Ínfima ayuda para reconstrucción de Asia

Más allá de ese sentimiento de solidaridad que sé que impulsa generosamente  a muchos seres humanos para ayudar cuándo más se necesita, tenemos una buena serie de razones que no hablan precisamente de gestos de nobleza en los  dirigentes políticos de las potencias de  primer orden.
En las contradicciones más profundas de la raza humana podemos encontrar el bien y el mal y la conciencia de que la riqueza de algunos radica en la pobreza de otros muchos más. Lo mismo pasa con otro tipo de valores fundamentales que generan un desequilibrio poco entendible: se gasta más para armamento y seguridad que para ayuda para el desarrollo y para cimentar las bases  para un empleo y un salario digno que ningún sistema económico ha logrado resolver cabalmente.
            Con el parteaguas del 11 de septiembre de 2001, los países en general encontraron el pretexto perfecto para elevar sus presupuestos militares y sus gastos de defensa. El terrorismo que mantiene un enemigo oculto sin rostro pero visiblemente mortal ha hinchado de ganancias a los principales fabricantes de armas en el mundo. La industria armamentista y belicista se reactivó unos años después del fin de la Guerra Fría. Ya no había que temerle al socialismo, pero pretextos no faltaron para buscarse otro enemigo para seguir sosteniendo la economía de guerra.
            A mediados del año pasado, el  Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) informó el balance para 2003 al respecto de armas, desarme y seguridad en el mundo. En el Anuario SIPRI se anunció un aumento cercano al 11% en términos reales en el gasto militar mundial. En 2002 el incremento fue del 6.5 por ciento. Entre 2002 y 2003 el mundo gastó 956 mil millones de dólares en armamento.  Para el balance de 2004 se espera un alza en el gasto militar mundial de entre 16% y 19 por ciento.
            Primero fue Afganistán, ahora lo es Irak pero con la reelección de George Walker Bush a la Presidencia de Estados Unidos se puede cumplir lo que John S. Dickson, ministro consejero, mano derecha de Anthony Garza, embajador de Estados Unidos en México, me reveló en una entrevista que realicé para la Revista Vértigo en mayo de 2003: "Tenemos una lista de siete países en el mundo que promueven terrorismo civil como es el caso de Siria, Irán, Corea del Norte, Cuba, Libia, Sudán y Liberia. Son países en los que estamos dispuestos a  promover cambios".
            No será casualidad que el día de ayer el gobierno de Irán aceptó la llegada a su territorio de inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) para revisar  diversos complejos en Irán en busca de armas nucleares.
            Mientras tanto Corea del Norte se mantiene renuente a las presiones de Washington para permitir la revisión de su territorio. Un poco más alarmante la situación de este país en la tensa relación con Estados Unidos. Según las agencias EP y AP,  el gobierno de  Pyongyang está "sensibilizando" a su población acerca de la posibilidad de una larga guerra contra Estados Unidos.
GALIMATÍAS
            Desde antes de su reelección, el presidente Bush  firmó el  5 de agosto de 2004, una ley para incrementar en un 4.5% el gasto militar para el año fiscal 2005 que comenzó el primero de octubre del año pasado.
            El nuevo presupuesto por 417 mil 500  millones de dólares incluye planes de compra de más armamento y equipo; de los que 10 mil millones de dólares se usarán para adquisiciones de sistemas de defensa  contra misiles balísticos; otros  25 mil millones de dólares se destinarán para las campañas en Irak y Afganistán, mismas que serán reforzadas con 60 mil millones de dólares extraordinarios, de acuerdo con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
            Tenemos miles de millones de dólares asequibles para la compra de armamento y por otro lado se dan migajas para el desarrollo y para favorecer la reconstrucción por fenómenos naturales como aconteció con varios países de Asia hace algunos días. ¿Cómo lidiar con tremenda contradicción?
            En la sorna de las limosnas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer que está dispuesto a enviar mil millones de dólares de "ayuda financiera" a los países asiáticos asolados por el maremoto.  Estamos hablando del 0.1% de los 10 mil millones de dólares que se gastará Estados Unidos en sistemas contra defensa de misiles balísticos.
            El presidente Bush convertido en una moderna versión de Raskólnikov, personaje central de Fedor Dostoyevski en "Crimen y Castigo" notificó la donación de 10 mil dólares de sus fondos personales y 350 millones de dólares en ayuda estadounidense para las víctimas del tsunami.
            Tanto así que los ex presidentes George Herbert Bush y William Clinton anunciaron  una campaña de donaciones privadas para recaudar fondos para la reconstrucción de  India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia.
            Desde la perspectiva de Markku Niskala, secretario general de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), la situación demorará en quedar normalizada entre tres a seis meses pero la rehabilitación y reconstrucción de la zona tardará más de seis años.  En una primera estimación, el gobierno de Indonesia prevé que los trabajos para la reconstrucción del norte de Sumatra se alargarán hasta el 2009. Lo mismo acontece con Sri Lanka.
            Colin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos, de visita por la región asiática devastada mantiene informado al presidente Bush de lo acontecido. Por cierto que varios periódicos internacionales destacaron las declaraciones de Powell a ocho columnas señalando que el secretario había manifestado que se sentía horrorizado por tantos muertos y cadáveres. Me gustaría preguntarle a Powell, ¿qué sentimiento le generan los  muertos de Irak, Afganistán y de Palestina que surgen todos los días?
            Es cierto que Asia necesita mucha ayuda para superar la devastación pero existe una realidad que avasalla al disfraz de la buena voluntad que ni siquiera basta con la idea de la Unión Europea de establecer una moratoria o bien anular la  deuda que los países afectados tienen contratada con los acreedores europeos.
            El daño ya está hecho.
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

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