“Banda La Michoacana”, teje su música con viento del alma

La banda llega a las almas de los escuchas
para infundirles sentimiento,
sabor a tierra y a raíces profundas

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 25 de junio de 2005. Un aluvión de colorido, sonoridad y sentimiento es lo que se desprende al escuchar la más reciente producción discográfica de Banda La Michoacana, “El Sancho”, realizada por Discos Corasón el año pasado en las instalaciones de El Colegio de Michoacán.

Once temas son los que integran este disco compacto; la mayoría habla de historias de gratitud, pasiones amorosas, imágenes y sucedidos de la vida diaria en la Cañada de los Once Pueblos, en Michoacán. Música de la vida del pueblo, para el sentir del pueblo; música netamente mexicana.

Banda La Michoacana está integrada por veintiún elementos que tocan platillos, bombo, tarola, tuba, armonía, trombón, trompeta, clarinete y sax alto, es decir, una verdadera “banda de viento”, que, mediante un sonido prístino, auténtico, llega a las almas de los escuchas para infundirles sentimiento y sabor a tierra, a campo, a raíces profundas, a fiesta.

Argemiro Ascencio Francisco es el director musical de la Banda, nació en Ichán, un pueblo purépecha con menos de cuatro mil habitantes en donde ahora hay dieciocho bandas de aliento; cabe señalar que la más solicitada y apreciada es La Michoacana, cuyo origen se remonta a 1970 y que ha sido semillero fecundo y expresión afortunada del temperamento creativo de Argemiro, para quien la música es el puente entre su alma y la fiesta.

Así, los temas cantados que contiene este disco están en lengua purépecha, plena de matices y sentimiento, pero con su respectivo título en español: “El sancho”, “Vete, yo también me voy”, “El burrito”, “Me enamoré de ti”, “Natividad”, “Tripas de res”, “Te extraño, Chita”, “Don Alfredo Granados”, “Mi desgracia”, “Anita”, y “La cervecita”, composiciones de Argemiro Ascencio, excepto “Mi desgracia”, que es de Armando Granados, “El burrito”, de Eleazar Magaña, y “Anita”, creación de Lorenzo Gregorio.

Del maestro Ascencio, Eliazar Velázquez ha dicho: “Este prolífico compositor registra en su obra la incesante trashumancia en celebraciones patronales, jaripeos, pastorelas, ferias y carnavales de la Cañada, la Meseta, el lago de Pátzcuaro, o en estados vecinos como Guanajuato, Jalisco y el de México. Su ánimo no está en el espectáculo; le son más entrañables el kiosco, el atrio de la iglesia, las luces multicolores del castillo, los cuetes, los novios emocionados, la cocina en la que antes de servirse un caldo les echan confeti y tocan ‘El torito’, que alegres bailan los caseros”.

Efectivamente, de la savia popular, de la verdadera vida del pueblo, de la fiesta que sirve para recoger y alegrar simultáneamente el alma, del aire que se respira en los pueblos michoacanos está hecho “El sancho”, un disco que es una muestra viva de lo mejor de nuestras tradiciones populares. Escúchelo y déjese llevar por el aire que proviene del lago de Pátzcuaro y lo lleva a la fiesta del pueblo, aquella que aún anima nuestro amor por nuestra tierra.

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