Llega al cine “Historias del desencanto”, antídoto contra el cinismo

Escenas de la cinta que
pretende retomar lo imaginario

Por Carlos Coronel
Reportero Azteca21

Ciudad de México.- 3 de octubre del 2005.- El “Diccionario de Directores del Cine Mexicano”, de Perla Ciuk, una obra valiosa donde aparecen los datos biográficos de 500 directores, está incompleto. Alejandro Valle le dio al traste con la realización de su primer largometraje, “Historias del desencanto” (2005), una película que será imprescindible citar cuando se hable del quehacer cinematográfico nacional en la primera mitad del siglo XXI.

“Estoy tratando de recuperar un poco lo imaginario, la fantasía que se cree erróneamente que sólo puede estar en manos del cine de alto presupuesto”, explica el novel director, quien se confiesa admirador de Tim Burton.

Su película cuenta una historia de fábula y fantasía entre tres extraños personajes: Ximena (Jimena Ayala) con sus ansias de vida; su amigo Diego (Mario Oliver), un aspirante a videoasta; y Aínda (Fabiana Perzábal), una artista del perfomance. Los sueños de cada uno de estos seres se cruzarán para crear una historia extraña y hermosa a la vez, en una ciudad onírica y futurista sembrada de una corte de personajes salidos de una chistera mágica: un diablo (Alfonso Figueroa) que lanza encantamientos al mundo; una bruja que oscila entre la comicidad y el fatalismo (Teresa Rábago) y hasta un corazón animado que canta con la voz de Jaime López.

“Hay como todo un homenaje al cine fantástico, creo que se trataba un poquito de esto: vamos a retomar el cine fantástico, y como no hay mucho, saludemos todo el que hay para tratar de hacer uno nuevo y diferente, y no agarrarse de las convenciones del género. Y con ‘Historias del desencanto’ quise dar un pasito adelante. Mi propuesta es valiente porque trata de aventarse, se arriesga a hacer el ridículo, a caer en el kitsch, a ser ingenua. Yo soy todo eso que hay en la cinta porque me importa mucho mi búsqueda; ando tras la recuperación de lo imaginario dentro del cine”, confiesa sin pudor el realizador durante la entrevista concedida en los patios de la Cineteca Nacional.

Una idea de nueve años

El proyecto nació en 1996 como un guión que perseguía romper con la linealidad en el cine y ofrecer distintos puntos de vista en una sola historia. En 1999 pudo cristalizar la idea en un video con algunas animaciones. Ya estaban allí los tres personajes de la cinta y, a través de cada uno de ellos, se podía “entrar” en la historia. Era un cuento interactivo con 243 versiones distintas, pues una vez elegido el personaje para mirar el video, únicamente se permite cambiar cinco veces de posición o punto de vista.

“Si buscamos referencias, era una especie de ‘Rayuela’ interactiva, y párale de contar. En Estados Unidos está un videojuego llamado ‘Los calabozos y dragones’, pero nosotros queríamos algo distinto y muy subjetivo, nada que fuera como un videojuego del tipo ‘Si te metes por esta puerta, te mueres’. Narrativa interactiva buscando las posibilidades de la no linealidad, yo no conozco”.

“Historias del desencanto” es una versión lineal de ese cuento múltiple, que se estrena en las salas de cine de todo el país con 25 copias. Algunas situaciones cambiaron, pero en general la historia es fiel a su original en video. Por ejemplo, cuando Ximena vuela en forma de mariposa en la cinta, originalmente era Jack -el personaje de Tim Burton- el que lo hacía. Pero como el costo por pedir los derechos era impensable, se decidió que fuera la propia Ximena quien volara. Para el lanzamiento del DVD de la película se contempla incluir en el lado “B”, el videoarte inicial. Como la cinta cuenta además con estupendas canciones interpretadas por Santa Sabina, el ya mencionado Jaime López, Pablo Loanch y Lino Nava, pronto estará listo el soundtrack completo.

Alejandro Valle no niega haberse nutrido de las atmósferas raras de cintas como “Delicatessen” o de los personajes entrañables e irreales de Tuvalú. “Yo adoro ese tipo de cine. ‘Delicatessen’ me encanta, pero más ‘La ciudad de los niños perdidos’, porque fue una referencia para mí, ya que acababa de verla cuando empezamos a filmar. Creo que todas las locaciones que buscábamos con mi estupenda directora de arte, Lorenza Manrique, eran siempre con base en esta película en la cabeza”, recuerda el también guionista.

Con todo el desparpajo del mundo y con toda la honestidad posible, Valle, quien nunca estudió formalmente en una escuela de cine, admite contento: “Hay muchas influencias por ahí escondidas y, por supuesto, muchas declaradas”.

Pasarse los semáforos

Su película no sólo abre el camino a temas inéditos para la pantalla grande, sino también a las posibilidades de aprovechar las nuevas tecnologías para producir más cintas, con una mejor calidad y a bajos costos. El rodaje, por ejemplo, de “Historias del desencanto”, tuvo un costo de 150 mil pesos. “Todo mundo se involucró. La película, sin duda, vale mucho más, lo que pasó fue que nadie cobró un solo peso durante la grabación, y mucha gente metió de su dinero”. Y la posproducción y todas las cuestiones técnicas tuvieron un costo aproximado de dos millones de pesos, de los cuales el Imcine se hizo cargo.

“Creo que es un error empezar tus primeras películas con un presupuesto grande, cuando existen otras posibilidades que aparte te dan otras libertades como, por ejemplo, salirte de los parámetros realistas gracias a la manipulación digital”.

La prueba: hay una escena inolvidable donde Aínda, con sus alas enormes de arpía, visita el refugio donde Diego resguarda su inocencia; la imagen perfecta fue reconstruida digitalmente, a partir de una grabación imperfecta y un panel que simula un ojo de buey.

El decálogo de Alejandro Valle tiene que ver con desafiar el modo tradicional de comunicarse con el espectador, al cuestionar su propia inocencia y sueños. Nada de lo que ve en la pantalla apela a una interpretación absoluta de nuestras vidas. No hay buenos ni malos. Y cada quien aporta una parte central al rompecabezas para entender las consecuencias de los actos; desafiando los cánones de Hollywood, hay drama, pero sin antagonismos; hay interrogantes que nos desafían, pero sin la paranoia ni la desconfianza como ejes narrativos. Un poco como ocurre en el mundo, fuera de las salas de cine. Un antídoto, pues, contra el cinismo.

“El cine está lleno de semáforos. Yo, que soy como un videoartista y nuevo en este medio -aunque siempre me he movido un poco en él porque mi mujer es cineasta-, siento que el llamado séptimo arte no se acaba de definir entre arte e industria. No saben a qué aspecto darle prioridad. Y, como es tan caro, en México se le da prioridad a la industria, pero luego fracasan; viene otra tendencia, un poco más con aspiraciones artísticas y no le va muy bien económicamente y así, siempre se está en ese diálogo. Pero creo que eso limita muchísimo al arte. Yo sí creo en el cine como expresión de honestidad, como cualquier otro arte”.

A Alejandro Valle le interesa el público, pero no a toda costa. No cree en los productos para toda la familia que intenta crear esa industria llamada Hollywood; en la medida en que una cinta es honesta, encuentra su público.

“¿Cómo imaginas el tuyo?”, salta la pregunta con coquetería. Y la respuesta no deja también de serlo. “Yo pensaba que iba a ser la gente joven. Pero de repente resulta que no. El público de ‘Historias del desencanto’ tiene un perfil como de los amorosos: gente compasiva que lucha contra el cinismo”.

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