La simulación de las tabacaleras
En la misma línea encubierta de intereses económicos en la que subyace la producción industrial y su afectación al cambio climático, podemos encontrar asuntos tan delicados como el de la protección a determinados sectores altamente poderosos, ligados a fabricar masivamente productos que ocasionan daños a la salud.
Hay sectores con conflictos de antaño. Lo de la influencia de las tabacaleras en determinadas áreas ligadas con la salud pública, dependencias y grupos de inspectores no es ninguna novedad. En Estados Unidos, cada vez son más recurrentes los escándalos de soborno que ligan a la industria tabacalera con los agentes del gobierno y hay más demandas interpuestas por personas fumadoras o ex fumadoras enfermas de cáncer que buscan indemnizaciones millonarias.
En la filmografía podemos encontrar versiones muy del estilo de Hollywood.
Fue muy promocionada una película que protagonizó Russell Crowe en “the insider” (el informante) basada en un hecho real de sobornos e intrigas en la industria del tabaco en Estados Unidos.
Le recomiendo reciclar la película estos días que en México se formó un triángulo pasional entre las empresas tabacaleras (multinacionales extranjeras), el sector público dedicado a la salud y diputados y senadores en el Congreso. ¿El motivo? Dinero que se puede dejar de ganar o perder por un ajuste impositivo.
En la superficie parece sencillo, pero en el fondo encontramos un mar de intereses agitado cuando una porción de legisladores propuso elevar el impuesto al tabaco con dos propósitos fundamentales: primero, en la parte de los ingresos, darle una mayor captación al Gobierno Federal por lo que produce esta industria; y segundo, al elevar el precio de las cajetillas de cigarros, desincentivar el consumo sobre todo en la población joven para evitar problemas futuros en la salud.
La propuesta a discusión consistía en subir del 110% al 130% el impuesto al tabaco a partir del primero de enero de 2006.
La medida respondía a una lógica: más ingresos y protección indirecta a la salud, a partir de la noción de datos contundentes como los que refieren que existen en el mundo 1.1 billones de fumadores; que para el año 2030 morirán anualmente 10 millones de fumadores; y que 70% estarán en países en desarrollo.
En el escenario mundial cuatro empresas dominan el 75% del mercado del tabaco: Philip Morris (PM), British American Tobacco (BAT), Japan Tobacco (JT) y China National Tobacco Co. (ChiT)
Para el caso de México, el cáncer se ha posicionado como uno de los principales factores de mortandad. Las estadísticas oficiales indican que en el país mueren unas 50 mil personas al año por padecimientos relacionados con el hábito de fumar.
En la parte industrial, a nivel nacional había tres empresas dominantes: Cigarrera La Moderna (Cigamod), Cigarrera La Tabacalera Mexicana (Cigatam) y La Libertad (LL). No obstante, llegaron las multinacionales y Cigamod fue adquirida por BAT y Cigatam por PM.
A COLACIÓN
La Secretaría de Salud (SSA), que dirige Julio Frenk, reconoce que el tabaquismo es un problema de salud con presión directa en las políticas públicas, presentes y futuras.
La tendencia es creciente, y a pesar del conocimiento de los propios funcionarios del sector salud persiste el favoritismo hacia las multinacionales y se opta entonces por el cigarro y no por la vida.
El propio Frenk ejerció una fuerte influencia en determinados legisladores para evitar que en la Ley de Ingresos de 2006 fuera aprobada la propuesta de elevar a 130% el impuesto al tabaco.
La defensa del funcionario consistió en señalar que el aumento en el gravamen anularía el convenio de la industria tabacalera de aportar un peso por cada cajetilla vendida en el país al Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, cuyos recursos se utilizan para atender a tres mil niños con cáncer.
En cuestión de números, la cancelación del fondo hubiera implicado que Salud perdería dos mil 800 millones de pesos para el tratamiento de los niños. Por 258 millones de dólares, que bien podría obtener el Gobierno Federal de recursos propios, no se logró aumentar el impuesto al tabaco, lo que favorece a las ventas de cigarros mediante los consumidores de costumbre, más los potenciales que surgirán de las filas de los jóvenes.
GALIMATÍAS
Rafael Camacho Solís, investigador del IMSS, explica que el precio del tabaco en México no se encuentra regulado, el ajuste es por medio de los impuestos: IVA o IEPS.
Asimismo, Raydel Valdés y Mauricio Hernández, sostienen en el estudio “la política fiscal aplicada al tabaco en México: 1980-2005”, que el incremento en el precio de los cigarros y de otros productos del tabaco reduce significativamente la prevalencia de fumadores y el consumo de tales productos, así como el gasto de los hogares en tabaco.
Estimaciones basadas en numerosos estudios internacionales indican que un impuesto de 10% en los productos de tabaco reduce, en promedio, hasta en 5% la prevalencia de consumo.
La reducción del consumo mediante los impuestos ha mostrado ser particularmente efectiva entre los adolescentes y los jóvenes, pues se estima que en estos grupos la sensibilidad a los cambios en los precios del producto es tres veces mayor que entre los adultos.
Valdés y Hernández advierten que los impuestos al tabaco en México representan 51% del precio total. La evidencia científica sostiene que, para lograr un impacto en la reducción del consumo, el impuesto debe representar entre dos tercios (66%) y tres cuartos (75%) del precio.
Todavía estamos muy lejos de estas cifras, y por lo pronto, a pesar de las denuncias de sobornos, prebendas, complicidades y el escudo protector del Gobierno Federal, el impuesto al tabaco se queda tal cual.
Eso sí, el Sector Salud se ufana de que ya no hay anuncios en televisión o en radio relacionados con el cigarro, me pregunto por qué esta regulación no la han extendido al contenido de los programas, las telenovelas y las obras de teatro donde lo más común es ver gente fumando.
También defienden que las cajetillas incluyen mensajes del daño considerable a la salud. Todos los que alguna vez fuimos fumadores sabemos del mínimo impacto de los anuncios en la valoración de las consecuencias reales.
En el tabaco hay demasiada hipocresía, inducción subliminal, irresponsabilidad de todas las partes y cuando el diagnóstico del doctor es cáncer nadie quiere responder. ¿Qué es más importante doctor Frenk?
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com