La quiniela de los petroprecios

De nuevo la moneda al aire como sucede anualmente con la elaboración del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), en este caso para el 2006, la mayor incertidumbre deriva de un estimado de ingreso y de un gasto programado a partir de la expectativa del comportamiento de los precios del petróleo en el mercado internacional.
 Año con año, el Gobierno Federal, los diputados y senadores, se convierten en futurólogos de una economía incapaz de dejar al petróleo otro porcentaje inferior de codependencia y no tan mayúsculo como lo es.
 El debate en torno a un presupuesto austero o con cierto margen de holgura pende de la cotización del barril de petróleo propuesto por el Ejecutivo con un precio de 31.50 dólares y refutado por el Congreso, por medio de contrapropuestas, superiores a los 36 dólares hasta una media de 40 dólares por barril.
 El año pasado, cuando sucedió la discusión del PEF para el 2005, el Ejecutivo incluyó un programa de ingreso y gasto con la consideración de un precio promedio del barril de 21 dólares, empero el Congreso acordó elevar la estimación a 27 dólares.
 Esta quiniela anual nos somete a los mexicanos a los juegos perversos del mercado externo, de los shocks de oferta y demanda,  la especulación, volatilidad y a toda una amplia cantidad de factores, premisas y variables que maniobran en la esfera global.
 Para la referencia de 2005, la diferencia entre un presupuesto de 21 dólares a otro de 27 dólares, radica en que si el mercado del energético hubiera sostenido una tendencia a la baja a lo largo de este año con precios de referencia menores a los 30 dólares y el de la mezcla mexicana por debajo de los 27 dólares, seguramente hubieran sucedido varios recortes al presupuesto, por ende al gasto.
 Afortunadamente, en lo que ha transcurrido del año, los petroprecios mantienen una tendencia alcista, el precio de la mezcla mexicana de exportación promedia entre 40 a 42 dólares el barril.  Incluso el 29 de agosto pasado el precio de la mezcla mexicana de exportación se ubicó por encima de los 51 dólares por barril, esto es, un precio 24 dólares superior al utilizado de base para el presupuesto.
 Por esa razón hay excedentes extraordinarios y a pesar de que Estados Unidos ha dejado de demandar 20 millones de barriles de crudo mexicano por las consecuencias del huracán Katrina, en casa no hemos resentido esta recomposición.
 Para el 2006, la decisión de aprobar un gasto con la referencia de 31.50 dólares o bien de irnos hasta los 40 dólares involucra una extensa  gama de posibilidades: desde equivocarnos y enfrentar el revés de un mercado petrolero a la baja, o bien atinarle y tener un gasto generoso. Es la jugada para el próximo año.
A COLACIÓN
Para 2006, la previsión del gasto neto total del Gobierno Federal es de 1,881.1 miles de millones de pesos, una cifra igual en términos reales al gasto neto total aprobado para 2005.
 De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, este nivel de  gasto proviene de la consideración de varios supuestos que Francisco Gil Díaz, titular de dicha dependencia explica con las siguientes razones:
 1) Se tiene una previsión de un precio del petróleo alto, mayor al promedio histórico, pero no tan elevado como los insólitos precios alcanzados a lo largo de 2005; además en el caso de que los precios excepcionalmente elevados del petróleo se mantuvieran en los niveles actuales o subieran en los próximos 15 meses, el ritmo de crecimiento de la economía mundial y especialmente del crecimiento de la economía de Estados Unidos estaría seriamente afectado.  En lo que aparentemente ganamos por un lado, lo perdemos – tal vez en mayor magnitud – en otro.
2) La previsión de que los ingresos tributarios por Impuesto Sobre la Renta (ISR) serán menores. La intención es incrementar la competitividad de las empresas por medio de disminuir la carga fiscal.  Para las personas físicas es importante la inclusión de los llamados contribuyentes cautivos.
3) Durante 2006 aumentará el gasto no programable debido a que esperamos tasas reales de interés más elevadas que en 2005, lo que sube el costo financiero de la deuda del Gobierno Federal así como el mayor monto de recursos que se requieren para cubrir el monto de los PIDIREGAS.
4) La necesidad de generar un pequeño superávit en el balance público tradicional, de acuerdo a lo establecido en el Programa Nacional de Financiamiento al Desarrollo (Pronafide), debido a que los requerimientos financieros del sector público son todavía elevados.
 Por cierto que además de esas consideraciones de Gil Díaz y después del bochorno y notas aclaratorias de en qué están gastando los excedentes petroleros, las declaraciones más recientes del secretario proponen que los recursos extraordinarios por el petróleo sean utilizados “para aligerar la pesada carga que representa la problemática de pensiones en el país”.
Nuevamente la obsesión por el gasto corriente.
 ¿Qué les será muy difícil darse cuenta en dónde hay que invertir ese dinero?
P.D
 Escribe Abraham Mendoza lector de POR LA ESPIRAL para comentar al respecto de las tarjetas de crédito, que los bancos tienen una pésima atención vía telefónica al cliente por medio de los números 01 800 lada sin costo. “Te  ponen un grabación con un menú extenso que a veces tienes que colgar y marcar una y otra vez hasta que te deja entra al menú solicitado, si es para alguna consulta y/o aclaración te atienden; pero si es para cancelar la tarjeta te dicen que te pasarán con otro funcionario  el cual tarda en contestarte y una vez que lo hace te toma el nombre y el número de la tarjeta de crédito y te dice espere, nuevamente pasan la  grabación y  después la quitan para ver si la persona sigue en la línea y  así hasta que te desesperas o ellos mismos cortan la llamada,  les vuelves a marcar para lograr con mucha suerte hablar con el  funcionario responsable del área  de cancelaciones”.
 Nuestro amigo Mendoza explica todo el largo camino que debe  recorrer un cliente de una tarjeta de crédito para poder cancelar la tarjeta,  después de meses de llamar y llamar, de reportar que no le llegan los estados de cuenta al nuevo domicilio. “A pesar de mis reportes nunca me cambiaron el domicilio, no me llegaron más los estados de cuenta”.
 En todo su derecho Abraham decidió cancelar su tarjeta por la deficiencia de la institución de crédito, lo que lo llevó a otro laberinto de llamadas, funcionarios y pérdida de tiempo hasta que lo logró. ¿Cómo se llama el banco? HSBC.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Redacción Azteca 21

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