“Gente de piedra que habla”, esculturas de Tiburcio Ortiz

‘Muchacha de la soledad’,
obra del escultor Tiburcio Ortiz

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

San Luis Potosí. 15 de abril de 2005. Ayer se inauguró la exposición “Na-Ii Yuu Ka-Ah” (Gente de piedra que habla), del artista oaxaqueño Tiburcio Ortiz, en ceremonia presidida por el Gobernador del Estado, Marcelo de los Santos Fraga, y el Secretario de Cultura estatal, Roberto Vázquez Díaz, en el Museo Federico Silva. Escultura Contemporánea, ubicado en el Jardín de San Juan de Dios, en el Centro Histórico de esta ciudad.

Las esculturas del maestro Ortiz tienen la virtud de suscitar de inmediato el interés del que las contempla, de lograr que el material pétreo le revele sus secretos y establezca una comunión donde los sentidos y la inteligencia alcanzan una manifestación plena, llena de poesía y erotismo.

En entrevista con Azteca 21, el escultor señaló: “La exposición reúne piezas talladas en piedra volcánica, de recinto, en mármol blanco, en chiluca, en dos salas del Museo Federico Silva, la ‘Eduardo Chillida’ y la ‘Guillermo Ruiz’. La idea del nombre de la exposición surgió porque para mí las piedras hablan por sí mismas, por su textura, su color, sus sonidos. Así, el escultor las hace hablar, decir cosas, transmitir un mensaje; obviamente a través de una representación, sea ésta masculina o femenina. Para ello, me baso en mitos o historias, en dioses o diosas, en guerreros o guerreras de las mixtecas, pues son tres, repartidas en los estados de Puebla, Guerrero y Oaxaca. En otras palabras, me apoyo en temas prehispánicos, mesoamericanos.

“En mi caso, las piedras han estado siempre presentes en mi vida. De hecho, mi pueblo, Santa Catalina Chinango, Oaxaca, es un lugar de piedras más que de tierra. Desde muy pequeño he estado en contacto con ellas y me he dado cuenta de que pueden hablar, aun sentado en ellas o cuando las piso.

“La piedra que está a mi alcance y que se puede explotar, además de las ya señaladas, está en una cantera de mi pueblo a la que llamamos ‘sangre de venado’. La gente de la comunidad no la sabe explotar, pues sólo la saca en forma de lajas, pero próximamente la empezará a sacar en bloques más grandes y comenzaré a tallarlos. No sé qué va a resultar, pues debo esperar a ver qué me dicen las piedras, a encontrar su voz”.

Sobre la importancia de exponer su obra en el único museo dedicado a la escultura en México, el maestro Ortiz indicó: “Para mí es muy significativo que estén obras mías en el museo que lleva el nombre de un escultor como el maestro Federico Silva, porque estamos abordando lo que es la escultura y porque buscamos que haya un camino para los escultores, ya que no tenemos muchos espacios y es una motivación tener espacios como este en San Luis Potosí, en el país.

“Yo he estado pensando que voy a dejar un museo en mi pueblo, donde no sólo habrá piezas elaboradas con ‘sangre de venado’, sino también con piedras de otros lados. Para ello hemos pensado en una fundación; ya tengo el lugar, un terreno que me heredaron mis abuelos —alrededor de seis mil metros—, para un gran espacio escultórico y un museo, donde se puedan apreciar piezas al aire libre y otras que no pueden estar a la intemperie. Me gustaría que llevara un nombre mixteco, basado en la temática que las mismas piedras, al irlas trabajando, me digan”.

El maestro Tiburcio Ortiz, sencillo, afable y orgulloso de sus raíces indígenas, comentó que el pueblo oaxaqueño es muy afecto a las artes, entre ellas la música, de la que él mismo disfruta mucho. “Los mixtecos tenemos grandes bandas, muy buenas orquestas”, puntualizó. Por último, manifestó su agradecimiento a la directora del Museo Federico Silva, Regina Boelsterly Urrutia, por darle la oportunidad de que sus obras puedan ser admiradas en este espacio, que, a pesar de su reciente creación, se está constituyendo en uno de los emblemáticos de la capital potosina.

A su vez, Boelsterly Urrutia afirmó que la exposición “Gente de piedra que habla” representa mantener la línea de mostrar en el Museo Federico Silva la obra de escultores de primer nivel que siguen trabajando. “Realmente es un privilegio contar con las esculturas del maestro Ortiz, de origen mixteco, quien logra plasmar en la piedra, ya en abstracto o figurativo, formas espléndidas, maravillosas. En sus esculturas descubrimos también a un magnífico dibujante.

“También me parece importante mencionar el lugar que ha alcanzado el maestro Ortiz en su desarrollo como artista a pesar de provenir de una región con muchas carencias, donde no hay carretera y a la que se llega por un camino de terracería. Tiburcio Ortiz es dueño de un gran talento, de una gran sensibilidad, al que no ha vencido, no ha detenido siquiera ningún obstáculo, cualquiera que sea éste.

“Estamos hablando de un escultor que no aprendió a hablar español sino hasta los once años, al que el idioma no constituyó una barrera para desarrollarse como artista, que salió de su pueblo para ir a estudiar primero a Huajuapan de León, después a la ciudad de México, al que ningún obstáculo o barrera ha detenido para llegar al sitio que ocupa dentro del arte mexicano. Además, toda su vida ha trabajado por perfeccionar su técnica, siempre está pensando en nuevos proyectos, hay obra escultórica suya en el Museo de los Pintores Oaxaqueños. Sin duda, Tiburcio Ortiz representa un ejemplo de tesón, coraje, decisión y talento”, concluyó.

Finalmente, cabe citar lo que Luis Carlos Emerich ha dicho de la obra de Ortiz: “En pleno dominio de la figuración realista, sea para representar tipos, costumbres y oficios manuales populares, o bien para dar su propia versión de personajes mitológicos y simbolizar conceptos universales, Tiburcio Ortiz ha demostrado sus sólidas bases técnicas para adentrarse en campos expresivos más allá de la mimesis de la realidad, buscando una reproyección puramente plástica de las formas humanas… Así, lo que podría ser un homenaje o una prolongación de la Escuela de Escultura Mexicana, por la imaginación creativa de Tiburcio Ortiz parece que al artista verdadero sólo le importan las veleidades tendenciales del arte de hoy para afirmar mejor sus convicciones, resistiendo a lo pasajero y manifestando lo considerado eterno. La obra reunida en ‘Gente de piedra que habla’ nos recuerda que, por gracia del escultor, todavía hay vida donde ya nadie la buscaba”.

La muestra, integrada por 18 piezas de mediano y gran formato, representa una verdadera revelación para los asistentes, dado que el trabajo del artista de origen mixteco nunca había sido expuesto en el estado. Así, un visitante, Jesús Navarro, después de ver “Gente de piedra que habla”, comentó: “Me llama la atención la expresión que consigue Tiburcio Ortiz en la piedra. Es impresionante cómo refleja mucha sensualidad en un material tan difícil de trabajar y aparentemente frío”. La muestra escultórica estará abierta al público hasta el mes de junio. Para más informes, puede consultar la página: www.museofedericosilva.com.

Tiburcio Ortiz

Tiburcio Ortiz es originario de la comunidad de Santa Catarina Chinango, Oaxaca, donde nació en 1945. Su acercamiento e interés hacia las artes plásticas se manifestó desde que era un niño, pues construía sus propios muñecos y copiaba las estampas revolucionarias del maestro Alberto Beltrán. A fin de cursar sus primeros estudios, se trasladó a Huajuapan de León, porque no había primaria “completa” en Chinango. A la vuelta de la escuela estaba el taller donde reparaban imágenes religiosas, propiedad de Rafael López; ahí permaneció dos años (1960-1962) como aprendiz “arreglando las manitas de los santos y unos cristos allí derrumbados”, lo que le permitió estar en contacto con la restauración de esculturas. Posteriormente, en la ciudad de México, ingresó al ejército y al taller de la misma institución, donde hacía prótesis para manos u ojos, así como bustos de los personajes destacados de la historia patria. El encargado del taller, quien estudió en la Academia de San Carlos (UNAM), recomendó a Tiburcio Ortiz p
ara que entrara a estudiar formalmente escultura. Así, aprendió a tallar piedra en San Carlos (1966-1970) con maestros como Manuel Silva Guerrero, Alberto de la Vega y Elizabeth Catlett, quienes le mostraron cómo simplificar las formas con pocos recursos. De 1970 a 1971 fue miembro del Taller Experimental de la Academia de San Carlos y de 1971 a 1972 realizó talla en piedra y mármol en el taller del maestro Anastasio Nequiz, en Chimalhuacán, Estado de México. Una vez terminados sus estudios, se desempeñó en la docencia, primero en el Taller de Escultura de San Carlos, de 1971 a 1972, y colaboró, de 1972 a 1975, en la organización de Talleres Libres de Artes Plásticas en la Universidad Obrera de México, donde fungió como coordinador y maestro de dibujo. De 1972 a 1973 fue diseñador de prototipos para producción seriada de cerámica en el Centro Artesanal de Lerma, Estado de México; de 1975 a 1977 impartió la cátedra de escultura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca. En 1981 co
laboró en la elaboración del mural que se encuentra en el Palacio Legislativo de la ciudad de México. Al igual que el resto de creadores de arte oaxaqueño, Ortiz, a través de su quehacer escultórico, muestra algunas de las características de los artistas pertenecientes a esta región de México. Su obra ha participado en un gran número de exposiciones colectivas y ha merecido importantes reconocimientos en México y el extranjero.

Entre sus exposiciones individuales se cuentan: “Esculturas y proyectos” (1973), en la Galería José María Velasco del INBA; “Bronces” (1980), en la Galería Chapultepec; en Ivy Gallery, de Los Ángeles, California (1989); en Las Galerías, de la ciudad de México (1990); “Dibujos” (1992), en el Museo Regional de Tepic, Nayarit; “Esculturas, pintura, gráfica y dibujo” (1995), en la Representación del Estado de Oaxaca, en el D.F.; en Grayhome Gallery, Phoenix, Arizona (1996); “Ichi Un Davi” (1997), en la Galería José María Velasco; “Arte mixteco-zapoteco” (1998), en el Palacio Legislativo, ciudad de México; en la Gallery Crashing Tender (1998), Gallup, Nuevo Mexico; “Ichi Ñuu Vico: hacia el pueblo de las nubes” (2000), Archivo General de la Nación, ciudad de México; “Escultura y dibujos” (2001), Universidad Tecnológica de la Mixteca, Huajuapan de León, Oaxaca; “Na-Ii Yuu Ka-Ah: gente de piedra que habla” (2002), Instituto Mora, ciudad de México.

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