Christopher Domínguez Michael recibe el “Premio Xavier Villaurrutia 2004”

El galardonado aparece sonriente
con Sari Bermúdez

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 21 de febrero de 2005. Esta noche, en la Sala principal del Palacio de Bellas Artes, Christopher Domínguez Michael recibió de manos de Sari Bermúdez, presidenta del CONACULTA, el premio Xavier Villaurrutia 2004, consistente en 150 mil pesos, diploma y un grabado de Juan Soriano, especialmente realizado para esta ocasión, en que se celebra el cincuenta aniversario de este premio literario, quizás el de más prestigio en el país, considerado un premio de escritores para escritores.

Domínguez Michael afirmó que recibir este premio, de honda significación para él, representaba al mismo tiempo una enorme responsabilidad y mucha alegría. “He sido educado en una tradición en la que la lectura y la escritura son algo que ocurre fatalmente”, declaró.

El autor de “Vida de fray Servando”, con el que se hizo acreedor al premio, dedicó unas palabras para recordar a dos autores capitales en su vocación de escritor: Juan Rulfo y Octavio Paz —junto a Jorge Luis Borges—, ambos ganadores del premio que hoy le tocó llevarse.

Del primero, dijo que aún recuerda con exactitud la confrontación que significó leer “La cuesta de las comadres”; poco después sabría que estaba frente a lo que se llama mito. Del autor de “El arco y la lira” señaló que no olvida cuando cayó en sus manos un ejemplar de la revista “Vuelta”, donde supo a ciencia cierta qué era la poesía, la pasión crítica.

A partir de ahí, también hizo una remembranza de autores que han ganado dicho premio —“pasando lista a los difuntos”— y que han influido en su vocación. Recordó a Rosario Castellanos, que lo ganó en 1960, a Juan José Arreola y a Elena Garro —“perseguida de sí misma”—, ganadores en 1963, a José Revueltas, merecedor del premio en 1967, a Efraín Huerta —“el poeta de la ciudad desaparecida”—, que lo obtuvo en 1975, a Ernesto Mejía Sánchez, Sergio Galindo, Luis Mario Schneider, Inés Arredondo, Jesús Gardea, Emilio García Riera, María Luisa Puga, Juan García Ponce, Francisco Cervantes…

Indicó que había sido honrado por una obra en la que incursiona tanto en la historia de las ideas como en la crítica literaria, por una empresa que los miembros del Ateneo de la Juventud —Julio Torri, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña…— también se habían propuesto y no pudieron cristalizar.

Posteriormente, hizo alusión a Xavier Villaurrutia “quien está en mi horizonte desde antes de la adolescencia, en fotos que vi de los Contemporáneos tomadas por Manuel Álvarez Bravo”. Asimismo, reconoció la importancia de las revistas literarias: “sin éstas yo no sería quien he llegado a ser como escritor”, puntualizó.

También se refirió a una frase que Xavier Villaurrutia escribió en 1940, donde el autor de “Nocturno amor” señalaba la irresistible atracción que la crítica ejerció en él desde temprana edad; algo similar a lo que sucedió con Domínguez Michael. “Creo en esa falsa torre de marfil poblada de libros”, concluyó el ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2004 por el libro “Vida de fray Servando”, publicado por Editorial Era.

Después, Hugo Gutiérrez Vega, miembro del jurado junto con Juan Bañuelos y José Luis Rivas, dedicó unas palabras para recordar al creador del premio, a Francisco Zendejas, y otras para alabar la perseverancia y eficacia de Alicia Zendejas, necesarias para impulsar este premio de escritores para escritores.

Previamente, Juan Bañuelos, a nombre del jurado, leyó un encendido discurso donde afirmó que la decisión del jurado fue unánime, pues “‘Vida de fray Servando’ es una obra multigenérica y de notables cualidades literarias” sobre la vida de ese célebre personaje y sobre la historia de México, alabó a Domínguez Michael, quien hace una auténtica revaloración de la obra del religioso y orador regiomontano “con pleno dominio del conocimiento histórico y de las palabras”.

Asimismo, trató diversos puntos, como el hecho de creer que estamos en una nueva etapa de trato entre escritores, “de respeto intelectual y responsabilidad histórica”, e hizo un llamado sobre la acción de grupos paramilitares en Chiapas. “Hoy, en la tierra donde nací, ya no se habla de honra o virtud, se habla de dignidad… Por todo esto, dimos nuestro voto a ‘Vida de fray Servando’, por su actualidad y vitalidad, para ver si ayuda a mover un poco esa piedra inmensa que es la memoria de México”, concluyó.

Por su parte, Sari Bermúdez, presidenta del CONACULTA, dirigió un mensaje al público asistente —alrededor de 650 personas—, integrado en su mayor parte por escritores y gente relacionada con el arte y la cultura. “Con este premio, se refrenda la importancia de los libros y de la lectura en la construcción del país”, aseguró.

Cabe mencionar que desde hace muchos años no se reunía en nuestro país tal cantidad de escritores, de la calidad de los ahí reunidos. Además, quedó claro que la literatura mexicana es una de las artes más desarrolladas y sólidas con que cuenta nuestro país. El simple hecho de que entre los ganadores se cuenten nombres como Carlos Fuentes —el gran ausente de la noche—, Salvador Elizondo, Juan José Arreola, Rulfo, Paz, Elena Garro, Juan Villoro, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis… bastaría para corroborar lo antedicho.

El Premio Xavier Villaurrutia

Fue instituido en 1955 por el crítico literario Francisco Zendejas con el propósito de estimular, apoyar y difundir las letras mexicanas, así como la producción literaria de escritores transterrados, con la sola condición de que la obra premiada haya sido editada en México. Inicialmente el premio iba a llevar el nombre de Alfonso Reyes, pero el autor de “El deslinde” prefirió que se honrara la memoria de otro gran escritor mexicano: Xavier Villaurrutia. El premio se ha ganado el respeto de los escritores nacionales debido a la indudable calidad de las obras galardonadas y a la importancia que han tenido sus autores para enriquecer el panorama de las letras mexicanas. Además, el horizonte genérico de las obras es diverso, pues se han premiado antologías, novelas, crónicas, cuentos, ensayos, memorias, poesía y teatro. Por último, a partir de este año aumentó su monto a 150 mil pesos, 50 mil más que en años anteriores. Como datos curiosos, el premio fue declarado desierto en tres ocasiones: en 1958, 1961 y 1962, y ha sido rechazado dos ocasiones, por Elena Poniatowska en 1969 y por Manuel Echeverría en 1974. Se ha otorgado en 98 ocasiones, se entregó en 96; lo han recibido 81 escritores mexicanos y 15 extranjeros, del total aún viven 71 y han fallecido 25. Aparte de los ya mencionados, también han sido ganadores Josefina Vicens, Marco Antonio Montes de Oca, Homero Aridjis, Fernando del Paso, Eduardo Lizalde, Carlos Montemayor, Gabriel Zaid, Hugo Hiriart, Jaime Sabines, Federico Arana, Esther Seligson, José Emilio Pacheco, Tomás Segovia, Arturo Azuela, Julieta Campos, Gustavo Sainz, Augusto Monterroso, José Vázquez Amaral, Tita Valencia, Jorge Enrique Adoum, Daniel Leyva, Enrique González Rojo, Silvia Molina, Jaime Reyes, Ampara Dávila, José Luis González, Isabel Fraire, Emiliano González, Alí Chumacero, Pedro Ángel Palou, Alberto Ruy Sánchez, Mario Bellatin, Vicente Leñero, Sergio Fernández, Jorge López Páez… Es obvio: el premio literario más importante de México.

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