Centenario del nacimiento de Pablo O’Higgins
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"El maguey de Topilejo",
litografía de la rtista
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Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21
Ciudad de México. 8 de noviembre del 2004. Pablo O’Higgins fue un destacado muralista y artista plástico de origen estadounidense que realizó la mayor parte de su obra en nuestro país. Este año se cumplieron cien del nacimiento del artista, por tal motivo se llevaron a cabo diversas actividades para conmemorarlo.
Así, la delegación Cuauhtémoc y la Fundación Cultural María y Pablo O’ Higgins inauguraron el pasado mes de agosto la Galería del Pueblo “Pablo O’Higgins”, con la exposición de la serie de litografías denominada “Los oficios”, obra del también autor de los murales resguardados en el Centro Cultural Teatro del Pueblo.
Esa ocasión, presidieron el evento la señora María O´Higgins, viuda del artista e integrante de la Fundación Cultural María y Pablo O´Higgins; el investigador Alberto Híjar; Walter Boelsterly, director general de Conservación del INBA; Vicente Flores, director de Apoyo Técnico de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH, y Virginia Jaramillo Flores, jefa delegacional en Cuauhtémoc.
Pablo O’Higgins dejó plasmada su más importante obra en los muros del claustro del antiguo Colegio de san Gregorio, hoy Centro Cultural Teatro del Pueblo, y fue dirigente del grupo de artistas que ilustraron el Mercado “Abelardo L. Rodríguez”, ubicados ambos en el mismo conjunto arquitectónico, considerado la mayor obra social de América Latina en la década de los treinta.
Por tanto, visitar el Centro Cultural Teatro del Pueblo, y la Galería Pablo O’Higgins, también es una buena oportunidad para recorrer los mil quinientos metros cuadrados de murales —que convierten al edificio en el cuarto en importancia por su valor patrimonial en la ciudad de México, tras el Palacio Nacional, Bellas Artes y la SEP— y la zona oriente del Centro Histórico, a cuatro calles del Zócalo, entre los populares barrios de La Merced y Tepito.
La obra mural de O’Higgins, discípulo de Diego Rivera, se encuentra en los muros del Conjunto Abelardo L. Rodríguez, construido sobre el antiguo Colegio de san Gregorio, hace casi 70 años. Ahí también hay murales de Ramón Alva, Miguel Tzab, entre otros mexicanos, y estadounidenses como Isamo Noguchi y las hermanas Grace y Marion Greenwood.
El conjunto arquitectónico está situado en República de Venezuela 72 (atrás del Museo de la Luz), en el Centro Histórico. Es un edificio multifuncional que cuenta con el Teatro del Pueblo, el Mercado “Abelardo L. Rodríguez” y otros espacios donde se ofrecen servicios de abasto, educación, salud y cultura.
Recientemente, con motivo del Día de muertos, la delegación Cuauhtémoc montó una ofrenda de homenaje a Pablo O’Higgins en el Zócalo capitalino, como una actividad más de homenaje a este excepcional artista plástico.
“Los oficios”, de Pablo O’Higgins
Consta de 19 litografías que muestran “Los oficios” de los mexicanos en la segunda mitad del siglo XX vistos por O’Higgins, quien lápiz en mano recorrió el país entre 1924 y 1980, recuperando en sus trazos la cotidianidad laboral de los hombres y mujeres del pueblo en los talleres, el campo, el mar y todos los lugares donde el esfuerzo y la destreza eran las primeras herramientas para acceder a un jornal.
En su obra encontramos la constante denuncia ante la injusticia y la explotación en que viven los campesinos y los obreros. Los trazos firmes sobre el papel reflejan el vigor que el artista percibe en los marginados; los desarraigados del mundo son representados como seres humanos que luchan con dignidad por la vida y sufren los embates de un sistema injusto que los posterga generación tras generación.
Con esta muestra, se ofreció al pueblo un espejo donde los trabajadores son los actores principales, los oficios retoman su dignidad y la vida cotidiana se convierte en un escenario extraordinario. Las 19 litografías fueron seleccionadas de la fecunda obra de Pablo O’Higgins por la señora María de Jesús de la Fuente de O’Higgins y curadas por Eduardo Espinoza.
De acuerdo con Leticia López Orozco, “Pablo O’Higgins fue considerado uno de los representantes señeros de la denominada segunda generación de muralistas y de la Escuela Mexicana de Pintura. Sus trazos muestran la intención, la emoción, el compromiso y la realidad sin mentiras, desnuda, del o de lo representado y del artista mismo.
“A Pablo se le estimó como un gran colorista, que nunca ensució el color, lo que es indudable al acercarse a sus obras de caballete, sin embargo, en el sustrato de sus creaciones, lo más importante es el dibujo, porque es la línea, el trazo, lo que de primera intención capta al ser humano, al animal, al paisaje, al objeto. Constituye el primer acercamiento de su proceso creativo, para aprehender de la realidad.
“Retrata la realidad con una gran fuerza expresiva. Representa la condición del desvalido, del pobre, del marginado, del trabajador, del pueblo, esto para él no fue sólo una actitud plástica, sino un compromiso, una posición frente a las históricas desigualdades sociales, políticas y económicas de los mexicanos, compatriotas suyos por decisión propia.
“Los trazos de O’Higgins llenan el espacio. La figura humana y sus entornos (o ambientes) posen una gran dignidad, no sólo como sujetos representados, sino desde la misma representación. Cuanto más conoce el sufrimiento del pueblo, del obrero, del campesino, del pobre, del desposeído, más acentúa con sus trazos, la marginalidad, la desigualdad.
“O’Higgins se preocupó siempre por representar la figura humana trabajando y luchando por su sobrevivencia, al campesino, al obrero, al cargador, a la tortillera, los pinta a partir de su actividad, sin metáforas o exaltación, sólo en el trabajo, en la lucha, en la construcción (física y humana), en la educación, en la toma de conciencia política, en la dignidad, en todo lo relacionado con el pueblo; en fin, la realidad más objetiva y sin disfraces, sin agregados psicológicos, palpable, comprobable, no sólo imaginada o interpretada”.
Pablo O’Higgins
Nació en Salt Lake City, Utah, Estados Unidos, en 1904. Llegó a la ciudad de México en 1926. Fue alumno de Diego Rivera, con quien colaboró en la realización de los murales del Salón de Actos de la Universidad de Chapingo y en los de la Secretaría de Educación Pública. Hizo una vasta obra mural en México, Hawai y en otras ciudades de Estados Unidos. También trabajó la pintura de caballete, el grabado y la litografía. Murió en 1983.