Caribe Mexicano le pega a turismo nacional

Fechado el  22 de octubre de 2005, la Secretaría de Turismo de Quintana Roo emitió un comunicado extra urgente: “Aviso de huracán Wilma, en el mar Caribe. Alerta roja. Peligro máximo, acercamiento-afectación, localizándose a las 19 horas de hoy en las coordenadas 21.6° grados latitud norte y  87.0° grados longitud oeste, presenta movimiento al norte a 5 KPH ubicándose sobre Cabo Catoche, Quintana Roo”.
 Después de este primer parte que movilizó a casi toda la población hacia zonas de resguardo y a los turistas, nacionales y extranjeros, a diversos albergues, tras los primeros embates y la calma  que presagiaba el  ojo del huracán, nada volvió a ser igual. Lo de Quintana Roo supera en la dimensión de la destrucción y los daños a lo acontecido apenas hace poco en Puebla, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Oaxaca e Hidalgo. Recuento al que debemos sumar a Campeche, cuyo gobernador, Jorge Carlos Hurtado,  solicita al Gobierno Federal fondos monetarios  para atender los desperfectos derivados de Stan.
 Con el huracán Wilma que resultó más destructivo que la tormenta tropical Stan, tenemos una situación de emergencia en la región Sur-Sureste del país en siete estados en los que sus respectivos mandatarios han declarado que las finanzas estatales se encuentran al día, y no hay manera de dar respuesta a todo lo  que sigue después de una devastación: dar cauce a la vivienda y la recuperación de bienes y activos.
 El quebranto en la región no tiene cuantificación alguna, al menos hasta el momento, y lo padecido por el Caribe Mexicano abre una enorme preocupación por el gran peso específico que tiene Cancún y la Riviera Maya dentro de la captación de divisas por concepto de turismo.
 El golpe natural a esta importante zona turística llevará tiempo resarcirse y eso implica una serie de costos directos para la infraestructura del lugar, los servicios  y para los miles de empleos que proporciona este destino vacacional.
 A la par que Katrina dejó en Nueva Orleáns una serie de lecciones, Wilma hizo lo propio en Quintana Roo con un cúmulo de consignas que la gente debe aprender, tal como lo hizo con Gilberto en materia de prevención y movilización.
 Después de Wilma es pertinente reorientar el crecimiento de Cancún y la Riviera Maya respetando un sentido  de ecología y medio ambiente; generalizar la cultura del seguro entre la población; el gobierno estatal debe buscar los mecanismos de reubicar a las familias que viven en zonas de permanente riesgo, hacinadas en casas endebles, con techos de  palmas, cartones y láminas. En esta reconstrucción, no puede darse cabida  a lo que han hecho recurrentemente los gobiernos y sus representantes, como es el seguir dando remiendos de lámina. Hay que aprovechar la  reconstrucción para reubicar a la gente en una vivienda que no sea del todo gratuita, mediante un esquema de pagos que la familia pueda cumplir, y que se compartan aportaciones con el gobierno estatal y federal.
 Es menester, rescatar y atender la  propuesta que los empresarios y hoteleros de Cancún realizaron a Rodolfo Elizondo, titular de la Secretaría de Turismo, a favor de crear un esquema para  que, de manera compartida, se pudieran dotar a todos los hoteles con vista al mar de mallas anticiclónicas. La petición la hicieron tras el paso del huracán Emiliy, en agosto pasado.  Elizondo nunca respondió.
 Tampoco podemos dejar de lado que  la voracidad de los gobiernos de los tres niveles por fraccionar y vender Cancún y luego toda la Riviera Maya, ha ignorado los estudios de impacto ambiental, la valoración de riesgos y evaluación de obras de ingeniería pertinentes para reaccionar antes hechos como los sucedidos. ¿Cuánta negligencia proviene de seguir fraccionando en zonas de alto riesgo, exponiendo la vida humana?
A COLACIÓN
 El año 2004 trajo al Caribe Mexicano una derrama turística por 4 mil 349 millones de dólares,  un 14.35% más que los flujos recibidos en 2003, en total por tres mil 803 millones de dólares.
 Para que el amable lector tenga un mayor panorama de por qué se genera tamaña preocupación por la devastación acontecida y todo lo que sigue en materia de recuperación: en 2004 México recibió 10 mil 839 millones de dólares por ingresos turísticos, esto significa que el Caribe Mexicano aportó más del 40 por ciento. De ahí precisamente la sensibilidad del tema y el carácter de urgencia.
 Por concepto de turistas y visitantes, en 2004 llegaron a esta zona del país 11 millones de turistas, un 15% por encima de lo registrado el año anterior. De esta cifra, 6.8 millones fueron turistas que se hospedaron en hoteles; 3.6 millones llegaron en cruceros; y 538 mil fueron visitantes fronterizos.
 Cabe mencionar que fue  uno de los mejores años después de la depresión que vivió el turismo mundial tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. El número de paseantes del año pasado impulsaron una ocupación hotelera cuyo indicador promedió el 75.6 por ciento.
 De igual forma, las agencias de viaje que trabajan en conexiones para el Caribe Mexicano recibieron muy buenas ganancias resultado de una mayor atracción de turistas canadienses y europeos. El número de paseantes canadienses aumentó un 15%, en tanto que el estadounidense representó el 55% de los visitantes y el resto fueron  europeos, asiáticos y latinoamericanos.
 Para 2005, dentro de las expectativas iniciales de la Secretaría de Turismo para el acontecer de Quintana Roo, las estimaciones señalaban un crecimiento del 8% en la afluencia turística con la meta de rebasar a los años anteriores.
 Para septiembre del año en curso, la ocupación hotelera del Caribe Mexicano mostraba una oferta de un millón 663 mil 650 cuartos disponibles que en promedio habían mantenido, hasta septiembre, una ocupación hotelera del 57.17 por ciento.
 Para el último trimestre del año se esperaba un buen cierre, por encima de lo habitual en volumen de turistas extranjeros y en diciembre de turistas nacionales.  Recién se acababa de estrenar, el primero de septiembre, el vuelo aéreo Guadalajara-Cancún con la finalidad de facilitar el tránsito del turismo europeo.
 Pero llegó Wilma y acabó con los pronósticos. La urgencia humana es totalmente entendible, hay prioridades que atender, a penas las organizaciones civiles realizan tareas de acopio de víveres, recursos y medicinas para los estados afectados por Stan y ahora hay que agregar el drama de Cancún, de la Riviera Maya,  de todo el Caribe Mexicano. El golpe fue en seco y de carambola.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Redacción Azteca 21

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