Carlos Monsiváis asegura en Barcelona, que las migraciones reinventan las naciones

Monsiváis, cautivó con su
discurso irónico e inteligente

Barcelona, España.- 3 de julio del 2005.- El periodista y escritor mexicano Carlos Monsiváis Aceves aseveró que las migraciones reinventan a las naciones, en su conferencia Narrativas de Frontera pronunciada en la Universidad Ramón Llull de Barcelona.

Como ejemplos de su afirmación, el autor citó los casos de los cientos de miles de mexicanos y dominicanos en Nueva York, ecuatorianos en España, turcos en Alemania, cubanos en Miami o los africanos en Francia.

Explicó que en las narrativas de frontera —la literatura producida a partir de la contigüidad de dos países, como es el caso de Estados Unidos y México, y casi de América Latina entera—, lo que se escribe se da a partir del hecho universal de las migraciones.

Ante aproximadamente un centenar de asistentes, en su mayoría jóvenes a quienes cautivó con su discurso irónico e inteligente, el escritor recordó que la frontera como realidad jurídica es también un llamado a la esperanza de conseguir el empleo imposible en la
localidad natal.

A lo largo del siglo XX y casi hasta nuestros días, la noción de frontera sirve para aprovechar la demanda de mano de obra, y así la ciudadanía comienza a emigrar de la provincia, de su país de origen, hacia las ciudades, acotó.

Señaló que los jóvenes que trabajan en los campos californianos, cuando regresan a su país llevan consigo dólares que mejoran la vida de la nación, así como objetos modernos que mejoran la vida de la comunidad.

Al mismo tiempo, llevan a sus países de origen nuevos hábitos, en su modo de hablar y en su tipo de ocio, sus gustos musicales, como por ejemplo, “eso que ellos llaman tecnopop”, agregó Monsiváis (Ciudad de México, 1938).

El escritor, que se definió al inicio de su conferencia como “barrocamente simplón”, afirmó que a las opresiones contra los latinos en Estados Unidos se les quiere añadir otra: el sentimiento de culpa por no hablar con absoluta propiedad el inglés.

“Esto es falso tratándose ya de los mexicanos de segunda generación”, matizó el ensayista, quien estuvo acompañado por el cónsul general de México en Barcelona, Jaime García Amaral, y por la rectora de la Universidad Ramón Llull, Esther Giménez-Salinas.

Mosiváis analizó también el concepto de frontera entre lo global y lo local, y se cuestionó hasta dónde llegan uno y otro.

“Cuando veo el estreno de Star Wars, ¿lo hice por globalizado o fue un plan para colarme en un mundo que no me corresponde, o es que soy tan local que hago el ridículo con tal de que alguien me sienta global?”, se preguntó.

El Premio Nacional de Periodismo 1978 habló además de realidades trágicas derivadas de los flujos migratorios de Centroamérica hacia Estados Unidos.

En las fronteras entre la delincuencia y la sobrevivencia, si alguna migración delincuencial existe esa es la llamada “mara salvatrucha”, originada por grupos de salvadoreños en Los Ángeles, California, indicó.

En esa ciudad estadounidense, grupos de salvadoreños se entrenan en cursos instantáneos de violencia y al llegar a su país se constituyen en una organización criminal. El nombre de “mara” viene del voraz insecto amazónico marabunta; del nombre de la nación centroamericana, y es de suponerse que de la trucha, esta especie de pez de río, explicó el conferenciante.

Apuntó que desde hace una década, la mara salvatrucha es una frontera, es un éxodo armado, sin reglas étnicas que se ha convertido en Centroamérica en un problema para cinco países, incluso un problema de seguridad nacional, como alertó el presidente de Guatemala.

Esos grupos se especializan en violaciones en las fronteras e incluyen reglas iniciáticas brutales como golpear al aspirante durante 18 minutos, como castigo y premio por entrar a formar parte de la banda.

El escritor criticó que a las minorías provenientes de América Latina se les ridiculiza por su cultura provincial y tal vez por eso, agregó, han encontrado en el consumo la técnica de asimilación más conveniente.

En este momento la minoría latina es la primera compradora de automóviles en Estados Unidos y la que más uso hace de tarjetas de crédito, a lo que se suma el nulo consumo de libros en español a un lado y otro de la frontera.

Respecto a la frontera entre lo público y lo privado, Monsiváis se preguntó dónde están los límites entre ambos espacios, con masas ansiosas de unos minutos de gloria en la televisión.

Como ejemplo, citó los talk shows y reality shows televisivos donde se escuchan testimonios tan anodinos como “tan es gay mi marido que yo llegué virgen al adulterio”, lo que desató las risas más sonoras del auditorio.

Todos estos programas abogan por la desaparición de lo privado; en la actualidad pasamos del “qué dirán los vecinos al qué van a dejar de decir”, declaró el autor de Días de guardar y Amor
perdido, entre otros de sus títulos.

Agregó que las ciudades de América Latina se transforman arquitectónicamente con tal de parecer frontera, la búsqueda de la semejanza con las de Estados Unidos, con sus restaurantes idénticos, los malls, tiendas pret-a-porter, MacDonalds y Wal-Mart.

En este contexto, las capitales latinoamericanas son hoy las ciudades fronterizas por antonomasia, ciudades que imitan el modelo estadounidense y donde sin necesidad de pasaporte los ciudadanos ya pasan la frontera a través del consumo, planteó.

Indicó que en busca de la oportunidad que está en la otra parte, cientos de miles de salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, mexicanos, nicaragüenses desafían la brutalidad policial, las redes de engaño que se sirven de los indocumentados, y el racismo de los
empleadores.

Pese a todo, abandonan sus arraigos porque la frontera, una vez pasada, se convierte en la utopía más cruel pero, para ellos, la más necesaria, concluyó Monsiváis, arrancando sonoros aplausos del público.

Al presentar a Monsiváis, la rectora Giménez-Salinas dijo que “es un lujo para esta universidad contar con su presencia, porque personas como usted nos hacen falta todos los días”. (Notimex)

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