México requiere más gasto contra analfabetismo

José Martí, filósofo, periodista, escritor, pensador y revolucionario universal enarboló una frase certera encaminada a  abolir la ignorancia de los pueblos, la peor de las esclavitudes, con aquello de "un pueblo culto es un pueblo libre".
            Han pasado dos siglos y la ignorancia persiste disfrazada de desinterés, de analfabetismo, de bajos presupuestos para educación, ciencia y tecnología y de mala calidad en los contenidos formativos. Se han añadido la manipulación  mediática,  las condiciones socioeconómicas y el avance de la tecnología.  Hoy en día alfabetizar ya no es cuestión únicamente de enseñar a leer y a escribir, la tecnología con el Internet obliga a un esfuerzo superior para millones de personas que han quedado condenadas a la marginación de las maravillas de la Red sin fronteras.
            En América Latina y el Caribe, afirma la Cepal en su documento más reciente "Invertir mejor para invertir más. Financiamiento y gestión de la educación", en diez de 22 países la tasa de analfabetismo es igual o superior al 10 por ciento y en 5 de ellos supera el 20 por ciento.
 Arribamos al siglo XXI con 39 millones de analfabetos adultos en la región, lo que implicaría que para erradicar este problema antes del año 2015,  los gobiernos deberían de gastar  6 mil 900 millones de dólares. La mayor parte de esos recursos (54%) serían gastados por Brasil y México, para atender anualmente a 1.6 millones de personas.
            Al respecto el Almanaque Mexicano señala que en 1970 la tasa de analfabetismo era de 33.4% y en 1999 de 10 por ciento de la población mexicana. En ese entonces, el analfabetismo era menor al cinco por ciento en Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica.
            El padrón más reciente proporcionado por el XII Censo General de Población y Vivienda 2000 elaborado por el INEGI indica que en 1990 había 6 millones 257 mil analfabetas; para  2000 eran 6 millones 093 mil, equivalentes al  10.9 por ciento del total de la población mayor de 15 años.
            La demora de México en materia educativa sigue siendo evidente dentro del calidoscopio latinoamericano y es más severa en las cifras del club de los países de la OCDE (del que formamos parte) donde las tasas de analfabetismo oscilan entre el 0.5% y el 2 por ciento.
GALIMATÍAS
            La Cepal advierte que los países de América Latina y el Caribe necesitarán echar mano de mayores  recursos si quieren cumplir con las metas del Milenio antes de 2015. Con los presupuestos actuales son contados los países de la región que llegarán con buena posición para satisfacer los cuatro requerimientos de la ONU: 1) Universalizar la educación preprimaria. 2)  Asegurar el logro universal del ciclo primario. 3)  Elevar al 75% la cobertura en educación secundaria. 4)  Eliminar el analfabetismo.
            A partir de los cuadros estadísticos del organismo encontramos que de 18 países de América Latina y el Caribe, en el rubro del gasto público en educación por habitante, México se ubicó en la quinta posición con 190 dólares per cápita al año. Las primeras posiciones de mayor gasto per cápita son para Argentina (396 dólares); Chile (238 dólares); Uruguay (213 dólares); Panamá (199 dólares); seguido de México (190 dólares) luego Costa Rica (189 dólares); Brasil (185 dólares); Venezuela (178 dólares); Colombia (97 dólares); y Paraguay (70 dólares); etc.
            Como proporción del PIB, el país que destina más recursos para la educación es Cuba con el 8.5 por ciento del PIB en contraste con México donde el presupuesto para educación es del 4.4 por ciento anual.
            Pero las cosas también andan mal cuando se aborda la calidad de la educación. Los números sitúan a México en los últimos lugares por conocimientos básicos de matemáticas y ciencias naturales.
            Hace quince años los países del sudeste asiático enfrentaban una mayor problemática educativa respecto a la región latinoamericana con elevadas tasas de analfabetismo, mayores deserciones escolares y bajos promedios de aprovechamiento y aprendizaje.
            El punto es que hoy en día esa tendencia se revirtió totalmente y los más rezagados son los africanos y los latinoamericanos con las menores tasas de aprovechamiento y los peores resultados en matemáticas;  en cambio, los países asiáticos,   en su mayoría lograron abatir las tasas negativas por medio de sostener e incrementar la asistencia de los alumnos a los diversos grados de escolaridad.
            En México para dar un salto cuantitativo tenemos antes que dar uno cualitativo, que provea de bienestar a la población por medio del  acceso a más y mejores servicios, en el que la educación sea la llave de entrada a un mundo de posibilidades.
La persistencia del analfabetismo y la falta de continuidad en la escolaridad sabemos que implican más pobreza, más marginación, más problemas sociales y más ataduras para que el país, en su conjunto, camine hacia adelante.
            En términos de relación entre educación y bienestar, la Cepal ha señalado
 -desde hace casi una década-, que se requieren entre 11 y 12 años de educación formal para contar con claras posibilidades de salir de la pobreza o no caer en ella mediante el acceso a empleos con remuneraciones o ingresos suficientes.
Sin embargo, en la región el 40 por ciento de los niños no terminan la escuela primaria y entre el 72 por ciento  y 96 por ciento de las familias pobres tienen jefes de hogar con menos de 9 años de educación formal, mientras el 80 por ciento  de jóvenes urbanos tienen padres con menos de 10 años de educación formal, lo que los hace proclives a no alcanzar el nivel educativo requerido para superar la condena de la pobreza.
Si bien la mayoría de los países de América Latina y el Caribe se encuentran avanzando en lograr la universalización de la educación primaria, las tasas de participación y graduación de la educación secundaria (nivel donde se desarrollan destrezas más necesarias para el mundo laboral) son mucho más bajas.
En fin que la meta tiene que ser estratégica porque la educación debe cumplir con parámetros de calidad y ser incluyente para que cada día más mexicanos se sumen a las aulas.
De igual forma coparticipe de otros programas que den empleo para quien está en edad de trabajar y den aula para quien está en edad de estudiar y no de trabajar. Muchas deserciones escolares suceden en adolescentes que deben resolver primero el dilema de la sobrevivencia económica para ayudar a sus familias.  El gobierno tiene que entrelazar las estrategias de las Secretarías de Economía, Hacienda y Educación, porque no pueden seguir los programas aislados. Hay metas por cumplir.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

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