Cumple cuatro siglos, el ingenioso Don Quijote de la Mancha

Cervantes y su inmortal
obra desafían al tiempo

Ciudad de México.- 2 de enero de 2005.-(Notimex).- Don Quijote, ese célebre personaje que junto con Sancho Panza creó el escritor español Miguel de Cervantes Saavedra hace cuatro siglos, y que es lectura obligada para todo aquel que ame la literatura, aún anda desfaciendo entuertos en el mundo entero.

La primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, considerada como la obra cumbre de la literatura española y una de las principales de la creación universal, apareció en 1605 y la segunda en 1615.

Para los apasionados lectores de este libro, que en 2005 cumple cuatro siglos de su primera publicación, Cervantes definió la humanidad con dos personajes: Don Quijote y Sancho Panza, a quien el escritor colombiano José María Vargas Vila llamó "el vientre que piensa" (era gordo). El personaje que cabalga sobre Rocinante es un ser eminentemente comunicativo que crece incontenible en los ecos del tiempo y de la leyenda.

Desde su origen, el seco y locuaz personaje, cuyo nombre es Alonso Quijano, está rodeado de señales y esencias resonantes, y surge como uno de los grandes monumentos humanos de la comunicación, al decir de diversos escritores.

Nadie se imaginó que este personaje, que empezó recorriendo al lado de Sancho Panza el pequeño territorio de la meseta española comprendido entre el río Tajo y la Sierra Morena, terminara cabalgando en un viaje que todavía no termina, de un confín a otro de la Tierra, "como símbolo hecho de símbolos", señalan algunos críticos.

Sólo precedido por la Biblia, la monumental obra de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es la más publicada del mundo, con más de tres mil ediciones distintas, distribuidas en unos 50 idiomas y dialectos.

Después de imprimirse la primera parte en 1605, ésta es editada cinco veces y 12 más en los años siguientes.

Antes de que se publicara la segunda parte, dicho libro ya había sido traducido en Inglaterra y Francia, falsificado repetidamente en España y Portugal y enviado a los países de América, a la cabeza de los cuales figura México, con un lote de 262 ejemplares, en el mismo año de 1605.

La obra total se compone de 126 capítulos, divididos en 11 libros, en los que se cuentan las andanzas de Alonso Quijano, quien se hace llamar Don Quijote de La Mancha, ávido lector de novelas de caballería que para su recorrido se hizo una armadura de cartón.

En 1905, en el paraninfo de la Universidad Central de Madrid, Vargas Vila dijo que "la América ama a Cervantes; el Caballero de la Triste Figura (Don Quijote) ha prolongado su viaje, más allá, mucho más allá de las llanuras polvorientas de La Mancha".

Añadió que el ingenioso caballero "aún viaja por América, su locura nos ha encantado y nos ha contagiado a todos; y, todos, hemos saludado con respeto esa alta y noble figura, idealizada de heroísmo y castidad, porque Cervantes no escribió un libro, sino el libro".

También señaló que "en América, pueblos de identidad y quijotismo agudos, donde vivimos en eterna vela de nuestras armas y en el culto perpetuo de la guerra, amamos a Don Quijote, porque es para nuestras almas bélicas, la más genuina representación del heroísmo auténtico".

Precisó que en América se ama a Cervantes, apodado El Manco de Lepanto o El Príncipe de los Ingenios, "porque representa, a nuestros ojos, la más alta, la más noble, la más excelsa de las virtudes humanas; la Santa Virtud del Entusiasmo".

El escritor y diplomático español Salvador de Madariaga ha comentado que El Quijote, como es conocido mundialmente dicho libro, "es la novela más honda y más vasta, más española y universal, más sólida y aireada que jamás se ha escrito en ninguna lengua".

Afirmó que "es la sinfonía más rica en temas; el poema más vario en modos de espíritu y en estados de ánimo; la compañía humana más viva, abigarrada y espaciosa; el cuadro más animado, mejor compuesto, más pintoresco y hondo de figuras, más penetrante y osado de fondo, en suma, la obra maestra más acabada del arte supremo, que es la literatura".

El publicista mexicano-español Eulalio Ferrer, miembro de la Academia de la Lengua de México, recordó que el diario argentino Clarín recomendaba leer El Quijote cada dos o tres años.

Añadió que el poeta alemán Enrique Heine, que conoció ese libro desde muy pequeño, lo releía cada cinco años y proclamaba a Cervantes, William Shakespeare (británico) y Johann Wolfgang von Goethe (alemán) "el triunvirato de la inmortalidad literaria".

Ferrer, señaló que el austriaco Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, confesaba que aprendió el español para leer El Quijote.

También consideró a Don Quijote como "el más inmortal de los personajes literarios", que "atesora los símbolos máximos de la ofrenda solidaria: el de un amante de la libertad, el de una encarnadura inobjetable".

Era el libro de cabecera de Nicolás Gogol y Fedor Dostoievski, par de genios rusos que también aportaron a la literatura universal obras clásicas, añadió.

Por su parte, el escritor y diplomático cubano Alejo Carpentier destacó que Don Quijote había sido el mejor embajador de España a lo largo de los siglos.

Mientras que el español Miguel de Unamuno expresó que Don Quijote es un Cristo, a lo que su compatriota José Ortega y Gasset le agregó el calificativo de gótico, además de considerar a Cervantes como el genio máximo de la literatura universal.

Erasmo Castellanos Quinto, destacado maestro mexicano de Literatura Española, aprendió de memoria el libro, pues según sus propias palabras tenía mucha devoción por la obra de Cervantes.

El Quijote fue compañero inseparable de los viajes del escritor alemán Thomas Mann, quien escribió un ensayo con el título A bordo de Don Quijote. Para Mann, el Caballero de la Triste Figura "es el único personaje mundial de la literatura que vive de la gloria de su gloria".

El escritor ruso Ilya Erenburg, al referirse a Don Quijote, comentó: "Maravillosa fusión de drama y sátira, de nobleza y de humillación".

Para el ya fallecido escritor mexicano Agustín Yánez, "el culto a nuestro señor Don Quijote lo es a las potencias perdurables del hombre; y exaltación de sumos valores, bondad, belleza, justicia, libertad. Don Quijote es el Verbo, encarnado en la comunión -comunicación- de la Palabra: imperio de razón y emoción, trascendencia en la conducta, vinculación de gentes".

El poeta nicaragüense Rubén Darío escribió la Letanía de Nuestro Señor Don Quijote, que dice así:

"Ora por nosotros, señor de los tristes, que de una fuerza alientas y de sueños vistes, coronado de áureo yelmo de ilusión; que nadie ha podido vencer todavía, por la adarga al brazo, toda fantasía, y la lanza en ristre, todo corazón!".

El poeta mexicano Jaime Labastida manifestó: "Porque El Quijote fue un hombre bondadoso, que luchó sin odio contra enemigos que nunca fueron enemigos personales suyos: su lucha fue contra enemigos de otros hombres, cuya defensa él hizo suya. He ahí su grandeza".

La obra monumental de Cervantes ha servido de ejemplo e inspiración para decenas de escritores, reconocida a nivel mundial por sus aportes y atesorada por la serie de valores que representa, así como por el retrato de la especie humana que hace.

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