Jesús López Reyes, famoso fotógrafo mexicano de la reconocida revista “National Geographic”

Jesús López Reyes es originario
de Torreón, Coahuila
Foto: Cortesía de Jesús López

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

 

Ciudad de México. 10 de junio de 2005. Jesús López Reyes es afable, amigable y buen conversador. Su mirada observa atentamente todos los detalles y su memoria hace honor a su profesión, pues no es difícil imaginar lo que sus palabras describen minuciosamente, como si el objeto descrito estuviera frente a uno. Al conversar transmite su pasión por la fotografía, por las cosas de este mundo que le ha tocado ver y vivir. Trabaja para National Geographic y también de manera independiente. Escuchémoslo.

“Nací en Torreón, Coahuila, en agosto de 1957, me trajeron al Distrito Federal, pero regresé a los diez años a Gómez Palacio y Torreón. Creo que desde siempre ya traía mi inquietud de pata de perro, pues luego me fui a Ciudad Victoria, donde tuve mi primer empleo en 1976, de allí salí en 1994. Trabajé mucho tiempo en el gobierno del Estado; trabajando en el DIF de Tamaulipas me tocó recorrer todo el estado, andar en el campo, respirar el aire del campo.

“Yo no sabía nada de fotografía, aunque tenía un tío en Torreón que era aficionado. La clave fue cuando estaba en el Instituto Tamaulipeco de Bellas Artes —hoy Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA)—, enfocado a la cultura y las obras sociales. Un día, el fotógrafo Guillermo Aldana, que colaboraba en National Geographic, me pidió que lo apoyara en un reportaje. Salíamos muy temprano para ver las distintas manifestaciones de la luz, yo lo veía contra la luz del amanecer, su silueta; esa forma de trabajar me llamó mucho la atención, cómo cambiaban los colores del amanecer, del espectro solar. Yo no sabía técnica ni tenía cámara fotográfica, pero me empezó a gustar.

“Nos hicimos muy buenos amigos, lo acompañé a varios proyectos durante 1987. En enero de 1988 me fui a Washington, en un Greyhound, cincuenta y tantas horas de viaje, con nevadas como nunca había visto. Yo nunca había estado en Estados Unidos, sólo en fronteras, así que imagínate la experiencia. Estuve tres meses como ayudante de laboratorio fotográfico, luego surgió un proyecto de la ruta maya (germen de lo que ahora es el Mundo Maya) para publicar un artículo.

“Me ofrecieron ayudar a un fotógrafo de National Geographic, me integré al equipo muy bien, hicimos un buen equipo. Guillermo Aldana me decía que se trataba de ver las cosas desde el punto de vista de la luz; así, de la noche a la mañana, en tres meses estaba en otro nivel; al regresar de Washington viajé en avión y con uno de los mejores fotógrafos del mundo.

“Yo iba como asistente y traductor, le echamos muchas ganas y vieron mi esfuerzo; a partir de ahí continué como asistente-traductor, luego productor de campo para imágenes (actualmente sólo somos sólo dos en el mundo, un japonés y yo) desde el punto de vista documental de la National Geographic. Empecé a trabajar con los mejores fotógrafos del mundo, especializados en arqueología y culturas indígenas, fotógrafos excelentes, cada cual número uno del mundo en sus campos. Eran para mí una especie de héroes, vivos, reales.

“Ahora sigo haciendo producción y soy fotógrafo profesional. Bueno, recuerdo aún cuando en aquella época me mandan a hacer un trabajo, en la ruta maya; me pidieron mi primera foto en Guatemala, así salió mi primera foto. No ha sido un camino fácil, ha sido complicadísimo, ya que tenía que ayudar mucho al fotógrafo en campo, hablar con la gente, lograr acceso y opinar, sugerir, ser parte viva del proyecto, o contribuir en la investigación, pues te conviertes en un fotógrafo investigador, porque la fotografía también narra historias.

“Como Lumholtz en 1902, que cuando vino a nuestro país se encontró un México desconocido; él dio a conocer en el mundo a tarahumaras, coras, huicholes. Bueno, nosotros rehicimos la ruta cien años después, un escritor ganador del premio Pulitzer que escribía para la revista y yo. Encontré lugares donde nadie había puesto un pie después de Lumholtz, pude tomar imágenes de un mitote de la cosecha, pero también tuvimos que investigar, alimentar la historia para que saliera mejor.

“Mira, hace como cuatro años tuve mi primera asignación de un reportaje en las excavaciones de la pirámide de la luna, que aún no concluyen, pues bien sabes que muchos reportajes duran años; luego participé como fotógrafo en el rescate de fósiles de dinosaurios en Coahuila, y en otra excavación en Mascota, Jalisco, además de colaborar en otros proyectos.

“Para mí, dos cosas son las más importantes que me han pasado en mi carrera: conocer Egipto, como parte de la historia adentro de la tumba, pues si se deterioran las pinturas quedan las imágenes, un privilegio extraordinario que me ha dado la vida; y un reportaje sobre ranas, por el que viajé a distintas selvas del mundo, fui a Panamá, Perú, Brasil, Papua Nueva Guinea, Australia… Todo fue impactante, porque estuvimos donde la naturaleza está en su máximo esplendor.

“Esto también me ha servido para adquirir una conciencia ecológica, pues, por ejemplo, una desaparición de ranas marca el parámetro de que ese hábitat o ecosistema va para abajo. Además, trabajar para la National Geographic ha sido maravilloso, ya que se distribuye en ciento setenta y tantos países, tiene diez millones de suscriptores mensuales y cuarenta millones de lectores potenciales; sin duda, he sido afortunado si lo vemos bien.

“También tengo experiencia tomando fotos de gente, como lo muestran las exposiciones de mi trabajo. Así, en 1999 participé en el Primer Festival Internacional Tamaulipas (FIT), pues me invitaron a tomar fotos de los eventos artísticos del festival. Déjame confesarte, por ponerte un caso, que ‘Madame Butterfly’ me impactó, fue un festival con grandes producciones; mi trabajo funcionó muy bien y me gustó mucho. En total, hice cinco festivales, se puede decir que fui el fotógrafo del Festival. Sólo el quinto no lo cubrí por la producción del libro ‘Biodiversidad de Tamaulipas’, de ahí en fuera estuve en todos los demás. Parte de mi trabajo fotográfico en el festival quedó plasmado en el libro conmemorativo ‘Arte sin fronteras. Antología. Festival Internacional Tamaulipas 1999-2004’, que el gobierno del Estado, encabezado entonces por el licenciado Tomás Yarrington Ruvalcaba, editó el año pasado.

“Por otro lado, también he montado exposiciones, como ‘Ventanas de asombro’, en Plaza Loreto, Malinalco y otros lugares; ‘Del cielo y otros rincones’, sobre paisajes de Tamaulipas, que también estuvo en el Festival Internacional Cervantino (FIC), cuando Tamaulipas fue estado invitado, la cual fue donada al ITCA —creo que está en el Museo de Historia Natural ‘Tamux’, palabra huasteca que significa, me parece, ‘lugar de encuentro’. En cuanto a mi forma de trabajo, he sido innovador, disciplinado. Por ejemplo, en el FIT generalmente me armo con cuarenta rollos de treinta y seis exposiciones, los que, en teoría, nos dan alrededor de mil 440 fotografías, por cinco días, esto es igual a siete mil 200 fotos, sin contar aún la depuración de material.

“Sí, básicamente he trabajado la antropología, arqueología, vida silvestre y arte. De ‘Ventanas de asombro’ te puedo decir que se da porque la mayoría de la gente ha perdido la capacidad de asombro por la inmersión en la rutina, se asombra sólo cuando así lo programa (al salir de vacaciones a la playa, etc.). Sin embargo, asombrarnos puede ocurrir todos los días, simplemente hay que tener los ojos abiertos, la mente abierta. Son fotos de mi vida cotidiana, de mi trabajo, no sólo en mi especialidad, pues he tenido una vida muy diversa, relacionada con otros campos, no sólo los míos.

“Te voy a contar de una vez que fui a Cuatro Ciénegas, Coahuila, para preparar un artículo científico, el cual es un desierto con agua en medio de la nada en Coahuila y ahora también es reserva protegida, gracias al esfuerzo académico precedente de investigadores como Salvador Contreras, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y a un investigador apellidado Minckley, de la Universidad de Arizona; es gratificante y un orgullo saber que nuestro trabajo contribuyó a que el gobierno del Estado lo declarara reserva protegida de flora y fauna, hoy se puede hacer ecoturismo, la vida cambió, y nos entregaron un reconocimiento por parte del municipio de Cuatro Ciénegas, y me gusta saber que nuestro trabajo es parte de protección del ecosistema, aunque debo decirte que yo no he buscado reconocimiento público ni de otra índole, pero luego te suceden cosas que te estimulan y te alientan a seguir con tu trabajo.

“La primera vez que fui a dar una conferencia sobre ‘Ventanas de asombro’ fue en la Facultad de Relaciones Públicas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, ésa fue la primera vez que me invitaron a hablar de mi trabajo, de las pequeñas historias que están en las imágenes, allá por 1994 o 1995; luego siguieron el Tec (ITESM) Campus Laguna, en Torreón, luego en Monterrey; en la Universidad Iberoamericana Campus Torreón, en la Universidad Autónoma del Estado de México, en la Universidad Panamericana de Guadalajara, en algunas escuelas de la UNAM. Así, puedo decirte que mi trabajo ha sido apreciado en varias partes de la República y ha gustado, creo yo, por las reacciones que he podido ver en la gente.

“Una ocasión di una conferencia en la Asociación de Investigadores de Paleontología y Ciencias Multidisciplinarias de La Laguna A.C. sobre ‘Ventanas de asombro’. Ahí, un señor muy impactado me hizo un corrido, lo cantó a dueto, a capela, luego lo grabó en un casete, después del casete lo transfirió a disco compacto y en otra conferencia que di tiempo después sirvió de música de fondo. Algo muy gratificante, ¿no crees?”.

De esta manera concluye nuestra charla con un hombre que ha tomado la profesión de fotógrafo con pasión, que se la pasa viajando, en promedio, el setenta por ciento de su tiempo por el interior de nuestro país o por Estados Unidos, Centroamérica o alguna otra región del mundo. Jesús López Reyes, un auténtico trotamundos, antes de despedirse nos dice que piensa continuar con su incesante ritmo de trabajo y montar este año “Ventanas de asombro” en algún espacio del Distrito Federal para que la gente tenga la oportunidad de conocer y apreciar su obra, en la que basta posar la mirada para advertir el placer e interés del fotógrafo al observar lo que lo rodea, como si el mundo se hubiera creado ayer y él quisiera contarnos su historia —del mundo y la suya misma— a través de las imágenes que capturan su asombro y que desea compartirnos con nosotros, como la de una niña que observa fascinada el universo de mazorcas que la rodea, donde la luz es el centro del mundo y de la composición del artista, y la poesía se pasea como Pedro por su casa.

Finalmente, como dicen los trovadores, “con esta me despido”: transcribo a continuación el “Corrido de Jesús López Reyes”, que Rito Aguilera Núñez le compuso a su paisano un 5 de febrero de 1997 en Torreón, Coahuila, tierra natal de ambos.

Corrido de Jesús López Reyes

Me encontré con un amigo
en la ciudad de Torreón
me dijo yo he venido
a esta nuestra asociación
quiero dejar un recuerdo
la foto es mi pasión.

He andado por todo el mundo
buscando la novedad
mi cámara me acompaña
y he sido afortunado
he tomado muchas fotos
las que ahora les regalo.

Me gusta el colorido
la luz es muy esencial
para la fotografía
la que voy a realizar
a cualquier parte del mundo
donde voy a trabajar.

Yo quiero mucho a la gente
respeto su dignidad
la respeto con cariño
porque es mi material
ya ustedes se dieron cuenta
que la gente es bondad.

Sin embargo he sufrido
hasta la cárcel fui a dar
pero aun así le sigo
cumpliendo con seriedad
el trabajo encomendado
que es para la sociedad.

Para National Geographic
he venido a trabajar
y también para ustedes
que los voy a deleitar.

Me despido amigo mío
me mandaron a volar
le voy dando vuelta al mundo
no sé cuándo regresar
pero el día que regrese
mucho hemos de platicar.

Mostraré de nueva cuenta
el trabajo realizado
pa´que ustedes se den cuenta
que aún sigo fotografiando.

Jesús Eduardo López Reyes

Nació en Torreón, Coahuila, en 1957. Ha desarrollado su actividad en el campo de la fotografía antropológica, de investigación y vida silvestre. Desde 1988 ha colaborado como publirrelacionista y productor de campo para los proyectos de la revista National Geographic en México y diferentes proyectos en Estados Unidos, Centro y Sudamérica, Australia y Papua Nueva Guinea. Asimismo, ha colaborado con el Instituto de Conservación de la Fundación “Paul Getty”, de Los Ángeles, California, en los siguientes proyectos: “La foto-documentación científica de los trabajos de restauración en la tumba de la reina Nefertari, esposa de Ramsés II de la XIX dinastía en Luxor, Egipto”, “Proyecto de manejo de sitios arqueológicos en Tiwanaku, Bolivia”, “Trabajos de restauración del Centro Histórico de Quito, Ecuador”. Igualmente, participó en proyectos del libro “El hilo continuo. Textiles de Oaxaca y Guerrero”. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas, y colaborado en la edición de varios libros. Sus fotografías son publicadas en diversas revistas de circulación nacional e internacional. Actualmente, continúa como fotógrafo independiente y constantemente es invitado a impartir conferencias en diferentes foros.

Comentarios a esta nota: Gregorio Martínez Moctezuma

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