Los migrantes factor de poder económico y político

¿En dónde radica el futuro de México? En la parte económica la  vía es  definida a través del nexo económico, comercial, de inversión y financiero con   Estados Unidos.
En el andamio de la integración quedan muchos peldaños por escalar con la firma del ALCA; la consecución de un acuerdo migratorio; el dirimir la controversia de la movilidad del factor trabajo dentro del TLCAN; cabildear la  integración monetaria con el dólar de por medio; etc. Son una amalgama de asuntos pendientes  en el tintero que nos llevan de la mano  hacia una prospectiva en la que Estados Unido tendrá un rol de amplio espectro en México.
 En la parte política esta semana los diputados tomaron la decisión final de  de  permitir  que sea el Instituto Federal Electoral (IFE) la autoridad encargada de implementar y desarrollar la infraestructura necesaria para que en las próximas elecciones para elegir presidente en 2006, puedan votar todos los mexicanos mayores de 18 años que vivan fuera del país.
 Casi transcurrieron nueve años para que el Congreso diera luz verde a la autoridad electoral. Recordemos que el 22 de agosto de 1996 fue cuando los diputados aprobaron el voto de los mexicanos en el extranjero, pero nunca fue puesto en la práctica porque faltaba el conceder la autorización al IFE.
 De realizarse en aquellas fechas, hubiera significado la oportunidad histórica para millones de mexicanos residentes en el extranjero de participar en las elecciones Presidenciales de 2000 que llevaron a Vicente Fox al poder.
 Como sabemos siendo Fox gobernador de Guanajuato dedicó una amplia bitácora de viajes recurrentes a Estados Unidos motivado por la búsqueda de un acercamiento con los paisanos, sus líderes y representantes. A  muchos migrantes entregó en mano  la tarjeta de presentación de doble vista, en español e inglés, con un contundente: “Guanajuato state governor”.
 El capital político del gobernador Fox repartido entre, los migrantes legales e ilegales, nunca pudo probarse porque el Congreso dilató sus pláticas con el IFE para las elecciones de 2000. Por tanto, jamás pudieron votar.
 Para el 2006 el panorama llega muy cambiado  e incluso los malos vaticinios de parte de la CIA con las consecuentes reacciones en contra del gobierno de Fox, no deben asustarnos ni llevarnos a caer en el  voto del miedo como sucedió en 1994.
 En la parte política también el camino se estrecha hacia Estados Unidos y deriva de la  influencia de la Casa Blanca, de la promoción de cambios por medio del  TLCAN y de un porcentaje de población mexicana residente, qué con capacidad para votar, puede influir decisivamente en el futuro político de México.
 La fuerza económica de las remesas es contundente. El ahorro del migrante mexicano, legal o ilegal, es hoy la segunda fuente de divisas  más importante para el país. El año que viene ésa fuerza estará por probar su capacidad para influir en el destino político de un país al que son ajenos por el simple hecho de no vivir en él so pena de la amargura ocasionada por no encontrar oportunidades suficientes para un trabajo y un ingreso digno.
 De acuerdo con el IFE se calcula que hay 9 millones 904 mil ciudadanos mexicanos en el extranjero con derecho formal a votar. Alrededor del 99% de ellos viven en Estados Unidos.
  ¿Hasta cuánto puede ser real el peso decisorio en la parte política? Esta pregunta deberíamos formulársela a Arturo Montiel, gobernador del Estado de México; a Manuel Ángel Núñez, gobernador saliente de Hidalgo; a Enrique Martínez y Martínez, gobernador de Coahuila; a Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas;  a Jorge G. Castañeda, entre otros más, con  amplias aspiraciones para la silla Presidencial y quienes han dedicado sendos viajes y reuniones al otro lado para endulzarles el oído a los migrantes con un rosario de propuestas dirigidas a  beneficiar a la familia que dejaron atrás y con promesas vanas  de buscar un acuerdo migratorio con el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, para dar papeles, la legalización, a esos 5 millones de mexicanos indocumentados.
 En el fondo de esta campaña permanente hacia el otro lado se esconde el hecho de que los migrantes mexicanos tendrán un impacto ligado al grado de abstencionismo que  sigamos padeciendo internamente en el país. 
 Hagamos un poco de números.  El abstencionismo en México mantiene una tendencia creciente. De acuerdo a los resultados de las dos últimas elecciones presidenciales: en 1994 el abstencionismo fue del 22% del padrón. En aquellas elecciones el candidato priísta  Ernesto Zedillo Ponce de León obtuvo la victoria con 17 millones 341 mil 921  votos.
 Para el proceso de 2000, el padrón electoral creció a 58 millones 782 mil 737 electores, en total votaron  37 millones 603 mil 923 personas. Vicente Fox, candidato por la Alianza,  obtuvo la victoria con un 15 millones 988 mil 740 votos; el  nivel de abstencionismo creció hasta el 36.3% como consecuencia de que  21 millones 178 mil 814 personas no acudieron a las urnas a sufragar.
El panorama para el próximo proceso electoral de 2006 no es nada halagüeño. Según Latinobarómetro, las proyecciones indican que entre el 45% y 50% del electorado podría no votar.
GALIMATÍAS
 Todo puede suceder en el futuro inmediato de México, con un crisol que sigue cambiando más por factores exógenos que endógenos. Incluso podemos encontrar una amplia gama de prospectivas cuyos resultados dependen del juego y la combinación de las variables políticas, sociales, binacionales, económicas; etc.
Caben muchas especulaciones, algunas fantasías y hasta la ciencia ficción. Hay algunas expresiones interesantes en el libro del ex embajador Jeffrey Davidow titulado  “El oso y el puercoespín”, con un escenario para el 2025 en el que un presidente latino  (no se precisa si es mexicano) de apellido González lidera a los Estados Unidos.
 ¿Cuál es el reto interno? Nos queda una decidida vocación cívica. Igualmente debemos recuperar la  identidad nacional y evitar la absorción. Los jóvenes que  tendrán mayoría de edad para votar en el 2006 lo deben comprender. No pueden quedarse en casa.
Si menguamos nuestra capacidad cívica y damos vuelta la cara a participar con el voto en los procesos electorales, el abstencionismo interno únicamente podría revertirse, compensarse, con el voto de los mexicanos en el extranjero. De nosotros depende que, bajo los cánones de la democracia, nuestro voto nos permita asir el control, no tener que importarlo.
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