“Rojo y verde”, de Ali Farka Toure, música que revela el corazón del mundo

Un disco para reencontrarse con las raíces de la música

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México.- 28 de septiembre de 2005. Hace unos meses, Discos Corasón editó en México un disco doble de un músico africano que, al parecer, es una leyenda viva en África y es ampliamente reconocido en Europa. El disco es “Rojo y verde” (México, 2005) y el músico, Ali Farka Toure (Malí).

Escucharlo es una verdadera aproximación a los misterios que unen al hombre y a la naturaleza, de su necesaria e imprescindible simbiosis. Cuando Ali Farka Toure toca la guitarra, el mundo detiene un momento su incesante devenir y pareciera que estuviéramos en alguna de las noches que siguieron al establecimiento de las primeras comunidades de hombres que buscaban entrar en comunicación con lo insondable a través del sonido intencionado: la música.

Por lo menos eso creo después de escuchar el primero de los discos: “Rojo”, que Farka Toure grabó en 1984 y el cual no produjo mayor repercusión. De hecho, no hubiera provocado casi ninguna si no es por Andy Kershaw, de la BBC Radio, que lo encontró perdido como oferta en una tienda de discos en París, en 1986.

“Rojo” incluye ocho temas en los que Ali habla de los daños que causa el alcohol, de héroes de Malí, de amor, de amistad, de justicia, de la forma de vida en su pueblo. Letras sencillas, que en realidad no hace falta entender, porque van ligadas casi perfectamente a los acordes de la música. Música y letras se amalgaman para producir un sonido armonioso, vibrante, poderoso.

El segundo disco es “Verde” (1988), después del éxito internacional —europeo— de Ali Farka Toure suscitado por “Rojo”, donde se advierte una búsqueda, una evolución en la manera de tocar la guitarra, del sonido del músico maliense. Sin embargo, cabe decir que “Rojo” me parece más logrado, más auténtico, más ligado a las raíces de la música: develar el arcano que existe entre el cielo y la tierra, entre el corazón y la mente del hombre.

No está de más citar que la música de Ali Farka Toure tiene evidente influencia del blues norteamericano; sin embargo, sería ocioso recordar que, a su vez, éste tiene evidente raíces africanas, entonces, quizás la música de Ali bien podría considerarse un reencuentro, una vuelta de tuerca, un religamiento de los orígenes y la evolución. Y algo más.

Es asombroso lo que se puede conseguir con una guitarra, un calabozo y la voz, elementos simples y poderosos, además de la natural fuerza y el talento de Ali, que hacen de “Rojo y verde” un disco doble de singular importancia en el panorama de la música mundial.

Si gusta de la buena música, he aquí una excelente oportunidad de adentrarse en los territorios del alma primigenia del hombre que, mediante el sonido intencionado, busca lograr la comunión entre el hombre y su entorno natural y social. Que los disfrute una y otra vez, que sus revelaciones siempre son amplias y distintas, como ocurre con las obras y los músicos que traen su don de Dios, como Ali Farka Toure.

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