“Escrituras de Frida Kahlo”, palabra privilegiada, hecha del habla culta y popular

Una extraordinaria
recopilación de cartas

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 13 de julio de 2004. La noche del martes 6 se presentó el libro "Escrituras de Frida Kahlo", selección, proemio y notas de Raquel Tibol -una de las más reconocidas especialistas en la vida y la obra de la pintora mexicana-, con prólogo de Antonio Alatorre, en la Sala "Manuel M. Ponce" del Palacio de Bellas Artes, donde participaron, además de Tibol, las actrices Ana Ofelia Murguía, Margarita Sanz y la violonchelista Jimena Giménez Cacho.

Ante una sala repleta de admiradores de Frida, Raquel Tibol, sentada ante un escritorio colocado en el extremo izquierdo de la sala, iba comentando los escritos de Frida para luego dar paso a la lectura alternada de éstos mediante la voz de Sanz o Murguía, sentadas a la izquierda de Tibol, casi en el centro del improvisado escenario. En el lado derecho de éste, Jimena aguardaba el momento de llenar con su música el ambiente.

Así, la voz de Margarita Sanz sonó en toda la Sala, dando los matices adecuados a la lectura de una larga carta enviada por Frida al doctor Leo Eloesser desde Coyoacán, el 15 de marzo de 1941, de la cual reproducimos a continuación un fragmento:

"Queridísimo doctorcito:

Tienes razón en pensar que soy una mula porque ni siquiera te escribí cuando llegamos a Mexicalpán de las Tunas, pero debes imaginarte que no ha sido pura flojera de mi parte sino que cuando llegué tuve una bola de cosas que arreglar en la casa de Diego que estaba puerquísima y desordenada, y en cuanto llegó Diego, ya puedes tener una idea de cómo hay que atenderlo y de cómo absorbe el tiempo, pues como siempre que llega a México los primeros días está de un mal humor de los demonios hasta que se aclimata otra vez al ritmo de este país de ‘lucas’. Esta vez el mal humor le duró más de dos semanas, hasta que le trajeron unos ídolos maravillosos de Nayarit y viéndolos le empezó a gustar México otra vez. Además, otro día, comió un mole de pato rete suave, y eso ayudó más a que de nuevo le agarrara gusto a la vida. Se dio una atascada de mole de pato que yo creía que se iba a indigestar, pero ya sabes que tiene una resistencia a toda prueba. Después de esos dos acontecimientos, los ídolos de Nayarit y el mole de pato, se decidió a salir a pintar acuarelas a Xochimilco, y poco a poco se ha ido poniendo de mejor humor. En general yo entiendo bien por qué se desespera tanto en México, y le doy la razón, pues para vivir aquí siempre tiene que andar con las púas de punta para no dejarse fregar por los demás; el esfuerzo nervioso que hace para defenderse de todos los cabrones de aquí es mayor al que tiene uno que hacer en Gringolandia, por la sencilla razón de que allá la gente es más pendeja y más maleable, y aquí todos andan de la greña queriendo ‘madrugar’ y chingar al prójimo. Además para el trabajo de Diego la gente responde siempre con chingaderas y tanteadas, y eso es lo que desespera más, pues no hace más que llegar y empiezan a fregarlo los periódicos; le tienen una envidia que quisieran desaparecerlo como por encanto. En cambio en Gringolandia ha sido diferente, aun en el caso de los Rockefeller se pudo luchar contra ellos sin puñaladas por la espalda. En California todo el mundo lo ha tratado muy bien, además respetan el trabajo de cualquiera; aquí no hace más que terminar un fresco y a la semana siguiente está ya raspado o gargajeado. Esto, como debes comprender, desilusiona a cualquiera. Sobre todo cuando se trabaja como Diego, poniendo todo el esfuerzo y la energía de que es capaz, sin tomar en consideración que el arte es ‘sagrado’ y toda esa serie de pendejadas, sino al contrario, echando los bofes como cualquier albañil. Por otra parte, y ésa es opinión personal mía, a pesar de que comprendo las ventajas que para cualquier trabajo o actividad tienen los Estados Unidos, le voy más a México, los gringos me caen muy ‘gordos’ con todas sus cualidades y sus defectos que también se los cargan grandes, me caen bastante ‘gacho’ sus maneras de ser, su hipocresía y su puritanismo asqueroso, sus sermones protestantes, su pretensión sin límites, eso de que para todo tiene uno que ser ‘very decent’ y ‘very proper’… Sé que éstos de aquí son ladrones jijos de la chingada, cabrones, etc., etc., pero no se por qué aun las más grandes cochinadas las hacen con un poco de sentido del humor, en cambio los gringos son ‘sangrones’ de nacimiento, aunque sean rete respetuosos y decentes (?). Además su sistema de vivir se me hace de lo más chocante, esos ‘parties’ cabrones, en donde se resuelve todo después de ingerir hartos cocktelitos (ni siquiera se saben emborrachar de una manera ‘sazona’) desde la venta de un cuadro hasta la declaración de guerra, siempre teniendo en cuenta que el vendedor del cuadro o el declarador de la guerra sea un personaje ‘importante’, de otra manera ni quinto de caso que le hacen a uno, allí sólo ‘soplan’ los ‘important people’ no le hace que sean unos jijos de su mother, y así en inglés te puedo dar otras cuantas opinioncitas de esos tipos. Tú me podrás decir que también se puede vivir allí sin cocktelitos y sin ‘parties’, pero entonces nunca pasas de perico perro, y me late que lo más importante para todo el mundo en Gringolandia es tener ambición, llegar a ser ‘somebody’, y francamente yo ya no tengo ni la más remota ambición de ser nadie, me vienen guangos los ‘humos’ y no me interesa en ningún sentido ser la ‘gran caca’…".

Sí, éste es sólo un fragmento de la carta; pero no todas las cartas congregadas son así de largas, aunque en muchas de ellas sí está presente el lenguaje desenfadado y ‘vivaracho’, como lo llama el maestro Alatorre, que en el prólogo señala, respecto de estos escritos reunidos: "Naturalmente, lo que digo en conclusión es que Frida Kahlo es una señora escritora, ‘dientona’ de veras (o ‘chingona’, como bien podía decir ella). Encuentro en su prosa más ‘sustancia literaria’ que en cierta poesía que ahora se usa…".

Porque, como indica Raquel Tibol, la intención de reunir estos escritos de Frida Kahlo (cartas, recados, mensajes, confesiones, recibos, corridos, solicitudes, protestas, agradecimientos, imploraciones y otros textos) fue "obtener frutos irrecusables: una tácita autobiografía y la ubicación dentro de la literatura confesional e intimista del siglo XX mexicano". Y después de leer el libro conocemos mejor a Frida y pensamos que sí, que bien ganado tiene un lugar como escritora.

Esa noche del martes 6, cumpleaños 97 de Frida, la gente disfrutó de la lectura de las cartas elegidas por Ana Ofelia Murguía y Margarita Sanz y de los comentarios pertinentes de Raquel Tibol, además de la magnífica interpretación que Jimena Giménez Cacho hiciera de la "Casi sonata", en cuartos de tono, de Julián Carrillo, que, a decir de la concertista, quizás esa noche se haya tocado por primera vez en México.

Por otro lado, este 13 de julio se cumplen 50 años de la muerte de Frida, y quizás la mejor manera de recordarla sea leyendo "Escrituras de Frida Kahlo", editado por Plaza y Janés, donde el lector se solazará con la pasión y alegría de una mujer extraordinaria que supo sobreponerse a la tragedia y trascender a través de su arte y de su palabra privilegiada, hecha del habla culta y popular, del México que tanto amó y al que tanto honor dio, díganlo si no los homenajes y los actos en su honor que se celebran desde hace muchos años en distintas partes del mundo. ¡Viva Frida Kahlo, mexicana universal!
Comentarios a esta nota: Gregorio Martínez Moctezuma

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