“Cuerpo Libre”, la danza como un arte de expresión y liberación personal

Raúl Campos Mendoza,
fundador de la agrupación

Por Benjamín Solís y Gregorio Martínez Moctezuma
Reportero y Corresponsal Azteca 21

Celaya, Guanajuato. 29 de mayo de 2005. Cuerpo Libre es una compañía de danza contemporánea independiente fundada en esta ciudad en 1994 por Raúl Campos Mendoza y robustecida posteriormente con el ingreso de Jesús Martínez López, cuya sede es el Auditorio de la Preparatoria Oficial, que ha logrado mantenerse y desarrollar un importante trabajo creativo, además de consolidarse como una cantera de nuevos valores y un baluarte en la difusión y creación de públicos de esta expresión artística. Sus batallas contra molinos de vientos no han cesado, así como su lucha por sobrevivir en un medio poco propicio. He aquí el testimonio de sus avatares y sus logros.

Raúl, Jesús, ¿cómo surge la idea de fundar el grupo?

R.C.M.: Yo llegué a la Preparatoria por medio de una invitación para que me hiciera cargo del grupo, que ya estaba formado como opción curricular. Llevé un trabajo común en teatro, que es mi formación principal. Pronto incursioné en la danza y me ofrecen el grupo y así, con mucho esfuerzo y dedicación, saqué los primeros trabajos. Al principio, cuando era el único responsable, mi trabajo era más teatral, más danza-teatro, con mucha expresión corporal. Trato de que la compañía mantenga ese trabajo constante en los diferentes proyectos coreográficos, es importante para mí que no sólo sea un baile, para mí la diferencia entre baile y danza es darle un sentido en ésta, darle un sentimiento, manifestarlo a través del movimiento. Después entra Jesús, él sí con una preparación dancística más profunda que la mía, con una creatividad y más versatilidad. Comenzamos como un taller escolar, prácticamente con una rotación enorme de participantes. No contábamos con una trayectoria o con jóvenes con trayectoria. De este modo se va conformando programa tras programa, con diferentes temas. Ello me trajo enormes satisfacciones, porque pude dedicarme más a lo mío, que es la dirección escénica, ya sin preocuparme tanto por la coreografía. Jesús y yo formamos una mancuerna interesante, porque él hacía crecer su trabajo y al mismo tiempo a mí también, porque lograba sacar más provecho de los jóvenes que incursionaban por primera vez en la danza.

J.M.L.: Yo empecé como un integrante más y poco a poco fui adquiriendo más bases para el trabajo. Al principio era un taller para los chavos de la preparatoria, éstos fueron egresando y yo soy el que se quedó o el más antiguo de todos, fui a la Escuela Nacional de Ballet y adquiriendo más conocimientos, más experiencia en cuanto a la coreografía. El grupo fue creado para el nivel preparatoriano, para la formación artística de la danza. Yo sé que a lo mejor muchos chavos no van a seguir en esto, pero al menos les dejas algo, les dejas la experiencia de lo que es el grupo y la danza contemporánea en sí.

¿Hay talento en Celaya para la danza?

R.C.M.: Claro que sí, entonces llegaban en promedio unos setenta jóvenes que eran como unas piedras en bruto, que se tienen que ir puliendo; unos se superan y otros no aguantan el rigor y finalmente se salen. Por ejemplo, hace tiempo tuvimos un joven que tenía muchas capacidades técnicas, coordinación, elasticidad, energía, vitalidad, pero desafortunadamente dejó la compañía por problemas personales. Una vez lo encontramos en la calle y nos dijo que dejó la danza porque necesitaba dedicarle demasiado trabajo y tiempo, y no podía con ello. Nosotros trabajamos con los alumnos más de quince horas a la semana, cuando la clase oficial de la preparatoria es de cuatro, y eso que no es una compañía profesional, porque entonces cada ensayo tendría que ser de seis u ocho horas diarias. Lo más que hemos mantenido a un grupo han sido cinco años, los tres de la preparatoria y algunos estudiantes permanecen en la compañía otros dos años más; en algunos casos, muy contados, pero por cuestiones de carrera e intereses, se van de Celaya a estudiar a otros lugares.

Al inicio, ¿cómo se daba el taller?

R.C.M.: Lo llamé Taller Libre, que entrara quien quisiera, como es el caso de varios bailarines que ya no pertenecen a la prepa, pero que tienen amor por la danza y nos siguen apoyando con su trabajo. En otros casos, por ejemplo, un joven bailarín que ahora está en Guanajuato y ha participado en tres compañías y en el Festival Cervantino, él empezó con nosotros y siguió su formación; también algunos otros ahora están en otros grupos, pues de alguna manera este es un pequeño semillero.

¿Cómo se da el paso del Taller Libre a Cuerpo Libre?

R.C.M.: Hace doce años inició como el Taller Libre y, con el tiempo, la compañía cambió de nombre. El nombre de Cuerpo Libre surge porque la danza contemporánea, para mí, es la más libre de todas las manifestaciones, la clásica es muy rígida, tiene ya todo establecido y no les dan una libertad a los bailarines para expresarse; el folclor es igual, ya es un código lo que manifiestan en el escenario, claro, con sus variaciones; hay ciertas libertades que se da cada coreógrafo, pero yo siento que se restringen mucho. En la danza contemporánea, por el contrario, tratamos de darles más libertad a los jóvenes para expresar sus sentimientos, sus deseos, sus anhelos, sus preocupaciones. Buscamos canalizar toda esa energía que abunda en ellos; crearles conciencia sobre diferentes temas, en nuestro trabajo hemos abordado temas como el Sida, la drogadicción, el abuso del sexo y temas tabúes que en nuestra sociedad no es tan fácil tratar y más difícil aún llevarlos a escena con jóvenes, cuando todavía tienen muchos miedos, pero con la danza logran sacarlos de sí mismos.

Viven para la danza, pero, ¿viven de la danza?

R.C.M.: Definitivamente no, no es nuestro modus vivendi. Afortunadamente tenemos un trabajo que nos permite dedicarle el tiempo necesario al grupo, a la compañía. A mí me gustaría dedicarle más tiempo, desafortunadamente no contamos con los apoyos económicos. Ahora contamos con el único apoyo del espacio que nos da la Universidad de Guanajuato; sin embargo, hemos tenido apoyos por parte del Instituto de Cultura del Estado, con dos becarios, aunque quisiéramos que fueran más. En 2003, Jesús obtuvo beca como creador con trayectoria, y nuestra bailarina Isabel Salinas como joven ejecutante en 2004. Estos apoyos fueron importantes, ya que es una satisfacción que hayan reconocido a nuestros integrantes. Tenemos el plan de solicitar para el próximo año otro apoyo, pero ya como grupo, como compañía, un apoyo para montaje de proyectos. Ojalá que nos consideren.

Jesús, ¿la compañía ya tiene un repertorio propio?

J.M.L.: Sí, tenemos un repertorio pequeño, porque desgraciadamente en el semestre se renuevan y renuevan integrantes y es complicado, es una población que va “de paso”; ahora ya tenemos dos o tres miembros que vienen más tiempo y sí tenemos un repertorio de cuatro programas, cada uno de una hora como mínimo. Hemos presentado nuestras coreografías, casi siempre nuestras presentaciones son de un programa completo, alrededor de una hora con treinta minutos. “Carmina Burana”, que estrenamos el viernes 27 en el Auditorio de la Preparatoria Oficial, la habíamos montado en otro contexto, llamémoslo menos escabroso, un poquito más ligero, sin meternos en tantas cosas como la religión, las pasiones, todo lo que trae uno adentro y a veces lo tiene uno que ocultar y no lo deja salir tan fácilmente. La vez anterior, “Carmina Burana” fue muy simple, sin complicaciones, pero ahora pensé que necesitábamos un cambio y así me veo reflejado mucho en la coreografía. Como te digo, en “Carmina Burana” la música es muy conocida, pero la letra no, creo que la pieza favorece un contexto muy fuerte, de lucha interna, de sacar todo lo que traes y explayarte, por ello decidí que lo íbamos a hacer diferente. Yo he creado alrededor de veinte coreografías, con títulos como “Réquiem por un corazón desierto”, una versión de “El cascanueces”, “Tango-ballet”, basada en un tema de Astor Piazzola, “Máscaras”, “Circus”, “Tresguerras”, dedicada a Francisco Eduardo de Tresguerras, importante arquitecto mexicano que dejó obras aquí en Celaya, “Fantoches”, que es de teatro-danza, “Llora por mí”, entre otras. Yo quiero que venga todo lo bueno, tener reconocimiento local, municipal, estatal, es lo más importante. Se siente mucha satisfacción al ver bailar a los chavos, ahora en “Carmina Burana” no intervine por primera vez como bailarín. Me gustó esta faceta, me sentí raro, pero a la vez bien, me hizo crecer ver desde otro punto de vista la coreografía, no es lo mismo que hagas tu coreografía y que la bailes, ahora que sólo me tocó verla es muy diferente. Hay que seguir adelante, conseguir logros para el grupo y también como coreógrafo, hay que luchar, tratar de seguir buscando formas de crecimiento. Tengo ahora el proyecto de una coreografía sobre “Romeo y Julieta”, claro, una versión libre, retomar la idea y crear una propuesta nueva desde la perspectiva de la danza.

Raúl, ¿cuáles son los logros en estos doce años y qué esperas en el futuro?

R.C.M.: Hemos tenido presentaciones en lugares y foros importantes del estado, como en el Teatro Juárez, con un programa que fue visto por extranjeros y fue muy bien recibido, las críticas fueron bastante elogiosas, tanto por la coreografía como por el trabajo de los jóvenes. Nos hemos presentado también en el Teatro Principal, en el Cervantes, es decir, en los más importantes de Guanajuato; en León, en el Teatro María Greever; en San Miguel de Allende, que tiene mucha población extranjera, igual fue bien recibido nuestro trabajo en tres ocasiones. Ello nos da satisfacción, pues nos enseña que no andamos tan perdidos, porque de repente vemos grupos de otros países que presentan trabajos muy deficientes a pesar de tener recursos económicos, y nosotros, con los recursos tan escasos y con gente de escasa preparación técnica, logramos armar programas decorosos, donde el público se va contento, pues los comentarios a la salida no son negativos. En cambio, he visto en festivales importantes que el público se sale decepcionado con compañías profesionales. Respecto a estos grupos los críticos podrán decir “Una excelente técnica, una magnífica iluminación, un cuerpo de baile muy profesional…”, pero falta lo principal: la creatividad del coreógrafo. Por supuesto, a mí me gustaría que nos reconocieran, mínimo a nivel estatal, que apoyaran nuestro trabajo con inversiones, presentaciones en diferentes foros, que no estemos rogando, porque parece mentira, pero tenemos un trabajo ya armado y a veces no podemos llevarlo a otros lados porque no contamos con la infraestructura para podernos mover. En otros lados hay instituciones que a través de una invitación oficial pueden llevarnos sin ningún contratiempo.

¿Les han otorgado algún reconocimiento?

R.C.M.: Sólo los reconocimientos que entregan las instituciones por la participación en diferentes eventos como la fundación de la ciudad, la Feria del Libro… en fin, reconocimientos que a cualquier grupo se los dan sólo por su participación, pero no contamos con un reconocimiento para el grupo. Desafortunadamente, el trabajo de las autoridades involucradas en la promoción artística es muy amplio, no sólo en danza, sino abarcan todos los géneros de las artes, entonces es tanta la tarea trayendo un ballet internacional o un pintor de reconocido prestigio, un pianista, un violinista, etcétera, y canalizan todo su potencial en ello. Creen que con brindarnos un espacio ya es suficiente, no consideran que no sólo necesitamos el espacio, sino detrás de ello está toda la producción. Definitivamente lo que se requiere es apoyo. Sé que hay graves problemas en todos los ámbitos nacionales y supongo que también en los internacionales, la danza contemporánea no es muy bien recibida, siempre navega contracorriente, la gente lo que más conoce es la folclórica y la clásica por siglos de tradición; en cambio nosotros proponemos algo distinto en una función de danza contemporánea y la gente dice “Y eso qué es, de qué se trata”. Hay algunos grupos que presentan trabajos coreográficos con una calidad regular y en muchos casos una temática más complicada, pero a la gente no le gusta pensar, no le gusta complicarse la existencia, que le den algo bonito y listo, entonces si hay un tema un tanto escabroso pues hay un rechazo contra estos trabajos, la gente dice “No, no me gustó, sacan cosas muy feas”. Así las cosas, es un trabajo arduo el estar conquistando públicos y darles diferentes opciones, no nada más cuadros “bonitos” o agradables a la vista, al oído, en cuanto a música se refiere o en cuanto a coreografía. Todo tiene belleza, aun los temas difíciles de tratar. Sí, pedimos que nos apoyen, tanto los que son responsables de los lugares, los responsables de publicidad, los responsables de los presupuestos, y al público en general le pedimos que esté atento de nuestro trabajo, que lo conozca y valore.

J.M.L.: Sí, necesitamos un poquito de todo: reconocimiento, apoyo, salir más de la ciudad, conocer más a nivel estado e incluso nacional; es difícil, pero más adelante sí esperamos contar con más apoyo, reconocimiento y publicidad. Sí, nos afecta la política cultural, a nivel institución local, municipal, estatal y no se diga nacional, no tenemos apoyo. A nivel nacional es más difícil porque hay muchos grupos en toda la República, como es el caso del Fonca, que debe considerar muchísimas propuestas. A nivel local o institución la política oficial nos afecta mucho. Por ejemplo, para esta función yo invité a mucha gente, académicos y del Municipio, les dije “los esperamos” y no vinieron, entonces yo pienso que no les interesa, y si a los de la propia institución y del Municipio no les interesa, pues yo creo que a los del estado les será más difícil conocernos y apoyarnos; entonces sí nos afecta. Creo que lo que verdaderamente hay que cambiar es la mentalidad, pero no sólo de esas personas, sino de todos, hay mucha burocracia, y arte y burocracia no se llevan.

¿Cómo ven el panorama de la danza contemporánea en México?

J.M.L.: Pues yo creo que cada etapa es diferente; cuando empezó fue una etapa bastante difícil. La danza contemporánea se creó para cambiar un poco la clásica, para quitar toda esa rigidez que pudiera tener, aparte para tocar asuntos más comunes, más cotidianos; la clásica abarca mucho lo que son cuentos, fantasías, cosas más irreales; la danza contemporánea es más cotidiana, más del momento, más actual. Yo creo que estamos en un buen momento de la danza contemporánea, no nada más a nosotros nos cuesta trabajo, a nivel nacional también los grupos encuentran dificultades para hacer su trabajo, pero hay un buen nivel a nivel nacional. Me ha tocado ver muchos festivales y hay grandes ejecutantes, es imposible ahora mencionarlos a todos, pero sí hay mucho talento, como, sólo por mencionarte un ejemplo, Antonio Salinas; a nivel nacional estamos bien y estamos en la eterna búsqueda por sobresalir y sobrevivir. Los que nos dedicamos a la danza somos masoquistas, porque no aprendemos, si nos va mal, ahí estamos, no importa, lo importante es crear, hacer danza, que es el arte que nos ayuda a estar vivos, a ser felices de alguna manera.

Gracias, Raúl, Jesús, por todo, por invitarnos a estar presentes en el estreno de “Carmina Burana”, por compartir con nosotros su lucha, sus inquietudes, su necesidad de ser escuchados, reconocidos, apoyados.

R.C.M.: Gracias a ustedes por acompañarnos, por apoyar la difusión de nuestro trabajo.
J.M.L.: Esperamos verlos en nuestro próximo estreno.

De esta manera concluyó nuestro encuentro con dos artistas comprometidos con su trabajo, con la danza; con dos maestros que dedican mucha parte de su tiempo, de su trabajo, de sus recursos y de su energía vital a formar talentos y públicos para la danza en una ciudad cuyas autoridades educativas, municipales, empresariales y culturales no alcanzan a vislumbrar lo necesario que es el arte para el desarrollo integral de las personas y, por ende, de la sociedad en general. Empero, confiamos en que el arte, tarde o temprano, una vez más vencerá.

Comentarios a esta nota: Gregorio Martínez Moctezuma

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