Investigan cráneos localizados en el Templo Mayor de México- Tenochtitlan

Se intenta resolver uno de
los misterios del Templo Mayor.
Foto: Internet

Ciudad de México.- 18 de Febrero de 2006.- Por medio del análisis biomolecular de cráneos modificados localizados en el Templo Mayor de México-Tenochtitlan se espera corroborar la procedencia étnica de los individuos sacrificados en el mismo.

La arqueóloga Diana Bustos Ríos, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) dio a conocer que lo anterior es en consideración de que la captura de prisioneros como parte de las campañas militares del pueblo mexica era una de las principales vías de obtención de personas para ofrenda.

Bustos, según un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), añadió que muestras tomadas a 60 de estos restos óseos humanos serán analizadas en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados, del Instituto Politécnico Nacional, estudio que también permitirá definir con mayor precisión -vía genética- el sexo de quienes fueran inmolados.

Si bien a través de estudios antropométricos preliminares realizados por la especialista Ximena Chávez, adscrita al Museo de Templo Mayor, se arrojó que pudiera haberse tratado de poblaciones huastecas de la región del Golfo y también del área oaxaqueña, las técnicas habituales de la antropología física no permiten en todos los casos llegar a una certeza sobre su origen.

De esa manera se llevará a cabo la extracción de Acido Desoxirribonucleico (ADN) de "piezas manufacturadas: cráneos trofeo, es decir, cuando la cabeza era separada; aquellas que estuvieron colocadas en la "hilera de cabezas"; y las máscaras cráneo, las cuales presentan la separación de la zona facial, con el fin de construir un objeto que representaría un mito o la deidad misma".

Este interés parte del estudio que realiza Bustos Ríos: Análisis poblacional mediante la extracción de DNA.

El caso del material óseo en contexto de ofrenda del Templo Mayor de Tenochtitlan, con base en una colección de restos óseos que muestran huellas de decapitación, y que fueron hallados en el lado del Templo Mayor dedicado a Huitzilopochtli.

La mayor parte de éstos provienen de la Etapa IV b, vinculada al reinado de Axayácatl (1469 a 1481) durante el periodo expansionista de la cultura mexica.

En ese sentido, la recién descubierta ofrenda 111, en la que se localizó la osamenta completa de un niño, dato sui generis en torno a las asociadas a Huitzilopochtli, es también sometida a este examen.

Abundó que el análisis biomolecular de los cráneos modificados del Templo Mayor se inserta en el Proyecto de identificación del genoma humano en poblaciones antiguas mexicanas, bajo la dirección técnica de la doctora Lourdes Muñoz Moreno.

Y cuenta también con el apoyo de Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies (FAMSI).

 "Una de las hipótesis de la investigación es que si se trata de cautivos de guerra tomados en expediciones mexicas, esto iba dirigido en dos aspectos: la obtención de tributo para el mantenimiento de la metrópoli y la captura de personas para la manutención de la deidad, lo que nos hablaría de poblaciones extranjeras como parte de las ofrendas de Templo Mayor.

"En el caso específico de la práctica de la decapitación pos mortem, estos individuos eran sacrificados por extracción de corazón, mientras el tratamiento mortuorio estaba encaminado precisamente a la obtención del cráneo, ya que el tonalli (entidad anímica alojada en la cabeza) de acuerdo a la cosmovisión tenochca, estaba relacionada a eventos de creación en el ámbito de los dioses", precisó.

Al hablar de La muerte de Coyolxauhqui: decapitación y uso ritual de los vencidos, como parte del ciclo de conferencias por el 28 aniversario del hallazgo del monolito de la diosa, la investigadora explicó que el hecho de que la escultura fuera encontrada en plataforma representa de manera mítica la derrota ante su hermano Huitzilopochtli.

"El espacio donde se localizó a Coyolxauhqui alude a un área exclusiva para los vencidos, de ahí que se infiera que se trataba de cautivos de guerra para ofrendar a los dioses en un acto regenerador que permitía la re-actualización constante del mito.

La decapitación, la extracción del tonalli, mantenía el orden cósmico, el ciclo entre la vida y la muerte", explicó.

Bustos detalló que la práctica de la separación craneal (decapitación) se suscitaba luego de diferentes eventos de sacrificio que tenían lugar a lo largo de todo el ciclo anual.

En tanto, el degollamiento se realizaba en festividades relacionadas con el cambio de la época de sequía y de lluvia, en las que se inmolaba principalmente a mujeres y niños, en un acto más vinculado con el concepto de fertilidad.

 "La decapitación era un proceso muy complejo, lo efectuaba un grupo de élite con un amplio conocimiento de la anatomía humana debido a que la conexión entre el cuello y el cráneo es muy rígida, sostiene mucho peso e implica la separación de ligamentos y capas musculares", expresó.

Puesto que se trataba de un procedimiento tardado, gracias a las indagaciones de Ximena Chávez ahora se conoce que la decapitación se llevaba a cabo luego de la muerte del individuo, puntualizó.

Finalmente apuntó que como se tenía que hacer con hueso fresco debió haberse realizado en zonas aledañas al Templo Mayor, por lo que tendríamos que encontrar un remanente arqueológico de esta industria dentro de la zona arqueológica". (Notimex)

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