“Nunca se ve tanto como cuando no se puede ver”, enigmática propuesta de Beatriz Robles
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Una propuesta escénica completamente diferente
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Por Alejandro Vázquez Suárez
Reportero Azteca 21
Ciudad de México. 31 de mayo de 2005. “Nunca se ve tanto como cuando no se puede ver” es una enigmática propuesta de la directora, coreógrafa y bailarina Beatriz Robles, quien inspirada en la obra de Maurice Maeterlinck, “Los ciegos” —texto representante del movimiento simbolista y la dramaturgia purista—, lleva a escena la historia de tres personajes invidentes interpretados por los bailarines Aisha Cruz, Rosario Verea y Javier Amado, con guías como Victoria Camero o Beatriz Robles, cuyo estreno será el jueves 2 de junio a las 20 horas en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
Danza de vanguardia que, con movimientos variados y de acuerdo con las circunstancias, se transformará en medio de transmisión de la música, la fotografía del artista ciego Eugen Bavcar, el video en tiempo real y la instalación.
La musicalización y la ejecución en vivo son llevadas a cabo por la flautista Elvia Castro, siendo ella punto clave en la obra, ya que ocupará uno de los sentidos que se ponen en juego en esta obra. Con música “espectral”, el sonido de la materia, la cual parte de explicar cómo perciben el mundo los ciegos y cómo lo reconstruyen en su mundo.
Castro incluye música griega, la cual está hecha no de oído, sino de ecuaciones matemáticas. “Fue una elección difícil ya que nos encontrábamos con muchas piezas muy bellas, pero tenía que ser una elección que funcionara para el lenguaje dancistico”, menciona.
Elvia tocará en vivo mientras recita bellos extractos de poemas del poeta francés Saint-John Perse, todo con la agradable compañía de una solista marimbista invidente, quien aporta una verdadera esencia a la obra.
La escenografía, construida a manera de instalación, está inspirada en el fotógrafo vidente Jean Mohr, de cuyas imágenes se toma la idea de una esfera blanca de 7 metros de diámetro, que emula un gran ojo ciego.
Este proyecto, que se inició en 2001, fue el ganador en un concurso que realizó el Cenart, y es una obra que juega a conocer el tiempo y el espacio a través de evocar atmósferas en las que los sentidos percibirán, mediante momentos que se construyen con sonidos y silencios y se concretan con la ayuda de sutiles cambios de temperatura o corrientes de aire, un mundo nuevo… el mundo de los invidentes. “Busco una invitación para que juntos busquemos los enigmas de las escenas”, señala Beatriz Robles.
“Nunca se ve tanto como cuando no se ve” es un reto para las habilidades de los bailarines, ya que se ejecutan ciertas escenas con los ojos cerrados. Los tres bailarines comentaron la dificultad de esta obra, ya que al cerrar los ojos se pierde toda noción de postura, espacio y tiempo.
Robles explica que es como un conducto para llegar a los conceptos de un ciego y explorar otras maneras de sentir la vida. “Los personajes tienen el deseo de existir a partir de lo imaginario”, asegura.
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