El juego y la apropiación del lenguaje en la obra de Fernando Zamora

Fernando Zamora es capitalino

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Entrevista con el autor de "Triángulo, amor y muerte"

Ciudad de México. 30 de agosto de 2004. Fernando Zamora es oriundo de la ciudad de México, tiene 34 años, vive en el centro de Tlalpan, estudió piano en la Escuela Nacional de Música, realizó una maestría en Antropología Social y actualmente desea cursar el doctorado en Historia del arte en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, donde planea centrar su investigación en historia del cine, particularmente en la del cine mexicano, pues le llama poderosamente la atención la relación entre cine y literatura, dos de sus mayores pasiones, junto con la música.

"En este sentido, ‘Santa’, la novela de Federico Gamboa, me parece paradigmática, un clásico del cine silente y también es la primera película sonora mexicana, en la versión dirigida por Antonio Moreno en 1931", señala mientras observa las portadas de los dos libros de antropología que debe leer.

Fernando forma parte del taller de escritura de Vicente Leñero, es vivaz e inteligente, alegre y de fácil sonrisa, simpático y poseedor de una amplia cultura, así como de un buen sentido del humor. Además, es autor de las novelas "Por debajo del agua" y "Triángulo de amor y muerte", publicadas por Plaza y Janés. De su obra literaria y de sus pasiones trata la presente entrevista.

Cuestionado al respecto, nos confiesa que su última novela, "Triángulo de amor y muerte", en un inicio se llamaba "Suite para triángulo, sexo y contrabajo", pero que por razones de mercado hubo que modificarle el título. "Parece que le está yendo bien en las librerías", revela.

"El asunto de las ‘subculturas’ me atrae mucho, por eso en mi novela hay personajes de ámbitos muy distintos, y el lenguaje, el modo de hablar de cada uno de ellos, es un aspecto fascinante. La apropiación del idioma es algo que realizo de manera conciente. Precisamente, en el taller de Vicente Leñero se hace énfasis en la voz, en quién narra, para quién se narra; ahí he trabajado mis dos novelas, le han gustado y me echa porras.

"Enrique Serna es mi tipo de escritor en el sentido de experimentación con el lenguaje, ya que cuando habla un niño de la calle es un niño de la calle, un chavo fresa es un chavo fresa o un doctor en historia es un doctor en historia. José Agustín es un autor al que admiro, por su manejo del lenguaje, pero me gusta más la obra de Gustavo Sainz; aparte de Serna, disfruto mucho de la escritura de Pablo Soler Frost, su novela ‘Malebolge’ me parece extraordinaria.

"Mi primera novela, ‘Por debajo del agua’, tiene que ver mucho con la novela de la Revolución mexicana, es una especie de parodia seria de ese subgénero narrativo y se vendió muy bien. En ‘Triángulo de amor y muerte’ intervinieron otros factores en su escritura. Yo quería escribir algo respecto del tema de la adolescencia, incluso quería situarla en la década de loas años setenta, pero decidí hacerla más cercana, más próxima a nuestro entorno.

"Para concluir mi primera novela tuvieron que pasar siete largos años, es decir, no fue un proceso de escritura permanente ni continuo, de hecho hubo varios lapsos de silencio, de no hacer nada; pero tardé siete años desde el momento en que comencé a escribirla hasta que le puse el punto final.

"En cambio, para la segunda novela el proceso fue completamente diferente: la escribí en siete meses y fue un proceso mucho más creativo y constante. Llegué a tener 600 cuartillas y la dejé finalmente en alrededor de 150. Quité todo un rollo sobre el periodo virreinal y todo lo relacionado con la ambientación de época. Además, la verdad descubrí que tenía puntos débiles, en algunas partes faltaba investigación y terminé por eliminar mucho material.

"’Triángulo de amor y muerte’ también me sirvió para hablar de Cristóbal Egas, un amigo chileno que conocí en México y que regresó a su país y del que me nunca más volví a saber nada; quizás, con esta novela, algún día vuelva a saber qué fue de su vida. Sí, me gustaría volver a verlo. Por eso nombré así al personaje principal de mi historia.

"En la novela hay muchas cosas que me han pasado a mí y a personas y amigos que he conocido o conozco; mis amigos me tiran buena onda e incluso algunos han llegado a reconocer a una de las protagonistas. En realidad, la narrativa me sirve para contar cosas que me pasan a mí y que me parecen entrañables.

"Ser crítico de cine, músico y novelista es algo así como un deseo que tienes cumplir, que yo en mi caso estoy cumpliendo. Aunque ya no puedo considerarme un concertista, sí me siento a tocar el piano de vez en cuando -estudié diez años-; escribir de cine y novelas es un medio excelente para contar las cosas que me han pasado. Es como el poeta de la película ‘Las horas’, quien dice que escribe para detener el tiempo, para salvar un poco. En mi caso, con ‘Triángulo de amor y muerte’, es el pretexto para hablar de los pasillos de la Escuela Nacional de Música, de la experiencia de estar con una chava en la madrugada en el centro de Coyoacán haciendo el amor. En fin, también me sirvió para demostrarme qué novela era capaz de escribir. Incluso, en el terreno musical fue un experimento, un aprendizaje en el sentido de que uno tiene que narrar algo".

Fernando también nos habló de sus cineastas y películas favoritos, de la música que le gusta. "Fellini es el cineasta que prefiero, aunque también me gusta mucho Francis Ford Coppola; en el caso de directores nacionales, me gustan más bien películas, no tengo tan definido el gusto por un cineasta. Así, me gusta ‘El lugar sin límites’, de Arturo Ripstein, ‘La mujer de Benjamín’ y ‘Un embrujo’, de Carlos Carrera, a pesar de que la segunda no cuajó del todo. Vamos, también podría mencionarte a Alfonso Cuarón…

"En música me gustan las sonatas de Scarlatti, los dos conciertos para piano de Chopin, jajaja, no olvides que soy pianista… Por cierto, déjame contarte que Ivo Pogorelich, un pianista de la antigua Yugoslavia y ahora radicado en Estados Unidos, ha sido un tipo muy influyente en mi vida. Ivo -ganador del premio Chopin, algo así como el Nobel de los pianistas- era mi héroe de la adolescencia, un tipo extravagante y excelente músico clásico, quien en su momento cimbró el mundo de la música… También me gusta la música de Zbigniew Preisner, el que le ponía la música a las películas de Kieslowski, algo de Silvestre Revueltas y sobre todo Heitor Villa-Lobos, para mi gusto el mejor músico de América.

"Actualmente, estoy escribiendo una historia que tiene que ver con el viaje que hizo Rimbaud a África, donde pensaba encontrar un continente casi virgen y resulta que encontró otra cosa. Mi historia está ubicada en Acapulco, trata de un joven que viaja pero en plan de huir, un desencantado de todo, una búsqueda nada romántica, actual, totalmente contemporánea. Sí, se trata de un güey sin ideales, está pensada en cinco partes, que son reflejo de cinco encuentros amorosos destructivos. No es un encuentro romántico ni el encuentro con uno mismo, es totalmente algo autodestructivo. Espero terminarla a mediados de 2005".

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