“Flores rotas”, de Jim Jarmusch, un viaje al interior de un don Juan solitario y en plena crisis

Billy Murray interpreta el rol principal de la cinta
 Foto: Sitio Oficial

Por Carlos Coronel
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 6 de enero de 2005. ¿Qué sucedería si 20 años después, ya viejo y solo, uno decidiera visitar a sus antiguas novias? La respuesta la da Jim Jarmusch en “Flores rotas” (EU, 2005), una comedia agridulce sobre el amor en los tiempos del café y los cigarrillos.

Don Johnston –cuya similitud fonética trae a la memoria al famoso don Juan- es un soltero empedernido que acaba de romper con su última novia. Deprimido y triste, se encierra a rumiar sus penas en una casa de muebles lujosos, pero vacía de compañía. Despreocupado de tener que mantener a una familia, se entrega a su dolor sin que nada lo consuele. Su vecino, un obrero de origen africano con esposa e hijos, se alarma de la caída en que ve hundirse a su amigo. De pronto, Johnston recibe una carta inesperada que lo obligará a volver atrás, a su pasado de Casanova empedernido. Y lo hará salir lejos de casa y viajar por un territorio americano inusual, agreste y perdido.

Jarmusch eligió para el protagónico a Billy Murray, quien con este papel recuerda su actuación en otra cinta de ruidosas soledades: “Perdido en Tokio” (EU, 2003), de Sofía Coppola. La dupla Jarmusch-Murray ya había hecho un fugaz trabajo en “Coffe and Cigarettes”
(EU, 2003), donde ambos expresan su mutua admiración en el breve episodio de “Fobias”.

Ahora, Murray encarna muchas de las obsesiones de este director de abundante cabellera e ideas inagotables. Sea que sus personajes se encuentren en Nueva York, Roma, París o Helsinki –como en “Noche en la tierra” (Francia, 1991), todos ellos pertenecen a la clase “trabajadora y simple”, que resulta víctima de la incomunicación, la insatisfacción y el hastío que los envuelve.

Como Johnston, que de un día para otro de su desapegada vida se entera que tiene un hijo de 20 años, y no sabe ni siquiera de cuál de sus aventuras es la madre. Ayudado por su amigo africano, visita a sus cinco ex novias y cada una de ellas le recordará también lo que él ha sido, lo que ya no es y lo que queda de él.

Por supuesto, el viaje al pasado no está exento de malentendidos, recuerdos dolorosos y decepciones. Don lleva un ramo de flores para cada cita: con Dora, una antigua hippie, convertida en una exitosa mujer de bienes raíces y casada con un marido dominante; con Carmen, ahora dedicada a dar consulta a las mascotas de los ricos y quien sostiene una relación lésbica con su secretaria; con Penny, hundida en un mundo de alcohólicos y machos violentos; y Laura, interpretada por una otoñal Sharon Stone, quien es la única que ha sabido mantenerse fiel a sí misma después de haber enviudado, y con la que Don consigue conectarse. ¿Cuál de todas ellas es la madre del misterioso hijo? ¿Es una broma hecha por su amigo africano para sacudirlo de esa abulia?

A Jarmusch lo que le interesa es el viaje interior que realiza Don con su anterior entorno, lleno de ideales, sueños incumplidos y caminos olvidados. Su cámara se centra en esas vidas provincianas, tan brumosas como las carreteras que cruzan esos pueblos. El filme -que va de menos a más- se convierte en un símbolo de esas vidas marchitas y fragmentadas.

Flores rotas (2005, EU), dirigida por Jim Jarmusch.
Con Billy Murray, Julie Delpy, Frances Conroy, Tilda Swinton, Jessica Lange y Sharon Stone.

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