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Buenas Noticias - August 16, 2004

Indagan en lecturas que forjaron a Reyes

Alfonso Reyes tuvo
libros en el lugar de juguetes

Distrito Federal (15 agosto 2004).- Alfonso Reyes (Monterrey, 1889 — Ciudad de México 1959) tuvo libros por juguetes y lecturas por travesuras; de tanto leer, le dio por escribir. Sus inquietudes como lector y la forma en que éstas influyeron en su obra, son exploradas en la antología La experiencia de la lectura, editada por la Fundación para las Letras Mexicanas, Scripta y Ediciones a la Carta, como un homenaje al pensador más representativo del siglo 20 en el País.

Prologado y compilado por Alicia Reyes, nieta y estudiosa del escritor, el libro permite caminar por rumbos nuevos y desconocidos en torno a una obra que, dicen los que la estudian, maravilla todos los días, porque sigue dando muestras de vitalidad y riqueza en cuanto a contenido y forma.

"En Alfonso Reyes siempre encontramos algo que nos ilumina. Este acercamiento a la obra del autor a partir de sus lecturas nos permite descubrir otro rostro que no conocíamos, y eso es posible porque es siempre actual y se hace vivo y presente a través de la belleza de su prosa. De hecho, nos incita a explorar otra veta aún desconocida, y que es la del Reyes poeta", dijo respecto al volumen el académico Alfonso Rangel Guerra.

Como el libro lo deja ver, la permanente escritura que el autor ejerciera, cuyo producto son los 26 tomos de obra completa, es reflejo de su lectura permanente. Y es que, a decir de Alicia Reyes, la lectura fue una de las primeras pasiones de su abuelo, y en ello tuvo mucho que ver su propio padre, el general Bernardo Reyes.

"Una vez, admirado, Alfonso le preguntó a su padre cómo sabía tanto de literatura y de historia, a qué hora leía tanto, a lo que el general le contestó: ‘A Caballo hijo, a caballo’", cuenta la nieta del escritor.

El introductor de Reyes a la lectura tenía, además, una gran biblioteca, según recuerda la autora de Genio y figura de Alfonso Reyes, donde siendo muy pequeño se subía al ejemplar de El Quijote, de Cervantes, más que nada para poder apreciar de cerca los dibujos de Gustav Doré.
"Curioseaba mucho en las bibliotecas junto con sus amigos. Siendo muy niño, ya tenía sus propios libros. Hubo una curiosidad innata por la lectura y la fue acrecentando a través del tiempo".

Un momento muy importante en la vida del Reyes lector fue el de su participación en el Ateneo de la Juventud. "Ahí conoció a personajes muy importantes con los que se reunía para leer a Platón, a los clásicos, a Menéndez Pelayo. Eso lo determinó y lo impulsó a abrir los caminos, que estaban un poco cerrados, de la literatura castellana".

Luego, a través de su experiencia como diplomático, sus intereses en la literatura y la historia se fueron acrecentando. Otra de las etapas más significativas, señala, fue cuando estuvo 10 años en España. Ahí el joven Reyes se interesó por Juan Ramón Jiménez o José Ortega y Gasset.

"Mi abuelo fue un hombre muy influido por las circunstancias, y en su gran preparación tuvieron mucho que ver los retos a los que se enfrentó en España en esos años, donde tuvo que luchar incluso contra la pobreza".

Después viajó a Argentina, donde nació la gran empatía y amistad que entabló con Jorge Luis Borges; en Brasil tuvo grandes amigos como Renato Almeida, y pasó un tiempo en París con un cargo de ministro. Cuenta que en esta ciudad, por ejemplo, se desaparecía de repente para ir a visitar a Paul Valery o a Rainer María Rilque.

La experiencia de la lectura representa, concluye la compiladora, un ejemplo a seguir para los jóvenes. "Alfonso Reyes decía: ‘No olvidéis ser inteligentes’, y esa es su lección más importante".

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