Buscan hacer de Cuernavaca una ciudad “amuralada” y crear la primera escuela de muralismo

‘La víbora de la mar’, mural pintado por
35 niños bajo la asesoría de la pintora Rosanna Ampudia

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Cuernavaca, Morelos. 15 de mayo de 2005. “Hace siete años creé este proyecto para hacer de Cuernavaca la primera ciudad amuralada, una ciudad llena de murales, pintar 30 murales en la ciudad y 17 en el estado, 47 en total; diez realizados por niños –egresados de la escuela que queremos crear— y 37 por pintores ya formados”, señala Rosanna Ampudia, pintora que ya dio el primer paso de este proyecto en el Centro de Lengua, Arte e Historia para Extranjeros (CLAHPE), de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), con la develación de “La víbora de la mar”, mural pintado por 35 niños que contaron con su asesoría.

“Por supuesto, este proyecto tendría importantes beneficios no sólo en el ámbito artístico-cultural, sino que se reflejarían también en el turístico, en la captación de más divisas, pues contempla un foro, teatro, diversas actividades culturales. Esto se lo di a conocer a Sergio Estrada cuando era presidente municipal, y ahora como jefe del Gobierno del Estado, quien mostró interés en apoyarlo”, añade.

“La idea también es crear la primera escuela de muralismo; si se llega a crear, sería la primera escuela a nivel internacional. En Australia me ofrecían poner la escuela de muralismo mexicano, pero yo, muy mexicana, me quise regresar a que se hiciera en México, y ahora estoy luchando por que se haga realidad”, apunta.

“Se trata de aventar hacia fuera algo que nos distingue en el mundo, recobrar nuestro aire de grandeza. Sin duda, éste es un propósito elevado y por ello mismo estaría abierto a todos los maestros de la pintura que quisieran aportar su granito de arena, pues buscaríamos que los murales fueran declarados patrimonio del estado, de la nación y, ¿por qué no?, de la humanidad”, afirma.

“Claro, sería una manera de continuar lo que hicieron los grandes muralistas mexicanos; ya nos dejaron la técnica, que es el acrílico, donde la pintura va directo al muro, y ha demostrado servir a la plástica y tener durabilidad, aspecto que es muy importante en este caso”, asegura.

“Tenemos pensado plasmar en edificios personajes y leyendas de Morelos, personajes rescatables por la propia gente de aquí. Recrear, a través de la pintura, esquinitas donde durante muchos años estuvo la señora que vendía pepitas, el frutero o el algodonero; o el callejón del beso —pues también tenemos nuestra leyenda—, la calle de la Llorona, etcétera; o también considerar el suelo como espacio de creación, con mosaico, por ejemplo. En fin, sería una manera de que la gente recuperara sus raíces, pues todos nos damos cuenta que las estamos perdiendo y no hacemos nada al respecto”, subraya.

Por su parte, Wilfredo Ávila García, director del CLAHPE, dice que el proyecto de Rosanna imbrica con el Centro pues en su esencia está darle espacio al arte y a la historia, no sólo a la lengua. Por ello la idea de involucrar estas disciplinas para crear o impartir diplomados.

“El Centro tiene casi tres décadas de fundado y tenemos la iniciativa de impartir cursos de arte, invitar a amigos pintores, escultores, escritores e historiadores a que se sumen a este proyecto, a gente que comparte esta vocación y este amor por la cultura en general. Queremos tener academia de arte, letras y la primera de muralismo, abiertas al público en general, desde niños y adolescentes en rescate —niños de la calle o drogadictos—, hasta adultos en plenitud. Claro, todo esto avalado por un programa académico serio y de acuerdo con el nivel de los participantes”, puntualiza.

“A partir de este mural hemos recibido peticiones de los padres de familia para que se cree la academia de muralismo infantil, de que incida en la sociedad morelense, de que observe un sentido de trascender. En resumen, la idea sería integrar arte e historia a la lingüística. Esto se puede lograr de diversas maneras, por ejemplo, a través de la pintura podemos llegar a la historia y de ésta fácilmente a la literatura, y todo con base en nuestras raíces”, finaliza con entusiasmo Ávila García.

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