La obra de Enriqueta Ochoa, ahora para niños

La escritora tiene
 muchos seguidores

Ciudad de México. 1º de agosto del 2004. "Para leer a Enriqueta Ochoa necesitas aguzar muy bien todos tus sentidos: la vista, para poder mirar la luz sin deslumbrarte; el oído, para escuchar el oleaje del mar y el latido suave del agua que nos mana del corazón; el olfato, para apreciar el aroma de la primavera o el sudor rancio de las caravanas del desierto; el gusto, para saborear la miel de los ciruelos, y el tacto, para sentir el calor del fuego o los afilados piquetes del viento", advierte Esther Hernández Palacios a los niños que leerán "Que me bautice el viento. Enriqueta Ochoa para niños", en el texto que sirve de prólogo a este libro coeditado por el Conaculta -a través del programa Alas y Raíces a los niños- y el Instituto Coahuilense de Cultura, el cual se presentó este domingo al mediodía en la Sala "Manuel M. Ponce" del Palacio de Bellas Artes.

Hernández Palacios explicó que este es un libro excepcional por varias razones, entre las cuales están el formato, la participación del diseñador Chac y su elevada calidad, que lo convierte, desde cualquier punto de vista, en un libro de arte, donde se podrá conocer a Enriqueta Ochoa, "poeta extraordinaria", de manera diferente.

A su vez, Rosa del Tepeyac Flores Dávila, directora general del Instituto Coahuilense de Cultura, aseguró que Enriqueta Ochoa es un emblema para las letras de su estado. "Estamos muy orgullosos de que sea de Coahuila, de que, con su arte, le haya escrito poesía al desierto; su ejemplo nos sirve de inspiración para realizar nuestro trabajo", puntualizó.

Señaló que hace un par de años le dedicaron un homenaje a la poeta que duró todo el año en todos los municipios del estado. Asimismo, informó que en septiembre se presentará el libro en tres de sus principales ciudades: Saltillo, Torreón y Monclova.

Sonia Salum, directora de Desarrollo Cultural Infantil del CONACULTA, indica en "Una poeta en el desierto", texto que presenta el libro: "No hace mucho tiempo, en ‘Alas y Raíces a los niños’, pensamos que sería muy bello que conocieras a una poeta mexicana de nombre Enriqueta Ochoa, una mujer que nació en los límites del desierto de Coahuila y que, en sus poemas, descubre para nosotros ese entorno maravilloso que la vio crecer e inspiró su obra".

Explica que a partir de la lectura de poemas, los niños de Torreón, tierra natal de Enriqueta, comenzaron a convertir sus poemas en dibujos y pinturas, mismos que ahora sirvieron para ilustrar el libro, el cual es una invitación abierta a que los niños de todo México conozcan la magia de esta poeta del desierto.

Al respecto, la poeta señaló: "El resultado es maravilloso. Mi poesía, que es complicada, la entendieron e interpretaron los chicos con una fantasía muy fina y delicada. A mí nunca se me habría ocurrido lo que a ellos. Todo lo captaron muy bien. Incluso mejor que muchos adultos. Además, recibí cartas de algunos de los infantes que dibujaron y pintaron algunos versos míos, y a todos les contesté".

Añadió que la selección realizada por Esther Hernández Palacios le parece muy acertada, pues conoce profundamente su obra. "Hizo un trabajo magistral. El poema que abre el volumen, ‘La tala’, es el adecuado para que los niños se acerquen a mi obra. Lo escribí para mi hija, cuando ella tenía seis años, y es muy sencillo", refirió.

La poeta manifestó sentirse emocionada por ver tanta gente reunida en la Sala "Manuel M. Ponce", en la que había muchos niños. Posteriormente, agradeció al gobierno de Coahuila, a Rosa del Tepeyac, a Alas y Raíces a los niños, a Esther Hernández Palacios y a todos los presentes por su apoyo, antes de que el llanto cortara sus palabras. Después leyó un poema que escribió hace unos días.

Finalmente, se llevó a cabo una escenificación de algunos poemas, a cargo de las niñas actrices Mariana Oviedo Rangel, Salma Gutiérrez Arellano y Danaé Reynaud Romero, quienes actuaron al lado de Mariana Lecuona González, encargada de la estructura dramática, todas bajo la dirección escénica de Alejandra Zea y Patricia Marrero. En un extremo del improvisado escenario, el Grupo "Desierto y valle" puso el toque musical a la puesta en escena.

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