Alfonso Reyes fue reconocido en su tiempo, como el educador y civilizador del pueblo mexicano

A los 23 años,
Reyes había obtenido
ya su título de abogado

Ciudad de México.- 16 de mayo del 2005.- Alfonso Reyes, reconocido en México y el mundo por su inteligencia apasionada y sensata; el ejercicio de la reflexión crítica y su creación literaria, entre cuyas obras destacan "La Cena" y "Visión de Anáhuac", nació el 17 de mayo de 1889, en Monterrey, Nuevo León.

Hijo de Aurelia Ochoa y del general Bernardo Reyes, Alfonso dio muestras claras de sus inquietudes intelectuales desde muy temprana edad, obteniendo los primeros lugares en diversos ciclos de instrucción.

Contrajo matrimonio con Manuela Mota, quien sería su única esposa y la madre de su hijo único, el doctor Alfonso Reyes.

A los 23 años, Reyes había obtenido ya su título de abogado y era secretario de la Escuela Nacional de Altos Estudios, antecedente de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, donde fundó la cátedra de Historia de la Lengua y Literatura Española.

Reyes conoció a Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos que, junto con otros, formaron "El Ateneo de la Juventud", un grupo de intelectuales interesados en trazar las líneas del México moderno compartiendo la afición por Grecia.

Por aquella época Reyes escribió sus primeras obras, entre las que se encuentra el libro de ensayos "Cuestiones estéticas", publicado en París, y de esos mismos años, los estudios sobre "Robert Louis Stevenson" y "Gilberth K. Chesterton".

Luego vendrían los cuentos "La primera confesión", "La entrevista", "Los restos del incendio" y "La cena", donde con un lenguaje elegante prefigura el realismo mágico que se considera antecedente directo del célebre relato "Aura", de Carlos Fuentes.

Las páginas se multiplicaron: libros y más libros, artículos para diarios y revistas de diversos países, discursos y un diario que siguió hasta sus últimos días y concluyó con la frase enigmática "me mataron".

Un tanto decepcionado de la situación nacional y de la pobreza de ideas para cambiarla, viajó a París en 1914 con un cargo diplomático, sin embargo, al estallar la Primera Guerra Mundial (1914-18) tuvo que emigrar a España, donde pasó problemas económicos.

La situación mejoró y Reyes siguió construyendo los primeros niveles de una obra que, en extensión y muchas veces en calidad, se dice que supera la de cualquier autor mexicano del siglo XX.

Trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, dirigido por Ramón Menéndez Pidal; se acercó a autores de la generación del 98; departió con Juan Ramón Jiménez y José Ortega y Gasset, y acudió a las tertulias del Pombo, que presidía Ramón Gómez de la Serna.

En 1915 terminó su obra "Visión de Anáhuac", publicada en 1917. Se trata quizá de su obra más difundida, en la que exalta la belleza del paisaje del Valle de México, cuyo paulatino deterioro retrató después en su "Palinodia del Polvo".

Según los especialistas, en esa obra como en varias otras, de épocas posteriores, como la "Cartilla Moral", Reyes adquirió la figura de educador y civilizador del pueblo mexicano, a partir de lo que denominaron una "aristocracia del pensamiento".

En 1920 fue designado tercer secretario de la legación de México en Madrid, antes de regresar a México ascendió a encargado plenipotenciario y suscribió el Convenio de Propiedad Literaria, Científica y Artística entre los dos gobiernos.

En 1924 volvió a dejar el país para desempeñarse como ministro en Francia; ahí vivió en el mismo edificio del Boulevard Hausman, donde dos años atrás había muerto Marcel Proust y conoció a figuras decisivas para las letras del siglo XX: André Gide, Roger Martin du Gardó, Rainer María Rilke y Saint John Perse.

En 1927 Reyes fue nombrado embajador de México en Argentina, cargo que desempeñó hasta 1930; de 1930 a 1936, lo fue en Brasil, y de 1936 a 1937 volvió nuevamente a Argentina.

Por aquella época, cuentan, recibía la visita de un autor en ciernes que le pedía consejos sobre el arte de escribir; una tarde, como por descuido, el joven dejó olvidado en la oficina de Reyes uno de sus manuscritos, era "El Aleph", de Jorge Luis Borges, quien siempre agradeció la generosa ayuda del diplomático mexicano.

En 1939 se instaló definitivamente en México y con enormes esfuerzos, y mediante un crédito hipotecario, hizo construir el edificio que siempre había deseado: una casa habitación integrada a una biblioteca que, en sus mejores tiempos, llegó a tener más de 20 mil volúmenes.

El escritor también presidió la Casa de España en México, convertida más tarde en El Colegio de México; fue miembro fundador de El Colegio Nacional, en 1943, y al lado de su amigo Jules Romains, refugiado en México para escapar del nazismo, fundó el Instituto Francés de América Latina (IFAL).

De 1957 a 1959 presidió la Academia Mexicana de la Lengua, y ayudó a jóvenes escritores, entre los que figura Octavio Paz, quien en 1990 fue Nobel de Literatura.

Por cuatro años consecutivos, Reyes fue candidato al Premio Nobel de Literatura, pero no lo obtuvo, debido a la falta de apoyo de los intelectuales mexicanos.

Todos estos años de viajes, compromisos políticos y dificultades familiares fueron también períodos fecundos de creación literaria en varios géneros: poesía, ensayo, guión cinematográfico, arranques de novela y otras obras de difícil clasificación, como el poema dramático "Ifigenia Cruel" que fue llevado al escenario con Dolores del Río.

Toda su obra, con excepción de los Diarios y la Correspondencia, fue publicada por el Fondo de Cultura Económica en un total de 26 volúmenes, bajo la coordinación de José Luis Martínez y la supervisión de Alicia Reyes, nieta y heredera universal del escritor.

De acuerdo con sus biógrafos y no obstante su arduo trabajo intelectual, Reyes no olvidó la frase de Wilhelm Meister de Goethe, uno de sus escritores predilectos: "Acuérdate de vivir", y por ello disfrutaba de la vida, gustaba de la buena mesa y el vino.

Las tertulias en su casa, como los "martes" de Mallarmé, otro de sus autores favoritos, eran famosas por congregar a gente como Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Rodolfo Usigli y Carlos Pellicer.

Sin embargo, en el transcurso de pocos años Reyes sufrió varios infartos y el quinto de ellos acabó costándole la vida el 27 de diciembre de 1959.

Al conocer de su muerte, el entonces presidente Adolfo López Mateos decretó un día de luto nacional. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres (antes de los Hombres Ilustres).

En ocasión del primer siglo de su nacimiento, se le rindieron homenajes en México y el extranjero, y su cuento "La venganza creativa" fue llevado al cine por Marisa Sistach, bajo el título de "Anoche soñé contigo".

También se presentó su opereta "Landrú y el Canto del Halibut", bajo la dirección de Juan José Gurrola y música del compositor Rafael Elizondo. (Notimex)

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