En privatizaciones debe México tomar precauciones

América Latina es un enigma del que es difícil aventurar el éxito cabal  de una decisión económica o de una gestión gubernamental. A pesar del cambio de modelo y de la promoción de la democracia desde Washington, en la región persisten demasiados factores latentes que forman un caldo de cultivo para una recurrente inestabilidad.
 Jorge Larrain, analista y escritor, señala en su libro “Identidad y modernidad en América Latina” que después del fin de las dictaduras en la región se continúa con la modernización económica y política bajo la influencia de una ideología neoliberal “ya consolidada”.
 Me parece demasiado pronto para afirmar que el neoliberalismo está consolidado en la región máxime cuando la pobreza, el desempleo, la marginación, la migración y las protestas por las privatizaciones son los factores que más lo vulneran.
La Casa Blanca defiende el binomio de “neoliberalismo y democracia” no obstante son precisamente los enormes problemas sociales que  derivan del neoliberalismo los que más están presionando a las incipientes democracias latinas. No es casual que la izquierda este resurgiendo en América Latina, para disgusto de Estados Unidos. El martes pasado en Uruguay asumió el poder Tabaré Vázquez se trata del primer presidente de izquierda en la historia de Uruguay.
El panorama regional refleja una sintomatología atípica con las siguientes manifestaciones: 1) Economías en las que el papel del Estado se ha venido reduciendo. 2) Economías que han dado toda serie de facilidades para la entrada del gran capital vía las multinacionales. 3) Sociedades que cada vez se muestran más contrariadas  por el entreguismo de los recursos naturales y de ceder la  energía al capital foráneo. 4) Descontentos populares que presionan a los gobernantes hasta llevarlos a la renuncia. 5) También se ha fortalecido la realidad del narcopoder y la inseguridad en la región. 6) Constantes peligros de contagio de crisis e inestabilidad derivadas tanto de factores económicos, financieros como políticos. 7) La interrogante de la integración continental por dos bloques con intereses totalmente contrarios: el de México y Centroamérica que buscan un mayor acercamiento con Estados Unidos; y el de América del Sur con la Comunidad Sudamericana de Naciones que pretenden un menor acercamiento con Estados Unidos y uno mayor con Europa y la Unión Europea.
Todos los síntomas derivan de una serie de precondiciones en su mayoría económicas que detentan contra la estabilidad de la región y la paz social.
  México como parte de este mosaico padece de algunos de los síntomas descritos pero todavía no llega a los excesos como sucedió por ejemplo con el caso de Argentina donde la privatización de la economía la dejó completamente bajo el dominio del capital extranjero. Hoy los argentinos sufren las consecuencias de la venta de su principal empresa estatal, la petrolera, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) a la española Repsol.
 Si los mexicanos sabemos dar lectura y aprendemos de lo que está pasando en otros países de la región podremos evitar a tiempo los escenarios no deseados como los de Argentina, Ecuador o más  recientemente de  Bolivia.
A COLACIÓN
 La mayor decisión, la de peso, no se ha tomado en México. La gran interrogante sigue siendo ¿qué hacer con el modelo energético del país?
 A pesar de las más de cien reuniones que han sostenido diputados y senadores con analistas, investigadores nacionales y extranjeros, académicos, directivos, personas ligadas con el sector energético, a pesar de tantas horas de estudio, todavía no tenemos una propuesta cabal, entera y razonable que modernice Pemex pero que no la privatice.
 En lo único que se ha avanzado y eso con tumbos de por medio y jaloneos legislativos es en procurarle a Pemex una menor carga fiscal, una iniciativa que por cierto lidera el senador panista Fauzi Hamdan Amad pero que encuentra resistencias menores entre varios de sus compañeros del Senado, algunos de extracción priísta como Óscar Cantón Zetina.
Ni en eso se pueden poner de acuerdo: en una iniciativa que permitiría que en la próxima Ley de Ingresos, la de 2006, Pemex redujera su participación fiscal y pudiera contar con una mayor disponibilidad de recursos para la exploración, expansión y modernización  requerida.
 México tiene que evitar a toda costa seguir el ejemplo de Argentina. Es más es factible estudiar el modelo energético de otros países como Venezuela o Brasil. La brasileña Petrobras es propiedad del Estado, permite la participación de la iniciativa privada nacional y extranjera en casi toda la cadena energética y se maneja a manera de arrendamientos y posesión de una parte del usufructo. No siempre la solución es el entreguismo total.
GALIMATÍAS
 La inestabilidad política de la que últimamente han dado cuenta diversos países de la región es otro de los temas que México debe analizar con mucho cuidado y también aprender de las lecciones de otros.
 Son varias las llamadas de alerta: en Ecuador el presidente Abdalá Bucarán  duró en el poder del 10 de agosto de 1996 hasta el 6 de febrero de 1997. Bucarán fue acusado de populista, de falta de poder para gobernar, de mala gestión administrativa y de tomar decisiones inequívocas que provocaron una serie de protestas masivas durante varios días y que culminaron con la renuncia de Bucarán.
 Después, en diciembre de 2001 en Argentina el presidente Fernando de la Rúa anunció su renuncia ante la incapacidad para calmar la agitación social derivada de una constante debilidad en la economía.

 Siguió Bolivia, en octubre de 2003 el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada dimitió al poder en un país dividido entre dos bandos confrontados: los que apoyan los intereses de las empresas extranjeras en el petróleo y el gas natural; y los opositores a la hegemonía foránea.
 Bolivia vuelve este año a la convulsión y la inestabilidad política que emana del mismo asunto controversial: la posesión de los recursos energéticos.
 El domingo pasado, el presidente Carlos Mesa renunció a su cargo, presionado por una serie de protestas de los sindicatos que buscan la nacionalización, luego de un referendo popular realizado en julio pasado que reflejó el sentir de la población a favor de recuperar el control de los recursos.
 Tanto Argentina como Bolivia son una llamada de alerta de cuánto puede suceder por una mala decisión que comprometa el destino energético del país.  Hay que tomarlo en cuenta.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Leave a Reply