Reeditan “Regina”, de Antonio Velasco Piña

Lucero interpretó a
Regina en la obra de teatro

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 23 de julio de 2004. Sin duda, una de las fechas históricas más presentes en la historia moderna de México es 2 de octubre de 1968, día en que la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco fue testigo de la matanza de estudiantes que allí se manifestaban de manera pacífica.

Mucho se ha escrito sobre el tema, y seguramente todavía se escribirá más, pero precisamente por ser una fecha que marcó un antes y un después de nuestra historia las interpretaciones, testimonios e investigaciones seguirán produciéndose, máxime si se piensa que es un asunto histórico y jurídico aún no resuelto.

Así, es grato celebrar la aparición de una reedición de "Regina. 2 de octubre no se olvida", de Antonio Velasco Piña, quien aborda ese acontecimiento desde una perspectiva novedosa, interesante y matizada por una extraña sabiduría implícita en la novela.

Para empezar, no es un testimonio ni serie de testimonios, tampoco adopta partido, pero sí brinda una serie de vertientes que antes no se habían explorado. Publicada por primera vez en 1987, "Regina" analiza los acontecimientos desde un punto de vista histórico-espiritual, casi mesiánico.

Es la historia de una joven que nace con un destino singular: contribuir a que la Nación despierte, para ello recibe una educación sui generis que la lleva de México al Tíbet, a la China comunista y nuevamente México.

Durante este periplo le suceden toda clase de aventuras, narradas de manera magistralmente sencilla por Velasco Piña, que poco a poco la hacen alcanzar el grado de desarrollo espiritual necesario para encabezar a los representantes -guardianes- de las culturas indígenas de México que la apoyarán en su propósito.

Si no hay condena, sí hay enumeración de sucesos y nuevas interpretaciones de la manera en que ocurrieron los hechos sangrientos, los cuales bien podrían marcar pautas para una investigación seria que intentara agotar todas las posibilidades.

"Regina" es una novela que atrapa desde el principio y conmueve su trágico final, sin embargo, después de leerla el lector comprende que aún persiste una ancestral riqueza cultural, espiritual y quizás hasta mágica en nuestro país que nos hace sentirnos orgullosos de éste, sin olvidar jamás a los que han contribuido a su grandeza.

"A menudo he escuchado la pregunta de por qué se celebra el dos de octubre cada año, si los manifestantes ni lo vivieron, y muchas veces ni siquiera habían nacido cuando esto sucedió. A esa pregunta debemos responder diciendo que hoy ningún mexicano vivió la Independencia de 1810, el movimiento de Reforma, "La Batalla del 5 de mayo" o la gesta de "Los Niños Héroes", pocos vivieron la Revolución de 1910, y todos celebramos estas fechas con orgullo y entusiasmo porque es nuestra historia, que no puede ni debe olvidarse. Esos acontecimientos los recordamos y celebramos porque son nuestras raíces y es la forma en que rechazamos lo que ocurrió para que no vuelva a suceder, es crear nuestra identidad como mexicanos", señala Enrique Díaz Michel, delegado de la Facultad de Medicina de la UNAM ante el "Consejo Nacional de Huelga del 68", en el prólogo que acompaña a "Regina. 2 de octubre no se olvida", publicada por "Punto de Lectura" en una bonita edición de bolsillo en abril de este año.

Así, no faltan razones para leer esta novela de Velasco Piña, la cual, a pesar de todo, nos ayuda a sentirnos más orgullosos de ser mexicanos y a no olvidar las lecciones de nuestra historia.
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