Las engañosas cifras del gobierno del cambio

Los diagnósticos, exactos o concretos, de algún fenómeno en particular en la economía mexicana son prácticamente imposibles sobre todo si partimos de las cifras que elaboran y proporcionan los propios organismos públicos y privados del país.
            La inconsistencia interna es exhibida con creces en la medida que los organismos internacionales condensan cifras totalmente diferentes. Por ésa razón resulta interesante el conocer las revelaciones que se hacen de México en el extranjero, donde no hay ninguna consigna oficial que obligue al funcionario a quedar bien con el presidente y su equipo.
            Por muchos años diversos analistas hemos sospechado acerca del maquillaje en las cifras oficiales, tanto en las que revistieron a los gobiernos priístas, como de aquellas que corresponden a la actual administración del presidente Vicente Fox. Son cuestionables las  fórmulas y los métodos estadísticos utilizados y los alcances reales de la muestra.
            La medición de la pobreza, sus consecuencias sociales, deja mucho que desear porque los resultados cuantitativos de las estadísticas oficiales están abruptamente rebasados por una realidad inocultable.
            Tenemos por ejemplo que en el gobierno del presidente Fox se incurrió en un maquillaje malsano de los datos de la pobreza.
La Sedesol y el INEGI se respaldaron en investigaciones privadas para recalcular, tanto la pobreza extrema como  la pobreza, y llevaron a una  disminución en ambas cifras como si fuera el resultado de un éxito derivado de políticas económicas correctivas de la desigualdad que nos acusa.
La circunstancia más apremiante es que no hubo ni hay tal política correctiva, pero la redefinición del concepto, de quién es extremadamente pobre y pobre, ha permitido  una mayor distorsión.
            Entonces tenemos que la pobreza  bajó oficialmente en el gobierno de Fox debido a los tres nuevos parámetros de medición: 1) El umbral de la pobreza alimentaria. 2) El umbral de la pobreza de capacidades. 3) El umbral de la pobreza de patrimonio.
En la lógica de la Sedesol, en este momento, una persona que vive en una zona rural y gana más de 15.4 pesos diarios no se encuentra catalogada dentro del umbral de la pobreza alimentaria. Una persona en una zona urbana, supongamos un indigente o un limpiaparabrisas, con más de  20.9 pesos en la bolsa al día, tampoco tiene pobreza alimentaria. Ninguno de los dos casos es extremadamente pobre.
Si esta misma persona, la de la zona rural, percibe más de 18.9 pesos diarios y la de la zona urbana más de 24.7 pesos diarios, entonces ambas se "salvaron" de caer en el umbral de la pobreza de  capacidades porque el gobierno interpreta que cuentan con el ingreso suficiente para cubrir los gastos por alimentación, salud y educación.
Ahora bien si la persona de la zona rural gana más de 28.1 pesos por día y la de la zona urbana arriba de 41.8 pesos diarios, la Sedesol indica que ambas superaron al umbral de la pobreza de patrimonio porque  tienen el  ingreso para cubrir las necesidades de alimentación, salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte público.
El hecho de que algunos analistas privados reconozcan esta torpeza y la avalen es de suyo preocupante. Se podrá engañar y, alterar los números, pero la realidad sigue siendo contundente y la migración imparable.
A COLACIÓN
            Las cifras de la pobreza no son las únicas que pretende modificar el  "gobierno del cambio", la idea es hacer lo mismo con  el método estadístico utilizado para cuantificar la Tasa de Desempleo Abierto y la economía informal. El problema es que nunca tendremos  fe en las estadísticas internas.
            Al respecto recuerdo que hace unos meses, Hernando de Soto, investigador y escritor peruano, realizó una serie de declaraciones contundentes durante una ceremonia en Santiago de Chile en la que Hernando fue galardonado con el Premio Milton Friedman. En una parte de su discurso De Soto señaló: "En México, por ejemplo, cuando estábamos trabajando con el presidente Fox, descubrimos que alrededor del 80% de la población mexicana opera en la economía informal. Ellos son dueños de aproximadamente 6 millones de negocios, 137 hectáreas de tierra y 11 millones de activos inmobiliarios. Y todo eso asciende a un valor acumulado de 315 mil millones de dólares, lo cual es 7 veces el valor de las reservas petrolíferas mexicanas y 29 veces el valor de toda la inversión extranjera directa desde la independencia de la corona española".
            ¿Qué tal? la declaración deja a cualquiera sin habla porque representa una clara confirmación de que en la economía informal se encuentra un motor fundamental del Producto Interno Bruto (PIB) y de que la problemática es más compleja de cuánto nos han querido convencer las estadísticas oficiales.
GALIMATÍAS
La economía informal aglutina a una serie de negocios o unidades económicas en pequeña escala con bajo nivel de organización y tecnología obsoleta o bien artesanal. Estas unidades en general se caracterizan por una ausencia de calificación de los trabajadores, de relaciones laborales formales y de falta de registros administrativos.
El Sistema de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas argumenta  que los hogares que se dedican a la producción de bienes o distribución de servicios, pero que no están formalmente constituidos, son el eje de la economía informal; lo mismo que muchas personas que trabajan por cuenta propia.
La economía informal no es un concepto totalmente construido  y básicamente tiene que revisarse minuciosamente para determinar si el trabajo doméstico forma parte también de la informalidad.  La Organización Internacional del Trabajo  reconoce al trabajo doméstico dentro de este apartado de la economía.
¿Por qué tanto interés en la informalidad? Por que a partir del peso que se deduce, la ausencia de legalidad genera afectaciones fiscales; daños a  las finanzas del país; a  la seguridad social y alteraciones en las cifras del empleo y desempleo.
            Para que en México tuviéramos cifras objetivas de la informalidad, de esta otra  cara de la economía, la del autoempleo, pero que mueve a miles de millones de pesos, para hacerlo deberíamos incluir a la economía subterránea y al comercio callejero o ambulante. Sólo así tendríamos una cuantificación creíble del fenómeno y podrían estructurarse políticas inclusivas.
El punto es que el gobierno esté dispuesto a reconocer sus errores y ha dejar de manipular las cifras.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

Leave a Reply