Por eso es que ante la falta de operatividad,  eficacia  y sagacidad de nuestros órganos electorales para mantener un padrón confiable (con todo y lo caro que nos salen sus salarios), la ciudadanía debe participar como un líder cívico, llamar al IFE para reportar el fallecimiento de la persona de la que se tenga conocimiento y pedirle al organismo  que lo elimine del padrón. Es por el bien de todos.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Redacción Azteca 21

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